¿Cómo responde Jesús a cada clamor de nuestros corazones?

¿Alguna vez has acudido a los Salmos durante un tiempo de tormenta emocional? La mayoría de los creyentes han encontrado consuelo en este libro porque la prosa descriptiva parece dar voz a lo que están experimentando.  Muchas de nosotras tenemos salmos favoritos –quizás incluso alguno que hemos memorizado- los cuales nos dan esperanza en medio del dolor, temor, soledad o aflicción.

Si estudiáramos los Salmos en detalle, notaríamos ciertos patrones.  Y en los salmos más oscuros, los Salmos de Lamento, encontramos una estructura común. Trato algunos patrones en mi libro “Un corazón hecho libre”.  Pero uno de los patrones que quiero señalar es la manera en que el salmista con frecuencia se refiere a Dios como su salvación.

Sal. 51:14:  Líbrame de delitos de sangre, oh Dios, Dios de mi salvación; entonces mi lengua cantará con gozo tu justicia.
Sal. 109:26:  Ayúdame, SEÑOR, Dios mío, sálvame conforme a tu misericordia.
Sal. 74:12:  Con todo, Dios es mi rey desde la antigüedad, el que hace obras de salvación en medio de la tierra.
Sal. 13:5:  Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se regocijará en tu salvación.

Todo lo señala a Él

De este lado de la historia redentora, sabemos que Dios ha provisto para nuestra salvación a través de Su Hijo, Jesucristo.  Después de Su resurrección, Jesús se encontró con algunos discípulos en el camino a Emaús.  Ellos hablaban de lo que había ocurrido cuando Jesús fue crucificado y lo que ocurrió horas después.  No dándose cuenta de que estaban hablando con el Cristo resucitado, dijeron, “Pero nosotros esperábamos que Él era el que iba a redimir a Israel.” (Lucas 24:21)

Lucas continúa diciéndonos, “Entonces Jesús les dijo: ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrara en su gloria?  Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras.” (Lucas 24:25-27)

 

Todas esas historias que habían oído y leído en la Palabra de Dios a lo largo de su vida eran con respecto a Jesús.  Él era Aquél a quien todas señalaban. Como lo dice el subtítulo de la Biblia de historias de Jesús, “Cada historia susurra Su Nombre.” Incluyendo los Salmos.

Lo que esto significa es que Jesús satisface todos los clamores más profundos de nuestro corazón. Jesús es la respuesta definitiva a todo aquello por lo que el salmista clama. De la misma manera que el salmista acudió a Dios como su salvación en medio del dolor, aflicción y temor, así nosotras debemos recurrir a Cristo como nuestra salvación en medio de nuestras propias tormentas emocionales.

Y de la misma manera que el salmista reflexionó en quién es Dios y lo que Él ha hecho, asimismo nosotras debemos enfocarnos en todo lo que Dios ha hecho por nosotras en Cristo. Jesús vino a hacer lo que nosotras no podíamos hacer.  Él vino a vivir la vida que nosotras no podíamos vivir.  Él vino a hacer un camino para que nosotras fuésemos restauradas a una relación correcta con Dios.  Él vino a redimir, restaurar y hacer nuevas todas las cosas.

Él nos entiende

Cuando tememos, podemos recordar que, en la cruz, Cristo ha conquistado nuestro temor más grande –separación eterna de Dios. Como nos dice Romanos 8, “Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con El todas las cosas?” (Ro. 8:31-32) Podemos recordar que Cristo está con nosotras.  Él es nuestro consuelo, fortaleza, y esperanza en todos nuestros temores.

Cuando tenemos dolor, podemos recordar que el Varón de Dolores, nuestro Señor y Salvador, llevó nuestros dolores en la cruz. Cuando Él exclamó a gran voz diciendo, “DIOS MIO, DIOS MIO, ¿POR QUE ME HAS ABANDONADO?” (Mt. 27:46) Él estaba haciendo oír Su propio lamento.  Él estaba llevando nuestros pecados, recibiendo el justo castigo que nosotras merecíamos.

También podemos recordar que Dios recoge nuestras lágrimas en un frasco y oye todos nuestros clamores.  Podemos recordar que no se pierde ni una sola lágrima que derramamos; Dios usará todas y cada una para Su gloria y nuestro bien.  Pero principalmente, podemos recordar que viene un día cuando todas nuestras lágrimas serán limpiadas y no habrá más dolor.  Cuando Cristo regrese, todas las cosas serán hechas nuevas.

Cuando hemos sido rechazadas, podemos recordar que nuestro Salvador fue rechazado. Como dice, Isaías 53:3 “Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en aflicción; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado, y no le estimamos”.

Él fue rechazado por las personas que Él vino a salvar.  Fue abandonado por sus amigos más cercanos en Su hora más oscura.  Él sabe y entiende lo que es ser abandonado y estar solo. Pero porque Él fue a la cruz, hemos sido adoptadas en la familia de Dios. Somos parte de una comunidad eterna.  Con Cristo como nuestro hermano y coheredero, nunca estaremos solos.  Él nunca nos abandonará ni nos rechazará.

 

Cuando experimentemos pérdidas en nuestra vida, sea la pérdida de un ser amado, un sueño, o cualquier otra cosa, podemos recordar que nuestro Salvador supo de pérdidas.  Él conoció la aflicción.  Él lloró en la tumba de Su amigo Lázaro.  Pero porque Cristo perdió Su vida por nosotras, ahora tenemos vida nueva (Juan 10:10).

Como Pablo nos lo recuerda, en 2ª Corintios 4:16 “Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo, nuestro hombre interior se renueva de día en día. Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

Él es nuestra esperanza

Cualquiera que sea la prueba, dificultad o sufrimiento que experimentemos, Cristo es nuestra esperanza.  Él es la respuesta a todo nuestro dolor y aflicción. Como nos dice el escritor de Hebreos para animarnos “Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de El soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Considerad, pues, a aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra sí mismo, para que no os canséis ni os desaniméis en vuestro corazón. (He. 12:1-3 énfasis añadido).

Considera a Jesús, el Varón de Dolores. Aquél que oye cada clamor de nuestro corazón y El que dio respuesta a esos clamores con un clamor propio: “¡Consumado es!” (Juan 19:30).

Adaptado de “Cómo responde Jesús al clamor de nuestro corazón,” publicado originalmente en ChristinaFox.com

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Sobre el autor

Christina Fox

Christina recibió su título de licenciatura del Covenant College y de maestría en consejería, de la Universidad Atlantic de Palm Beach.  Escribe para varios ministerios y publicaciones incluyendo Desiring God y Gospel Coalition.  Es la editora de un blog de … leer más …


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