La enseñanza de Cristo
Leslie Basham: Aquí está Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy Leigh DeMoss: Algunas de ustedes pueden estar familiarizados con un vídeo, un DVD titulado “Moldeador de sueños”. Es la historia sobre un profesor llamado Guy Doud. Él era un profesor de secundaria y tenía un corazón para sus estudiantes. Este hombre encontró maneras increíblemente innovadoras y creativas para motivar a sus alumnos a aprender. Él tomó interés personal en sus estudiantes, y como maestro tuvo un impacto significativo en sus alumnos. Pues bien, en 1986 Guy Doud fue invitado a la Casa Blanca, donde fue honrado por el presidente Reagan como el maestro nacional del año.
Hoy queremos mirar al hombre que tendría que ser honrado como el más grande maestro de todos los tiempos.
Leslie: ¿Quién fue el mejor maestro que jamás haya existido? Vamos a estudiar esta pregunta a medida que Nancy …
Leslie Basham: Aquí está Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy Leigh DeMoss: Algunas de ustedes pueden estar familiarizados con un vídeo, un DVD titulado “Moldeador de sueños”. Es la historia sobre un profesor llamado Guy Doud. Él era un profesor de secundaria y tenía un corazón para sus estudiantes. Este hombre encontró maneras increíblemente innovadoras y creativas para motivar a sus alumnos a aprender. Él tomó interés personal en sus estudiantes, y como maestro tuvo un impacto significativo en sus alumnos. Pues bien, en 1986 Guy Doud fue invitado a la Casa Blanca, donde fue honrado por el presidente Reagan como el maestro nacional del año.
Hoy queremos mirar al hombre que tendría que ser honrado como el más grande maestro de todos los tiempos.
Leslie: ¿Quién fue el mejor maestro que jamás haya existido? Vamos a estudiar esta pregunta a medida que Nancy Leigh DeMoss continúa la serie El Cristo incomparable en Aviva Nuestros Corazones.
Nancy: El Cristo incomparable es acerca de quién estamos hablando en esta serie. Hoy queremos conocerlo como un maestro. Nunca ha habido y nunca habrá un maestro como Cristo.
De hecho, una noche, un hombre llamado Nicodemo, que era un maestro sabio y respetado, busco a Jesús y le dijo. “Sabemos que has venido de Dios como maestro…” en Juan capítulo 3.
De manera que Nicodemo sabía que Jesús no era un maestro común. No era un rabino ordinario. En realidad no había nadie como Él, porque Él había venido de Dios.
Los evangelios se refieren a Jesús como un maestro en más de 40 ocasiones. Jesús siempre estaba enseñando. Él era capaz de revelar la verdad y la perspectiva eterna en momentos cotidianos de la vida y en conversaciones. Eso es lo que hace un buen maestro. Él siempre condujo conversaciones de tal forma que le diera a la gente el punto de vista de Dios en todo lo que se estaba hablando.
Jesús fue un maestro que—a diferencia de algunos profesores que pudimos haber tenido en el pasado—Su enseñanza era convincente. Llamaba la atención, y desde el primer momento su enseñanza atrajo grandes multitudes. Mientras se propagaba de boca a boca, la gente venía desde muy lejos solo para escuchar a Jesús enseñar.
Mateo capítulo 4 nos dice:
“Y Jesús iba por toda Galilea, enseñando en sus sinagogas y proclamando el evangelio del reino…Y le siguieron grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán” (vv.23-25).
Así que aquí está Jesús enseñando en la región norte de Galilea, y la gente lo escuchaba, la palabra se extendía, y venían de todas estas distancias para escuchar este nuevo rabino que enseñaba. La enseñanza de Jesús no solo atrajo grandes multitudes, pero una vez la gente era atraída, Su enseñanza provocaba y causaba asombro. Esto se ve a lo largo de todos los evangelios.
Mateo capítulo 5 versículo 1 dice: "Cuando vio las multitudes, subió al monte, y después de sentarse, sus discípulos se acercaron a él. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo…"Ahora, ¿qué le sigue a este versículo? Mateo 5, ahí comienza el Sermón del Monte. Así que Mateo 5, 6 y 7, se trata de lo que Jesús enseñó a los que vinieron. Al estudiar este texto, da la impresión de que esto comenzó como una pequeña reunión y que después otros se unieron al grupo. Al final del Sermón del Monte, hay una gran multitud reunida allí en aquel monte.
Así llegamos al final del Sermón del Monte, Mateo capítulo 7, y dice: "Cuando Jesús terminó estas palabras, las multitudes se admiraban de su enseñanza...” (v. 28). Si tienes la NVI, dice que se “asombraban” de Su enseñanza. Esa palabra traducida como ‘asombraban’ en griego es ekplesso. La palabra significa literalmente que “fueron deslumbrados”. Ellos se quedaron atónitos. Ellos se sorprendieron. Ellos se asombraron.
Pero esa no fue la única vez. En Mateo capítulo 13 en el versículo 53 dice,
“Y sucedió que cuando Jesús terminó estas parábolas, se fue de allí. Y llegando a su pueblo, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que se maravillaban, otra vez la palabra griega, y decían: ¿Dónde obtuvo éste esta sabiduría y estos poderes milagrosos? ¿No es éste el hijo del carpintero?”(vv. 53-55)
¿Te das cuenta? Las enseñanzas de Jesús eran diferentes a todo lo que ellos habían oído antes. No era más que el "hijo del carpintero". Ellos no esperaban que un comerciante tuviera este tipo de sabiduría. Después de todo, Jesús no tenía formación en el seminario. No tenía algún título de postgrado. Él obtuvo Su sabiduría de, ¿dónde? de Dios mismo. Él era un estudiante de la Palabra de Dios. Ellos no estaban acostumbrados a escuchar de maestros que recibieran su sabiduría directamente de Dios.
A medida que continuamos en ese pasaje, llegamos al versículo 57 de Mateo capítulo 13, y te das cuenta de que la reacción—aunque estaban asombrados—no siempre fue positiva. Dice: "Y se escandalizaban a causa de Él”. Pero ¿No es cierto que también hoy día cuando muchos escuchan las enseñanzas de Jesús se ofenden y las rechazan? Tal vez no lo encuentran lo suficientemente sofisticado como para los tiempos modernos. Porque la enseñanza de Jesús no encaja con la sabiduría convencional, que va en contra de nuestra cultura.
Veamos otra instancia, en Marcos capítulo 1, donde la gente se admiraba de las enseñanzas de Jesús.
Marcos capítulo 1, “Entraron en Capernaúm; y enseguida, en el día de reposo entrando Jesús en la sinagoga comenzó a enseñar. Y se admiraban, la palabra de nuevo, de Su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.” (vv. 21-22)
En algunas de sus traducciones se les llama a los escribas ‘maestros de la Ley’. Estos eran hombres que eran expertos en la Ley Mosaica. Pasaban sus vidas estudiando los detalles minuciosos de la Ley Mosaica. La enseñaban, de manera que ellos interpretaban la Ley y la interpretaban para otros. Eran expertos en la Ley, los escribas. Versículo 27. “Y todos se asombraron...” Ahora, aquí se usa una palabra griega diferente. Es una palabra que significa “estupefacto” o “atónitos”. “…de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad!”.
La enseñanza de Jesús fue, en muchos aspectos, un contraste con la enseñanza que estaban acostumbrados a oír de los escribas y los maestros y los líderes religiosos. Echemos un vistazo a algunas de las formas en que la enseñanza de Jesús era diferente. Por ejemplo, los rabinos y los escribas y los maestros religiosos a menudo citaban a otros rabinos y maestros. Tomaban ideas prestadas de fuentes humanas. Ellos exponían la tradición. Pero la palabra que se usa aquí en relación a la exposición de Jesús y la autoridad con la que Él hablaba, hace referencia a una autoridad dentro de Él mismo, no a una autoridad derivada de otros. Su mensaje venía de Su Padre. Poseía autoridad divina.
Los escribas y maestros de la ley a menudo se centraron en los detalles, en las minucias de la ley. Colaban los mosquitos y se tragaban el camello, dijo el mismo Jesús (ver Mateo 23:24). Pero Jesús se centró en asuntos de significado eterno. Él enseñó cosas que realmente importaban. Él volvía una y otra vez al mismo mensaje básico acerca del Reino de Dios, del Rey de ese Reino, y lo que significaba ser un súbdito de ese Reino.
Los comentaristas dicen que si lees el Talmud—donde los escribas escribían sus dichos—a menudo es difícil seguir las complejas divagaciones y el razonamiento de los líderes religiosos. Pero la enseñanza de Jesús, por el contrario, realmente tenía sentido. Era ordenada. Iba al grano. La gente común podía entenderlo.
Aquí hay otro contraste. Los sermones de los escribas eran a menudo confusos y engañosos (Mat 5:21). Pero los sermones de Jesús eran directos, y hablaba, pura y simplemente, la verdad.
La enseñanza de los escribas era a menudo seca y aburrida. No tenía la intención de conectar con la gente común—ellos básicamente hablaban de sí mismos. Pero la enseñanza de Jesús era agradable. Capturó la atención de multitudes, incluidos los niños. Recuerda que no había guarderías para los más pequeños. Jesús despertaba el interés de sus oyentes con historias, con ilustraciones, con descripciones visuales, y con parábolas.
Su enseñanza no estaba cargada, no era formal, y no estaba por encima del entendimiento de la gente común. No abrumaba ni confundía a los oyentes con grandes palabras, o con argumentos eruditos. Usó ejemplos cotidianos, lecciones prácticas. Conectó con hombres comunes y con los corazones de la gente. Él era un gran narrador.
Su enseñanza era bastante simple de comprender para los niños pequeños o para personas de poca educación. Sin embargo, fue también lo suficientemente profunda como para desafiar a personas como Nicodemo, que habían estudiado las Escrituras durante años.
Aquí hay otro contraste. Los escribas y los otros líderes religiosos, a menudo eran motivados por la codicia, por mantener las apariencias. Tenían el deseo de recibir la alabanza de los hombres. ellos querían que otras personas dijeran cuán grandes maestros ellos eran. Ellos no estaban motivados, muchos de ellos, por el amor genuino hacia las personas que enseñaban.
Pero Jesús sin embargo ¡Jesús realmente amaba a la gente! Estaba motivado por la compasión. Él estaba preocupado por el bienestar eterno de Sus oyentes. Recuerda lo que pasó en Marcos 6, donde dice: "Al desembarcar, Él vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor…” Ellos estaban vagando, sin rumbo, y desvalidos e indefensos. Entonces, ¿qué hizo Él? Su compasión le movió, “y comenzó a enseñarles muchas cosas" (v. 34). Él fue el gran Pastor. Dirigió Sus ovejas y se preocupaba por ellas por su enseñanza.
Hubo otras cosas que hacían de Jesús un gran maestro. Él conocía a Sus estudiantes. Él conocía Sus corazones. No hay maestro en el reino de los humanos que pueda conocer los corazones de sus alumnos. Él no le habló solo a sus mentes, sino que habló palabras que penetraron, que traspasaron, y cambió sus corazones.
Él no solo conocía Sus estudiantes, sino que sabía lo que Sus estudiantes necesitaban escuchar, y eso es lo que Él les dio, sin importar si eso es lo que ellos querían escuchar o no. Independientemente de su respuesta, Él sabía lo que realmente ellos necesitaban, y eso fue exactamente lo que les dio.
Habló palabras a tiempo, las palabras que llenaban las necesidades de los oyentes. A veces, esas palabras eran cosas difíciles de oír. Él dijo por ejemplo: "No te preocupes por nada" (ver Mateo 6:25). Habló contra la ansiedad, contra la codicia, contra la hipocresía, y contra el divorcio. Habló de personas que pensaban que estaban sirviendo a Dios, pero que un día llegarían a estar delante de Dios y que Él les diría: "Jamás os conocí. Apartaos de mí, los que practicais la iniquidad."(Mateo 07:23)
Si quieres ser un maestro popular, ese no es exactamente el camino a seguir, especialmente cuando tú estás hablando a los líderes religiosos. Pero Jesús habló lo que Sus oyentes debían escuchar. Ya fueran niños o padres o paralíticos o fariseos, o quien quiera que fuera, Él habló lo que ellos necesitaban oír.
Marcos capítulo 12 dice: "Y cuando ellos llegaron, le dijeron: ‘Maestro, sabemos que eres veraz y que no buscas el favor de nadie, porque eres imparcial, y enseñas el camino de Dios con verdad…” (v.14). Jesús no tenía temor de los hombres. Él amaba a Dios, y no estaba tratando de ganar un concurso de popularidad. Él amaba a la gente, y sabía darles lo que necesitaban.
Él no solo conocía a sus estudiantes y lo que ellos necesitaban escuchar, Él también conocía la Escritura. Conocía las Escrituras del Antiguo Testamento. Él no tenía una formación en el seminario formal o de grados avanzados. Él era un estudiante de la Palabra de Dios. De hecho, los evangelios nos dicen que Él citó al menos 24 libros del Antiguo Testamento. Me pregunto cuántas de nosotras podríamos hacerlo, sin necesidad de abrir nuestra Biblia, y citar 24 libros del Antiguo Testamento.
Jesús no estaba enseñando para impresionar a la gente con lo mucho que sabía sobre el Antiguo Testamento, sino que utilizaba la Palabra para apuntar a las personas hacia Dios y hacia Su Reino; les ayudaba a entender la Palabra. Les mostró cómo se conectaba a su vida y lo que Dios estaba haciendo en este mundo.
Jesús también fue un gran maestro, debido al poder de un mensaje de vida. Su vida validó Su mensaje. En otras palabras Él vivía lo que enseñaba. Su vida respaldaba Sus palabras y Él era coherente con todo lo que enseñaba. Nunca hubo una contradicción entre lo que hizo y lo que dijo. Él dijo: "Bienaventurados los mansos", y luego dijo:"Yo soy manso y humilde de espíritu."
No se limitó a hablar de la oración, ¡Él de hecho oró! Cuando dijo: "Amad a vuestros enemigos, perdonad a los que os persiguen", Él no solo ofreció teología teórica. Él modeló lo que era devolver bien por mal, perdonar a sus enemigos, para amarlos y orar por ellos.
Y, por cierto, para aquellas de nosotras que estamos involucradas en enseñar la Palabra a otras—ya seas una mamá que provee escuela en el hogar, o quizás enseñas en un grupo pequeño que tiene una relación de discipulado uno a uno—hay tanto poder en el mensaje de tu vida. Una cosa para mí es simplemente enseñar la verdad a través de este ministerio, pero el poder viene cuando puedo decir, "Imítame como yo imito a Cristo". Cuando tengo un mensaje de vida. No que sea perfecta, pero estoy honestamente intentando seguir a Cristo en las cosas que estoy enseñando a otras. Es de ahí de donde viene el poder. Porque hay poder en un mensaje de vida.
Jesús no solo enseñó a grandes multitudes. A veces la gente se pregunta, "¿Cuántas personas hay en la audiencia escuchándome enseñar?" Jesús pasó mucho tiempo centrado en la enseñanza de un pequeño grupo de 12 discípulos. Y luego, más tiempo aún, con un grupo más reducido, de tres de los discípulos que pasaron mucho tiempo con Él.
¿Qué estaba haciendo Jesús? ¿Por qué se enfocaba Él en este grupo más pequeño? Él estaba entrenando y preparando a Sus discípulos para llevar a cabo Su misión después de Su muerte, de Su resurrección y de Su ascensión al cielo. Él fue intencional al invertirse en ellos. Su intención era que cuando Él dejara esta tierra, ellos enseñaran a otros lo que Él les había enseñado. Y esos que Él enseñaba, luego enseñarían a otros, y de esta forma pasarían el testigo de la Verdad de una generación a otra.
Jesús enseñó a sus discípulos, al pasar tiempo con ellos. Vieron cómo vivió y vieron Su carácter cuando no había mucha gente alrededor; cuando no había nadie a quien impresionar. Él les dio la libertad de hacer preguntas, y entonces respondió esas preguntas. Usó experiencias cotidianas como momentos de enseñanza.
Algunas de ustedes pueden estar familiarizadas con el nombre de Howard Hendricks. Se conocía con el nombre de "El profesor" durante los 60 años que enseñó en el Seminario Teológico de Dallas. Se retiró hace unos años a la edad de 82 años. Era muy querido por toda una generación de estudiantes, y por muchos, como yo, que no fuimos a su seminario, pero que escuchamos sus mensajes muchas veces a lo largo de los años. Sus enseñanzas y sus conferencias nunca fueron aburridas, y nunca ha habido un profesor más citado y citable que él.
El Profesor Hendricks dice:
En mis años de formación en el aula me enteré de que mis estudiantes estaban buscando desesperadamente "cómo" poner la verdad cristiana en la vida práctica, y decidí arriesgarme a tener encuentros cercanos con ellos para permitir que ellos me vieran a mi; para poder ser su guía, un facilitador—no para producir pecadores más inteligentes, sino para guiar a un hombre o a una mujer a ser más como Jesucristo. Mi objetivo no era solo informativo, sino transformador.
Eso me recuerda la enseñanza de Jesús. Su enseñanza no estaba esparciendo información ni llenando cabezas y cuadernos. Él estaba enseñando para ver vidas transformadas. Él dijo: "Las palabras que yo os he hablado, son vida". (Juan 6:63)
Y por cierto, esa es mi carga por el ministerio de Aviva Nuestros Corazones. Lo ha sido a través de todos estos años que hemos estado en el aire. Mi carga es que las mujeres no solo llenen sus cabezas y sus cuadernos con más contenido, sino que ellas sean fascinadas, detenidas, confrontadas por la verdad, y que respondan a ella, que se debatan con ella, y que sus corazones, sus vidas y sus mentes sean cambiadas por esa verdad, que seamos transformadas juntas por las enseñanzas de Jesús, y seamos hechas a su semejanza.
Al pensar en la enseñanza de Cristo, permíteme sugerir otras dos aplicaciones, mientras consideramos a Cristo como maestro. En primer lugar tenemos que recordar que Su doctrina es la verdad absoluta. Tiene un peso y una autoridad absoluta. Cuando Cristo habla, Dios habla. Es potente, con autoridad, y se impone sobre nuestras vidas.
La enseñanza de Cristo es eterna. Nunca se vuelve obsoleta. Hemos visto que algunas cosas que se enseñaban en las aulas hace 20, 30 ó 40 años, eran incorrectas. Las nuevas evidencias y los nuevos estudios demuestran que no era así. Por el contrario la enseñanza de Cristo nunca se vuelve obsoleta. Es eternamente relevante. Es relevante para cada persona en todas las culturas en todos los períodos de tiempo de la historia. Su enseñanza se aplica a tu vida actual, para cada relación y para cada situación en que te encuentres. El desafío es escuchar, y dejar que transforme tu vida.
Alguien de nuestro equipo me decía el otro día—ella nos ha estado siguiendo a lo largo de esta serie… que después de leer este capítulo acerca de la enseñanza de Cristo del libro de Oswald Sanders “El Cristo incomparable”, me dijo: “Ese capítulo me hizo querer ser un estudiante experto. Si el autor de este libro (de la Biblia) es el gran maestro de todos los tiempos, sería una locura no leerlo”. Espero que este sea el efecto que causen en ti las enseñanzas de Cristo.
Y una idea final. No estamos solo para ser beneficiarias de la enseñanza de Cristo, sino que debemos llegar a ser canales de su enseñanza, siempre aprendiendo y creciendo, pero siempre pasándola a otros. Eso no es solo para las personas como yo que tienen un micrófono, una plataforma, un programa de radio, y escribo libros. Eso es para gente como tú. Todas nosotras estamos llamadas como Cristo, a ser maestras.
Jesús dijo, cuando Él estaba a punto de ascender al cielo: " Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado...” (Mateo 28:19-20). Jesús nos manda, como sus discípulos, a enseñar a otras lo que Él nos ha enseñado.
"Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, con toda sabiduría enseñándoos y amonestándoos unos a otros…” (Colosenses 3:16). Podemos hacer eso en la vida cotidiana y en los contactos cotidianos e intercambios, en Twitter, Facebook y a través del correo electrónico—enseñando a otros lo que Dios nos ha enseñado.
"Pues aunque ya debierais ser maestros…” dice Hebreos capítulo 5. El reproducirse en otros y enseñar lo que Dios te ha enseñado a ti a través de Su Palabra es una evidencia de madurez espiritual.
Y como mujeres, muy particularmente, tenemos este mandato. Las mujeres de edad “deben enseñar lo que es bueno, y así entrenar a las mujeres jóvenes…para que la palabra de Dios no sea blasfemada”. (Ver Tito 2:3-5).
Amigas, no es necesario un aula formal. Tú no necesitas 22 estudiantes sentados en sillas mirándote a los ojos. Tú ya tienes estudiantes.
- Las personas que te rodean.
- Tus hijos.
- Las personas en tu lugar de trabajo.
- Las personas con las que te conectas de diversas maneras en tu iglesia y en tu comunidad.
Busca la forma de dirigir la conversación hacia lo eterno y hacia las necesidades del corazón de aquellas que están a tu alrededor.
Leslie: Nancy Leigh DeMoss estará de vuelta para orar. ¿Habías considerado antes la importancia de Jesús como maestro? Este mensaje me ha abierto los ojos a esta parte importante del ministerio de Jesús. Esta serie completa ha sido muy edificante. La serie se titula, El Cristo incomparable. Está abriendo mis ojos a varios aspectos de la vida de Cristo y de Su ministerio, día a día.
Cuando las mujeres están en contacto con la Palabra de Dios de esta manera, es algo poderoso. Da forma a las actitudes, comportamientos y decisiones. Por ejemplo, Jennifer, una hermana de Chile, nos escribió para dejarnos saber lo mucho que aprecia los mensajes de Aviva Nuestros Corazones. Ella nos escribió,
¡Gracias al Señor por este ministerio! Tengo 22 años, y la primera vez que escuche a Nancy en uno de sus programas de radio, me di cuenta de muchas cosas que como mujer no estaba haciendo bien. Ahora a través de esta serie he podido ver que tengo muchas cosas que presentarle al Señor para que Él las ordene en mi vida. Nancy ha sido un gran apoyo en mi desarrollo como mujer. Ha sido como una madre para mí.
Otras hermanas como Jennifer pueden escuchar Aviva Nuestros Corazones cada día gracias a los oyentes que apoyan el ministerio financieramente. Si deseas hacer una ofrenda, te invitamos a visitar nuestra página, AvivaNuestrosCorazones.com.
La persona más talentosa, inteligente y capaz que jamás vivió fue también la más humilde. Hablaremos de esto mañana en Aviva Nuestros Corazones.
Nancy concluyó el mensaje de hoy animándonos a enseñar a otras lo que nosotras hemos aprendido acerca de Jesús. Ella ahora viene para orar para que podamos vivir esto en nuestra vida diaria:
Nancy: Padre, te pido que, tal y como Tú nos has enseñado, nos hagas canales de Tu enseñanza en las vidas de los demás. Gracias por las enseñanzas de Cristo. Gracias Señor por enseñarnos por medio de tu Espíritu Santo. Oro para que nuestros corazones, en este día, sean atrapados por la enseñanza de Tu Palabra, que podamos recibirla, que podamos abrazarla, que podamos estudiarla, que podamos meditar en ella, y que nuestras vidas sean transformadas por ella. Y que nosotras a su vez podamos ser maestras de otras, que podamos enseñarlo que Tú nos has enseñado y que así podamos adornar en todo la Palabra de Dios. Oramos en el nombre de Jesús, amén.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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