En estos meses estamos estudiando el libro de la Verdadera Fortaleza en nuestra iglesia, y me volví a encontrar con un término que Mary utiliza y que es muy significativo para mí. Este término lo utiliza en la siguiente frase: «Dios desea que seas una magnolia de acero». Ciertamente esa frase ya la he escuchado varias veces, pero en esta ocasión quise profundizar un poco más e investigar sobre la magnolia en sí misma, quería ver si había características particulares por las cuales ella utilizó esa flor en específico. Me sorprendió mucho lo que descubrí y quiero compartirlo contigo.
1. Origen. La magnolia es originaria de los Estados Unidos (al parecer hay muchas en la parte sur del país) y se usa como un adorno; no es un árbol que crece rápidamente. Así que, aquí veo dos aspectos que debemos tener en cuenta en nuestras propias vidas:
a. Adorno. Nuestra conducta como mujeres debe ser un adorno al evangelio.
b. Nuestro crecimiento. Es algo que se da en la medida que nos tomamos el tiempo de nutrir esa semilla, que es el evangelio, para que crezca y pueda dar frutos. No crecemos espiritualmente de la noche a la mañana, es un proceso que debemos cuidar y nutrir; debemos ser intencionales para proveer todos los nutrientes que necesitamos de tal manera que podamos desarrollar raíces fuertes que sean capaces de sostener el árbol y que no sea llevado por todo viento de doctrina.
2. La magnolia requiere cuidado. Pero no solamente cuidado y dedicación, sino que requiere un suelo profundo y húmedo para crecer. De igual manera, nuestra vida espiritual necesita ser cuidada, necesita un espacio idóneo para crecer, para que las raíces puedan profundizar y así puedan nutrir toda la planta. Hay muchas referencias a la forma en que se desarrolla una planta con nuestra relación con el Señor, algunos versículos que llegan a mi mente son:
«Permanezcan en Mí, y Yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en Mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de Mí nada pueden hacer». - Juan 15:4-5
3. Según la botánica, la magnolia tiene que ver con la perfección de su forma, es decir, su diseño. Se dice que fue confeccionada con delicadeza al igual que nosotras fuimos creadas acorde a un diseño específico, con un rol único. Somos perfectas en el sentido que llevamos la imagen de Dios en nosotras, fuimos creadas a imagen y semejanza Suya. ¿Qué más necesitamos para sentirnos seguras?
Me llamó la atención la siguiente descripción que leí de una fuente de botánica: «La naturaleza le dio una gracia especial a este capullo blanquecido que, al ser observado con atención, se percibe que es la mejor creación de un ser Supremo».
Y aunque la botánica no admita quién es ese ser supremo, nosotras sabemos quién es y cuál es Su nombre: Dios. Cuando mi identidad está en el lugar correcto, cuando sé quién soy en Cristo, todo lo demás desfallece. No necesito un título, no necesito fama, no necesito crear un nombre o trabajar para dejar un legado, yo lo que necesito es apuntar a mi Creador, modelar y vivir ese diseño divino para el cual me creó y lo pensó así desde antes de la fundación del mundo.
Los botánicos la señalan como la verdadera aristocracia en el mundo de las flores. Para ellos tiene que ver con resaltar la belleza de la mujer hecha perfectamente por el Creador al igual que la magnolia. No fue un error de Dios que seamos mujeres, no nos hace ser menos ni nos hace ser débiles, todo lo contrario, vivir a la manera de Dios en un mundo como el que estamos viviendo es realmente para mujeres valientes y fuertes, pero fuertes a la manera de Dios. Mujeres que doblan sus rodillas en oración, que practican la piedad y la prudencia, mujeres que viven contracultura, mujeres que buscan más que nada agradar a Su Señor.
«La mujer sabia edifica su casa, pero la necia la derriba con sus manos». - Proverbios 14:1
4. No es una flor que pasa desapercibida y es utilizada como esencia para perfumes. Cuando vivimos de la forma en la que Dios espera de nosotras es evidente a aquellos que están a nuestro alrededor, no hay manera de pasar desapercibida. El propósito no es que vamos a llamar la atención sobre nosotras mismas, sino sobre Aquel que nos salvó. Así que, algunas de las características que se esperan de una mujer que vive en la piedad son:
- Prudente
- No contenciosa
- Pura
- De ejemplo
- Maestra de bien
- Reverente en su conducta
¡Y la lista puede seguir! Estamos llamadas a adornar la buena doctrina. Nuestra conducta puede, así como la magnolia apunta a su Creador, apuntar a nuestro Señor, o puede hacer que se blasfeme en contra de nuestro Señor.
Todavía me falta mucho, pero mucho para parecerme a lo que la Palabra de Dios nos manda. Por eso es que, como a las plantas, debemos regar, cortar las ramas dañadas, limpiar y estar pendiente de esa relación con nuestro Señor, para que cuando llegue el momento, lo que salga de mi vida sea ese olor fragante como el perfume de una magnolia, que sea ofrenda grata a nuestro Señor y no de alguien que está llena de sí misma y que se olvida que la luz que refleja no es luz propia, sino más bien la luz de Cristo en ella.
Si quieres saber más sobre ser una Magnolia de Acero aquí te comparto estos recursos:
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