Adentrarnos en la Reforma Protestante es como entrar en una máquina del tiempo que nos transporta a uno de los períodos más interesantes, intensos y polémicos de la historia del cristianismo, y de la humanidad misma.
Muchos hombres y mujeres dieron (o estuvieron dispuestos a dar) sus vidas por amor a la Verdad contenida en las Escrituras, la cual todo creyente sabe, fue completamente distorsionada por la Iglesia Católica Romana.
Hombres como Martín Lutero quien clavó sus 95 Tesis en la Catedral de Wittenberg protestando contra de la venta de indulgencias por parte de la Iglesia Católica para la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma. Calvino, Zuinglio, John Knox, y otros, son los personajes claves en la revisión de toda la teología enseñada por la Iglesia de Roma hasta esa época. El pensamiento y trabajo de todos estos reformadores puede resumirse en las «Cinco Solas»:
- Sola Escritura
- Sólo Cristo
- Sola Gracia
- Sola Fe
- Solo Gloria a Dios
Uno de esos hombres que más ha impactado mi vida es Juan Calvino. Este hombre es reconocido por creyentes y por escritores seculares, como una figura de importancia capital para el siglo XVI europeo. Debido a sus grandes dotes intelectuales (estudió latín, Lógica, Filosofía, Derecho y Literatura, fue también maestro, orador, apologista, escritor, etc.) podríamos decir que fue un hombre adelantado a su época, y según el escritor español Joan Gomis: «Calvino es uno de los constructores del mundo moderno, ha sido llamado creador de un tipo de hombre y de civilización». Gomis añade: «El conocimiento de su vida y de su obra resulta necesario para quien quiera comprender no pocas realidades de nuestra época».
IDELETTE DE BURE
Estrasburgo para los años 1530 se había convertido en una ciudad refugio para aquellos creyentes perseguidos por la Iglesia de Roma. A esta ciudad llega John Storder de Lieja junto con su esposa Idelette de Guelderland, por la causa del Evangelio. Ellos eran del grupo de los anabaptistas (otra corriente dentro del protestantismo que significa «bautizar de nuevo»), pero que estaban fascinados con las prédicas de Juan Calvino. Luego ambos aceptan la fe reformada. Calvino se hizo amigo de la pareja y visitaba la casa con frecuencia. Al tiempo, John cae enfermo a causa de la peste y muere. Calvino no solo fue testigo de la relación armoniosa de ambos, sino también del esmero con que Idelette le cuidó, y a la vez de la fortaleza con que enfrentó la enfermedad de su esposo, lo mismo que el cuidado del hijo y la hija de ambos.
Idelette no solo queda viuda, con dos hijos que mantener, sino que es también una exiliada. Dos años más tarde Calvino e Idelette se casan. La nueva pareja se instala en la casa de Calvino, la cual era un centro que alojaba huéspedes estudiantes, donde todo el que necesitaba refugio allí, era bienvenido, y donde un ama de llaves con carácter insoportable les sirvió durante un tiempo. Sumándose a todo esto, todo el trabajo que recaía sobre su esposo, el cual podríamos llamarlo titánico. Idelette y Calvino no gozaban de muy buena salud, lo que a cualquier pareja hubiera desestabilizado, pero no a ellos. De la boca de Idelette nunca salió una queja. Calvino decía de ella que era «una mujer de raras cualidades» y «la fiel ayudante de mi ministerio». Un amigo de la familia la describía como «una dama sobria y honorable».
La vida en esos tiempos era difícil: epidemias, falta de medicamentos, revueltas sociales y políticas, persecuciones religiosas, etc. Tampoco se contaban con las facilidades de las cuales hoy gozamos para llevar a cabo las tareas domésticas. Pero esta dama «sobria y honorable» estuvo siempre a la altura de lo que de ella se requería.
Sin embargo, en la Providencia divina llegaron más aflicciones a esta piadosa familia. En 1542 nace el primer hijo de la pareja, Jaime, quien solo sobrevivió dos semanas. A esta gran pérdida, la respuesta fue: «El Señor nos ha afligido con una seria y honda herida…Pero Él mismo conoce lo que conviene a Sus hijos.» Tuvieron después una hija y un hijo, los cuales murieron también al nacer. La salud de Idelette fue deteriorándose cada vez más, pero esto no impidió que, aunque de forma lenta, cumpliera con sus deberes hogareños y para con el prójimo. Seguía recibiendo huéspedes, visitaba enfermos y hacía de su hogar un lugar donde se respiraba paz y armonía.
Para el año 1948 Idelette cae en cama. Según se cree padecía de tuberculosis, cada día se debilitaba, lo cual hacía necesario que la ayudaran a levantarse de su cama. Esta noble mujer pacientemente esperaba su muerte…Aún en este estado no se quejaba y estimulaba a su marido a seguir la obra que el Señor le había encomendado. Antes de morir, en medio de su fatiga, dio testimonio de la esperanza que albergaba en su corazón. El 29 de marzo, día en que muere, algunas de sus últimas palabras fueron: «¡Oh gloriosa resurrección!, ¡Oh Dios de Abraham y de todos nuestros padres, en Ti han confiado los fieles en las edades pasadas y ninguno ha confiado en vano! ¡Yo también esperaré! Ya sin fuerza alguna pidió: “Oremos, oremos, orad todos por mí». Calvino le susurra al oído palabras del amor de Cristo, y finalmente parte de este mundo con esa calma que también le caracterizó en vida.
A pocas semanas de morir, Calvino le escribe a un amigo lo siguiente: «Verdaderamente mi duelo no es común. He perdido a la mejor compañera de mi vida, una que, si le hubiera sido ordenado, hubiera compartido voluntariamente no solo mi pobreza, sino hasta mi muerte. Durante su vida fue ayuda fiel de mi ministerio. Por parte de ella no he tenido el menor estorbo. Nunca me causó problemas durante toda su enfermedad; estaba más ansiosa por sus hijos que por sí misma».
LO QUE SUSTENTABA UN CARÁCTER TAN NOBLE
¿Qué hacía que Idelette tuviera un carácter tan hermoso el cual es digno de imitar por nosotras las mujeres de este siglo XXI? ¿Por qué ella modeló una feminidad reconocida por otros como «sobria y honorable»? Creo que el mismo Calvino quien la definió adecuadamente nos da la idea.
- Era la mejor compañera de su vida. Ella cumplió con su rol de ayuda idónea. Ayudó, asistió, estimuló, creó la paz…no causó estorbo. Edificó no destruyó. Ella vivió para lo cual Dios la creó.
- Se comprometió a vivir junto con su esposo eso que declaramos al casarnos: Que seremos fieles el uno al otro, en salud o enfermedad, en pobreza o riqueza, en el bien o en la adversidad, hasta que la muerte nos separe. Era una mujer fiel a sus convicciones aún hasta el punto de dar su vida por ello.
- Modeló el amor según nos lo describe 1ª Corintios 13: supo lo que fue sufrir; fue benigna, hizo el bien a todo con quien tuvo contacto; no envidió, pues estaba contenta con su porción; no se jactó pues vivió a la sombra de su marido; no se envaneció, aun estando casada con el hombre más importante de toda Ginebra; nunca hizo lo indebido, lo cual testificaron de ella quienes la conocieron; no buscó lo suyo, ni aún siquiera en su enfermedad y lecho de muerte; no se irritó, aún teniendo muchas razones para ello, pues tanto Calvino como ella sufrieron muchos insultos e improperios; no guardó rencor; no se gozó en la injusticia. Toda su vida se basó en el gozo de la verdad. Sufrió, creyó, esperó y soportó.
- Fue hospitalaria. Su casa nunca dejó de albergar estudiantes, forasteros…aún siendo ella y Calvino personas con muchas dolencias y enfermedades.
- Era una mujer de gran fe y se aferró a la Soberanía de un Dios bueno, que como decían ellos: «Él sabía mejor lo que convenía a Sus hijos». Lo demostró en su exilio, viudez, en la pérdida de tres hijos, en su enfermedad y en su lecho de muerte.
- Conocía al Dios de las Escrituras. En sus últimos momentos apeló al Dios del Pacto, quien dijo que: «Ciertamente el bien y la misericordia le seguirán todos los días de su vida, y en la casa de Jehová moraría por largos días».
Esta mujer, al igual que muchas de su época y de otras épocas, no iba tras trivialidades. Sabía lo que había en juego: Defender la Verdad aún a costa de dar la vida. Conocía lo que era vivir como peregrina y por eso no estimó ninguna cosa a la que aferrarse. Cristo y su Palabra era lo único sólido y verdadero. Porque los Reformadores, sus esposas, y todos los que se involucraron en este movimiento, tomaron bien en serio a Dios y a las Escrituras, hicieron un impacto en su generación y a las venideras, en una de las cuales estamos tú y yo.
¿Qué estaríamos dispuestas a hacer para que en esta generación en que nos ha tocado vivir, Dios haga algo similar como lo hizo en aquellos días? Ella vivió buscando lo de arriba y para esa gloria venidera. ¿Lo haremos también nosotras?
«Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloria». Col.3:1-4
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