Me he mudado mucho. En los últimos quince años he vivido en tres países diferentes y en cinco estados distintos en Estados Unidos. Cuando eres soltera, pareciera que mudarse es mucho más fácil, pues sonaría más complicado si te dijera que estoy casada y tengo hijos. Sin embargo, cada vez que me mudo tengo que comenzar de nuevo: hacer nuevos amigos, encontrar un lugar para vivir, conocer los lugares para comprar comida o buscar actividades en la zona. Y en medio de todo esto, siempre deseo tener a alguien que haga la transición conmigo, alguien con quien pueda conversar y recordar los lugares anteriores; pero cuando miro atrás, hacia los últimos 15 años que he vivido, agradezco que hay alguien que ha sido constante: Dios.
Dios no ha cambiado. Él siempre ha estado sin importar el lugar o la cultura en la que esté viviendo. ¡Y esto también es cierto en la vida de las personas casadas! Pues tengo numerosos amigos que se sienten olvidados en su matrimonio.
Es muy fácil sentirse olvidado por amigos o familiares cuando no vives con ellos o cerca de ellos. Incluso, es posible sentirse olvidado cuando se comparte la misma habitación. Parece un sueño los días, meses y años que compartieron juntos, pues una vez que se está en un lugar nuevo, es como si nunca hubiera sucedido. Esos amigos y familiares no se olvidan necesariamente, pero nadie puede estar en más de un lugar a la vez excepto Dios. Dios permanece. Con Él no se tiene que repasar las historias, no se tiene que comenzar de nuevo en la fase de «conocerte», y Él se reirá y llorará en cualquier circunstancia que te encuentres.
Sentirse olvidado
¿Alguna vez te has preguntado si Dios accidentalmente «se olvidó de ti»? ¿Tal vez te olvidó cuando estaba entregando bendiciones que ves que otros tienen a tu alrededor? David gritó en una de sus oraciones un clamor que siento que mi corazón grita a menudo: «¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?» (Salmo 13:1).
David repite cuatro veces la frase «Hasta cuándo» en este Salmo, enfatizando su desesperada necesidad de Dios:
- ¿Hasta cuándo… me olvidarás para siempre? (v.1)
- David era el rey ungido sobre Israel y enfrentaba problemas en su gobierno. Él usa las palabras «para siempre» asumiendo que sus problemas nunca terminarían.
- Soy tan rápida para sentirme olvidada cuando las cosas no son como pienso o deseo que deberían ser. Especialmente, cuando mi paciencia no dura más de unos minutos que parecen eternos.
- ¿Hasta cuándo... esconderás de mí tu rostro? (v.1)
- A David le pareció que Dios se negaba a mirar sus problemas.
- Cuando otros obtienen lo que deseo, me apresuro a pensar que el Señor elige deliberadamente no mirarme o me pregunto si Dios accidentalmente olvidó darme el mismo «regalo». Mis pensamientos son como los de un niño pequeño preguntando «¿cuándo me toca a mí?».
- ¿Hasta cuándo... debo tomar consejo en mi alma? (v.2)
- David estaba luchando por encontrar las respuestas dentro de sí mismo y se dio cuenta de que no tenía las respuestas. Sabía que solo Dios las tenía, pero no estaba obteniendo las respuestas que buscaba.
- Hoy en día se dan muchos consejos para buscar dentro de ti y encontrar las respuestas en tu interior; pero al igual que David, encontramos un vacío tratando de aconsejar nuestras propias almas.
- ¿Hasta cuándo... será mi enemigo exaltado sobre mí? (v.2)
- David estaba lidiando con ver a sus enemigos en una posición mayor que la suya. Pudo haber sido Saúl o su hijo Absalón o las muchas naciones enemigas de Israel.
- Me enfoco fácilmente en los demás como si fueran mi enemigo. Pero mis enemigos no son los demás, es el diablo y sus planes. Sigo batallando contra los engaños de Satanás para que no reine sobre mí.
Entonces, ¿qué hacemos cuando nos sentimos olvidados? Clamamos a Dios. Le decimos cómo nos sentimos y le pedimos que «ilumine nuestros ojos» con entendimiento (Salmo 13:3), así como lo hizo David. Cuando nuestros ojos están fijos en lo que el Señor quiere que nos enfoquemos, nuestras preguntas de «¿hasta cuándo?» son respondidas.
Sé agradecida
Es extraño hablar mucho sobre ser olvidado en una publicación sobre agradecimiento, pero es porque estoy tan agradecida que sé no he sido olvidada.
«Entonces dijo el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No ha visto también aquí al que me ve?». Génesis 16:13
Dios ha estado conmigo en donde quiera que esté. Me conoce más íntimamente de lo que cualquier amiga o cónyuge podría conocerme; además, tiene más experiencias conmigo que cualquier otra persona. Él es nuestro Dios constante porque siempre fue, siempre es y siempre será.
David termina el Salmo 13 no refunfuñando, sino en alabanza. Él alaba a Dios por su misericordia, por su salvación y porque Dios trata abundantemente con David (v. 5-6). Cuando me detengo y considero todas las formas abundantes en que Dios me ha tratado, mi dolor se convierte en gozo, por todas las cosas que tengo para estar agradecida. Entonces David termina diciendo que cantará al Señor (v.6). ¿Qué canción elegirías hoy para cantarle? Para profundizar más en esta tema, escucha este pódcast.
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