En el año 2011 sucedió un cambio inesperado en mi vida. Tenía 19 años cuando mi madre tuvo que irse a vivir a otro país, luego de estar acostumbrada a estar con ella y ver a mi familia unida, las cosas dieron un giro inevitable, mis padres se separaron y empecé a vivir con mis dos hermanas menores y mi padre. Las cosas empezaron a cambiar, pues, tuve que aprender a ser responsable de cosas que no estaba acostumbrada, como cuidar mi hogar y velar por mis hermanas y mi padre.
En medio de todo esto, Dios estaba obrando y haciendo algo hermoso, pues todas las cosas ayudan a bien a los que le aman (Romanos 8:28). En la iglesia Dios me proveyó de hermanas en Cristo que velaban por mi corazón, mi vida espiritual, emociones y aún estaban pendientes de mis necesidades materiales. Estas hermanas me mostraron el ejemplo vivo de Tito 2, me enseñaban sobre la Palabra de Dios, acerca de feminidad bíblica, de abrazar mi diseño dado por Dios y los roles a los que me ha llamado. Dios me mostró su amor y cuidado a través de ellas.
Había una petición de oración en mi corazón y era poder reencontrarme con mi madre, por diversas razones pasaban los años y no podíamos viajar una a la otra, hasta que un día el Señor respondió nuestra oración. En el año 2018 pude visitar a mi madre, la espera valió cada segundo, luego de 7 años la vi otra vez, nos abrazamos y agradecí al Señor. Este día se convirtió en uno de los días más hermosos de mi vida.
Dios me enseñó en medio de la espera a conocerle más, aprendí que:
- Dios escucha nuestra oración, pero, la responde conforme a su perfecta y buena voluntad.
- Confiar en Él nos ayuda a permanecer firmes y agradecidas en la espera.
- El tiempo de Dios es perfecto, todo tiene su hora, y es la mejor para nosotros.
- Al ver la respuesta del Señor nuestra fe crece y nos recuerda cuán grande es Él.
- Dios es un Buen Padre que quiere lo mejor para sus hijos.
Este reencuentro con mi madre me hace reflexionar y meditar en aquel día en que nos volveremos a encontrar con Cristo, Él viene a buscar a su pueblo y será un hermoso encuentro con nuestro Rey. Podemos confiar en sus promesas, algunas de ellas nos son recordadas en los siguientes versículos:
- Debemos ser pacientes hasta la venida del Señor. Santiago. 5:7
- Cristo aparecerá por segunda vez, para salvación de los que ansiosamente le esperan. Hebreos 9:28
- Él Señor está preparando un lugar para nosotros, para estar donde Él está. Juan 14:3
- Cristo viene pronto para recompensar a cada uno según su obra. Apocalipsis 22:12
La Palabra de Dios nos manda a esperar, velar, estar preparados para ese día, pues, aunque no sabemos el día ni la hora en que vendrá, Él ciertamente volverá. Glorioso aquel día en que le veremos y estaremos por siempre con Él.
«El que testifica de estas cosas dice: Sí, vengo pronto. Amén. Ven Señor Jesús». Apocalipsis 22:20
¿Alguna vez te has sentido desesperada o impaciente por una oración sin contestar? ¿De qué manera has encontrado paz en medio de la espera? Comparte con nosotras en nuestra sesión de comentarios.
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