Hola Adversidad. Te hemos estado esperando. Por favor pasa y siéntete como en tu casa. ¿Te quedarás por algún tiempo? Eso nos imaginábamos.
Hemos oído mucho acerca de ti. Vimos que ya has visitado los hogares de nuestros amigos. Para ser honestos, hasta ahora estábamos atemorizados de tu llegada. Pero sabemos que tu estadía nos hará bien. Hemos prestado atención a lo que sucede cuando llegas de visita, y transcurre el tiempo. Hemos visto los resultados. Hemos observado que luego de haber pasado algún tiempo en el hogar de nuestros amigos, ellos se vuelven más fuertes, más enfocados en Cristo, más sabios y más compasivos.
Bueno, me refiero a algunos.
Has tenido el efecto contrario en otros. Se volvieron enojados, resentidos y rápidamente se volcaron a reacciones pecaminosas y hábitos autodestructivos. ¡Oh! cuánto deseamos evitar esos errores ahora que te encuentras aquí en la puerta de nuestra casa.
Enviada por el Maestro
Sabemos que sigues las órdenes de nuestro Maestro. Sabemos que Él te envió. También sabemos por qué te envió. Se debe a que Él nos ama y quiere que reorganicemos nuestra vida para que nos parezcamos más a Su Hijo. Aunque es difícil decirlo, Adversidad, queremos que te quedes todo el tiempo que el Maestro te pida.
Confiamos completamente en el Maestro, aunque –si somos honestos- ver que te mudas con nosotros sigue siendo difícil. No sabemos cuánto tiempo te quedarás. No sabemos qué cosas cambiarás, ni cómo se verá afectada nuestra vida diaria. Parece que traes mucho equipaje. Nos preguntamos de cuántas cosas tendremos que deshacernos para hacer espacio a todo lo que estás desempacando. ¡Esperamos que las cosas que has traído no sean terriblemente dolorosas! Sin embargo, sabemos que no fuiste tú quién las empacó. Tú solamente has traído lo que el Maestro escogió que nos trajeras.
De nuevo te decimos que confiamos en el Maestro. Él nos dijo que vendrías; y, desde que tengo memoria, nos hemos estado preparando para tu visita. A veces al prepararnos para recibirte, hemos recitado las palabras del Maestro, recordándonos Su amor y Su pacto con nosotros. Sabemos que Él está por nosotros, no contra nosotros.
Nuestra intención es cooperar
De manera que éste es nuestro compromiso, Adversidad. Mientras estés en nuestro hogar, no te ignoraremos ni fingiremos que no estás aquí. Tampoco te trataremos con resentimiento. No te menospreciaremos cuando te encontremos en el pasillo, ni refunfuñaremos porque has hecho que nuestra vida se vuelva difícil. Todos necesitamos hacer ajustes y espacio para ti en nuestra vida. Pero prometemos acogerte y ser anfitriones hospitalarios. Te recibiremos como lo que eres –un invitado temporal en nuestro hogar.
Entiendo que lo que estoy tratando de decirte es que cooperaremos. Sabemos que no podemos invitarte a salir. Y tampoco queremos sacudirte de nuestros pies con ira ni abandonar nuestro lugar como prófugos cobardes. Para nosotros, ser tus anfitriones equivale a ser fieles. Queremos ser fieles y probar nuestra lealtad al Maestro. Fieles a Él de la manera que Él lo ha sido con nosotros.
Muy pronto –ya sea antes de que te vayas, o justo después- nos mudaremos. Nuestro Maestro está preparándonos un nuevo lugar para vivir. Nuestra nueva morada estará fuera de tus límites, Adversidad. El Maestro no te permitirá la entrada en aquel hogar. Solo en éste. Solamente ahora. Temporalmente. Y únicamente para nuestro bien –a fin de que estemos listos para el día de la mudanza.
Por tanto, pasa. Siéntete como en casa. Como dije antes, te hemos estado esperando.
Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo… Por consiguiente, los que sufren conforme a la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien (1ª P. 4:12, 19).
Y después de que hayáis sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que os llamó a su gloria eterna en Cristo, Él mismo os perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá. A Él sea el dominio por los siglos de los siglos. Amén (1ª P. 5:10-11).
¿Ha llegado Adversidad a las puertas de tu casa? ¿Se ha mudado y reajustado tu vida por completo? Si es así ¿cómo has reaccionado? ¿Con resentimiento o negación? ¿Has tratado de sacudirla de tus pies o has huido? ¿Cómo puedes hacer que Adversidad se sienta como en casa, encomendándote a los planes de tu Maestro? ¿Cómo te puedes preparar para el día que llegue Adversidad? Recuerda, en un poco de tiempo te estarás mudando. ¡Jesús está preparando un hogar libre de adversidad para ti!
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