¿Es Dios realmente bueno?
Annamarie Sauter: ¿Cómo es posible que un Dios bueno permita las dificultades?
Nancy: Cuando tienes un niño enfermo y se mejora, dices: «Dios es tan bueno. Él sanó a mi hijo». Bueno, eso es cierto. Dios es bueno. Y Él sanó a tu hijo. Pero, ¿puedes todavía mirar a los ojos de Dios cuando tus ojos están llenos de lágrimas y tu hijo no sana y decir: «Dios sigue siendo bueno»? Nuestro punto de vista es muy limitado. No podemos ver y saber lo que Dios ve y lo que Dios sabe.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. La lectura bíblica para hoy es Ezequiel capítulos 37 al 39.
Hoy damos inicio a una serie de dos programas titulada, «Mentiras que las mujeres creen acerca de Dios». Nancy comienza leyéndonos algo que una mujer compartió con ella.
Nancy …
Annamarie Sauter: ¿Cómo es posible que un Dios bueno permita las dificultades?
Nancy: Cuando tienes un niño enfermo y se mejora, dices: «Dios es tan bueno. Él sanó a mi hijo». Bueno, eso es cierto. Dios es bueno. Y Él sanó a tu hijo. Pero, ¿puedes todavía mirar a los ojos de Dios cuando tus ojos están llenos de lágrimas y tu hijo no sana y decir: «Dios sigue siendo bueno»? Nuestro punto de vista es muy limitado. No podemos ver y saber lo que Dios ve y lo que Dios sabe.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. La lectura bíblica para hoy es Ezequiel capítulos 37 al 39.
Hoy damos inicio a una serie de dos programas titulada, «Mentiras que las mujeres creen acerca de Dios». Nancy comienza leyéndonos algo que una mujer compartió con ella.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Una mujer escribió y compartió conmigo, cómo ella tuvo cuatro hijos sanos, y entonces Dios le dio un par de gemelos, y uno de ellos con síndrome de Down. Y nos compartió cómo esta niña es un reto increíble.
Luego ella quedó embarazada de nuevo, y esta vez tuvo un hijo que nació con un problema pulmonar. Ella tenía que limpiar sus pulmones con el fin de que él fuera capaz de respirar. Y ella nos dijo, «ahora él puede respirar, pero debido a la falta de oxígeno, terminó con parálisis cerebral».
Ella dijo: «Él no puede tragar, no sonríe cuando juegas con él». Y luego esta parte que ella comentó: «Mi corazón está muy triste. Es como si mi hijo hubiera muerto, solo tengo que seguir haciendo todo por él». Y entonces aquí está el verdadero corazón de por qué esta mujer escribió. «¿Es Dios realmente bueno? ¿No comete ningún error?»
Quiero decir que no solo somos las mujeres las que creemos estas mentiras. Pero estas son las mentiras que las mujeres han compartido conmigo acerca de lo que ellas se han encontrado creyendo de Dios y a veces, son cosas con las que he luchado en mi propia experiencia. Nada es más importante que lo que tú y yo creemos acerca de Dios. De hecho, lo que creemos acerca de Dios es el fundamento de todo lo demás en nuestras vidas.
Si tenemos pensamientos erróneos acerca de Dios, vamos a tener un pensamiento equivocado en todo lo demás. Porque lo que lo que creemos acerca de Dios al final determina la forma en que vivimos.
Y quiero que veamos una de esas mentiras en el día de hoy. Es una mentira a la que esta mujer se refirió en la carta que nos hablaba acerca de sus hijos. Es la mentira de que Dios no es realmente bueno. Si lo fuera, Él hubiera __________ llena tú el espacio en blanco; o, si realmente fuera bueno, Él no hubiera ___________ llena el espacio en blanco.
Ahora, la mayoría de nosotras, aunque no conscientemente, creemos que Dios no es realmente bueno. Y si lo sentimos, nunca nos atreveríamos a decirlo en voz alta: «Dios no es bueno», porque tenemos un mejor conocimiento teológico. Sabemos en nuestras cabezas que Dios es bueno. Pero yo creo que en el fondo de muchos de nuestros corazones, como mujeres, tenemos la sospecha al acecho: «Sí, Dios puede ser bueno con todo el mundo, pero Dios no ha sido bueno conmigo».
Permíteme llevarte hasta Génesis capítulo 1, y mira lo que Dios hizo y luego mira su descripción. Todo lo que Dios hizo era bueno. Por supuesto que lo era porque era un reflejo de un Dios bueno. Pero cuando Satanás quiso tentar a la mujer a rebelarse contra Dios, plantó en su mente la semilla de la duda sobre la bondad de Dios.
Cuando la turbulencia viene a nuestras vidas: la decepción, el dolor, cuando perdemos a nuestros seres queridos, cuando las cosas no salen como esperábamos o como planeábamos, Satanás nos tienta a preguntar, «¿es Dios realmente bueno? Si lo fuera, ¿cómo pudo permitir que esto sucediera? ¿Cómo permitió que mi marido me abandonara? ¿Cómo pudo dejar que mis padres me trataran así? ¿Cómo pudo permitir que perdiera mi trabajo? O bien, ¿por qué Dios retiene este bien de mí?»
Yo escucho de muchas mujeres solteras que dudan en su corazón de la bondad de Dios, porque Dios no les ha traído el marido que están anhelando. No solo es verdad, por cierto, a nivel personal, es verdad en nuestro mundo. Esta es una de las cosas que la gente realmente cuestiona acerca de Dios.
Cuando miramos a este mundo caído, las guerras, el hambre, los desastres naturales, todas estas cosas son una realidad. Satanás usa estas realidades para tratar de poner a Dios bajo una luz negativa. ¿Cómo puede un Dios verdaderamente bueno dejar que el Holocausto o la hambruna en Etiopía sucedieran?
Y una vez que dudamos de la bondad de Dios, vamos a encontrar dificultad para confiar en Dios. No puedes confiar en un Dios que no es bueno. Ahora, ¿cómo contrarrestar esa mentira en nuestras mentes y en nuestros corazones? Si tenemos al acecho la sospecha de que tal vez Dios realmente no es bueno…Tal vez estás en una época en tu vida donde es tentador pensar: «Dios, realmente no ha sido bueno conmigo». ¿Cómo podemos contrarrestar eso? Bueno, las mentiras siempre deben ser contrarrestadas con la verdad. Reemplazamos las mentiras, desplazamos las mentiras con la verdad. Y la verdad es que Dios es bueno. Él es bueno.
Yo estaba buscando este fin de semana a través de los salmos, y encontré trece referencias que señalan que «Dios es bueno». Una y otra vez el cancionero de Israel afirma que Dios es bueno. El Señor es bueno. También dice que Su nombre es bueno, Su amor es bueno, Su misericordia es buena, Sus juicios son buenos, y Su Espíritu es bueno. Él es bueno ya sea que sus decisiones para nosotras parezcan correctas o no, si lo sentimos o no, ya sea que parezca verdad o no, o si Él nos da todo lo que queremos o no.
El Dr. Larry Crabb ha escrito un libro maravilloso titulado «Encontrando a Dios». Y él habla de este asunto de la bondad de Dios. Él dice: «Hay que llamar a Dios bueno, incluso cuando sufrimos, porque Él lo es. Y cuando las cosas van bien, hay que llamarlo bueno por razones que van más allá de nuestras bendiciones inmediatas».
Cuando tienes un niño enfermo y se mejora, dices: «Dios es tan bueno. Él sanó a mi hijo». Bueno, eso es cierto. Dios es bueno. Y Él sanó a tu hijo. Pero, ¿puedes todavía mirar a los ojos de Dios cuando tus ojos están llenos de lágrimas y tu hijo no sana y decir: «Dios sigue siendo bueno»? Nuestro punto de vista es muy limitado. No podemos ver y saber lo que Dios ve y lo que Dios sabe.
El Dr. Crabb en su libro nos invita a ver las cosas desde la perspectiva de Dios. Él se imagina a Dios diciendo:
«Si tú buscas pruebas de Mi bondad en lo que ves a tu alrededor y en tu interior, llegarás a una conclusión muy mala. Concluirás que a veces soy bueno, y que a veces no lo soy. Pero si buscas pruebas de mi bondad en la forma en que las cosas van a ser un día, si estás dispuesta a creer que estoy trabajando ahora para preparar ese día, y si reflexionas sobre el significado de Mi muerte, entonces te darás cuenta de que todo lo malo en el mundo podría ganarle a mi bondad, si un niño pudiera ganarle en boxeo a un adulto».
Una de las experiencias más emocionantes de mi vida cristiana en los últimos años fue cuando visité el Tabernáculo de Brooklyn durante una de sus reuniones de oración los martes en la noche. Algunas de ustedes están familiarizadas con esta iglesia que realmente se ha construido sobre la oración.
Y nunca voy a olvidarlo, yo estaba de pie en la primera fila en el auditorio durante el tiempo de alabanza y adoración. Y la iglesia comenzó a cantar una canción que era nueva para mí, pero, obviamente, era muy familiar para ellos. Y era sobre la bondad de Dios.
Él es bueno, Él es bueno, para siempre es Su misericordia, Él es bueno.
Y ellos cantaban esta canción una y otra vez. Entonces en un momento el pastor Cymbala interrumpió el canto para preguntar si había dos personas sentadas en cada silla porque el lugar estaba realmente repleto esa noche de oración. Y él dijo: «Yo quiero que los que no tengan trabajo y necesiten un empleo vengan adelante porque queremos orar por ustedes».
Bueno, en ese momento, fue como una estampida. Había montones, yo diría, de hombres y mujeres que llegaron a la parte delantera. Y yo estaba ahí en la primera fila y casi me atropellan todas las personas que se encontraban sin trabajo llenando esa zona en frente de la plataforma, en necesidad de un empleo. Entonces el pastor Cymbala dijo: «Ahora vamos a cantar esa canción otra vez».
Él es bueno, Él es bueno, para siempre es Su misericordia, Él es bueno.
Y en un momento miré a mí alrededor mientras cantaban esa canción. Y vi a la gente con sus caras levantadas hacia el Señor, con sus manos, algunos de ellos, levantados en alabanza al Señor, cien o más personas, yo diría, delante de mí, que estaban sin trabajo cantando a todo volumen, «Él es bueno, Él es bueno». En un momento, el pastor Cymbala miró a una mujer en ese grupo y dijo: «Te ves abatida. ¿Cómo puedes cantar que Dios es bueno y mantener tu cara hacia abajo? Levanta tu cara, porque Dios es bueno».
Uno de los encuentros más poderosos para mí de la bondad de Dios sucedió hace más de veinte años. Al recibir la noticia, después de haber estado con mi familia y después de haber volado de regreso a mi lugar de trabajo, aterricé en Virginia, donde estaba trabajando en ese momento, y recibí una llamada telefónica diciendo que mi padre había tenido un ataque al corazón y se había ido inmediatamente a la presencia del Señor. Dios hizo algo muy benévolo por mí en ese momento.
Mi padre y yo éramos muy unidos. En los días que siguieron, hubo muchas lágrimas y una sensación enorme de pérdida que siento a veces incluso hasta este día. Pero en ese primer momento antes de que hubiera ningún otro pensamiento, Dios trajo a la memoria un versículo que había leído, y creo que fue solo una semana antes. Es el Salmo 119, versículo 68, que parafraseado dice: «Dios es bueno, y todo lo que hace es bueno».
Ahora, mi padre había pasado los primeros veintiún años de mi vida enseñándome que Dios es bueno, y que todo lo que Él hace es bueno. Pero en ese momento, la teología que yo tenía en mi cabeza se convirtió en la doxología de mi corazón. Sabía que frente a todo lo que teníamos que hacer en los próximos días, Dios era bueno. Dios puso el entendimiento y el recordar Su bondad de carácter, como el fundamento que se convirtió en un lugar de descanso para mi corazón, un lugar firme para mis emociones y nos permitió caminar a través de los días, de los meses y los años que siguieron confiados en la bondad de Dios.
Con frecuencia recibo notas de mujeres como esta expresando un deseo desesperado por sentir y conocer el amor de Dios en sus vidas. Esta mujer dijo: «Yo lucho con estaciones de opresión y tormento. Deseo desesperadamente conocer el amor de Dios hacia mí y estar profundamente satisfecha en una relación de amor con mi Salvador».
Otra mujer escribió: «Aunque yo era una hija de Dios, había creído toda mi vida que ciertos aspectos de la verdad aplican a todo el mundo menos a mí. Dios es bueno con ellos, pero no conmigo. Dios los ama, pero no a mí. Otros son de gran valor para Dios pero yo no. Y conocía el hecho de que Dios es bueno, Dios me ama, y que soy de gran valor para Él; pero no había una conexión en mi mente entre los hechos y la forma como me sentía. Seguramente si Dios me amaba y yo significaba tanto para Él, me sentiría amada y valorada».
Ahora, esta es una de las mentiras que la mayoría de nosotras no admitiríamos que creemos. En nuestras mentes, sabemos que se supone que debemos creer que Dios nos ama, pero para muchas de nosotras como mujeres, hay una falta de conexión entre lo que sabemos y lo que creemos que es verdad. Ahora, ahí radica uno de los problemas, y es que tendemos a creer lo que sentimos en lugar de lo que sabemos que es la verdad.
Y así, si nos fijamos en nuestras relaciones—puedes estar viviendo en un matrimonio sin amor, puedes estar experimentando el rechazo de un excompañero o hijos adultos que nunca llegan a casa a visitarte, que nunca llaman. Tal vez eres soltera, acercándote a los cuarenta, y no hay un pretendiente a la vista, no hay posibilidad para el matrimonio. Y tus sentimientos te dicen: «Nadie me quiere». Y la implicación es, «ni siquiera Dios».
Cuando la semilla de la mentira es plantada en nuestras mentes, meditamos en la mentira hasta que finalmente llegamos a creer que es verdad. Y tarde o temprano, nuestro comportamiento va a reflejar lo que realmente creemos. Y como consecuencia vamos a terminar en esclavitud.
Ahora, no es poca cosa creer esta mentira de que Dios no me ama. Estamos viendo las mentiras que las mujeres creen acerca de Dios, y esta mentira en particular tiene enormes implicaciones. Afecta todas las otras áreas de nuestras vidas y de nuestras relaciones. Esas pequeñas semillas que permitimos que entren en nuestra mente, «tal vez Dios realmente no me ama», al final, van a echar raíces y van a crecer para producir una cosecha increíble y para producir un gran daño.
Entonces, ¿cómo podemos hacer frente a esta mentira? Como siempre, contrarrestando la mentira con la verdad. La verdad es que Dios me ama. Dios te ama. Dios nos ama, lo sientas o no y a pesar de lo que hemos hecho, lo que hemos sido, lo que es nuestro pasado. Dios nos ama con un amor infinito.
Esa es una de las cosas maravillosas, por cierto, sobre el amor de Dios. Su amor, a diferencia de nuestro amor humano natural, no se basa en lo que hemos hecho. No se basa en lo que valemos, no está basado en nuestro desempeño, no está basado en algo que podríamos hacer para agradar a Dios o para ganar Su favor, o en lo que valemos. Su amor por nosotros se basa en el hecho de que Él es un Dios amante. Él no nos ama porque somos agradables, Él nos ama porque Él es amor. Su amor es algo que no merecemos, y que nunca, nunca podríamos ganar, no importa cuánto nos esforcemos.
Tengo una amiga que se llama Melina que se ha enfrentado a una batalla larga y dura con el cáncer de mama. Al final, ella tuvo que hacerse una doble mastectomía. Ella escribió una carta después de la cirugía, en donde compartió cómo Dios usó esa experiencia para llevarla a una comprensión más profunda del amor increíble de Dios. Y ella dijo mientras estaba con su marido: «Lloramos y temblamos cuando él quitó mis vendas, por primera vez después de la cirugía. Yo estaba tan fea, llena de cicatrices, y sin cabello. Y sentía un dolor intenso de que nunca podría ser la esposa completa de nuevo para él. Pero Steve me abrazó con fuerza y con lágrimas en los ojos me dijo: “Melina, te amo porque sé quien soy”».
Y luego Melina dijo en su carta: «Inmediatamente reconocí a Cristo en mi marido». Como la esposa de Cristo, también somos consumidas por el cáncer, el pecado, y estamos marcadas, mutiladas, y feas. Pero Él nos ama, por ser Él quien es. «No hay gracia en nosotras que llame la atención de Cristo», dice. «No es más que Su esencia que lo atrae hacia nosotras».
Alguien me envió un correo electrónico ayer. Tengo que leerles este pasaje. Es un pasaje maravilloso de un sermón de Charles Haddon Spurgeon acerca del amor de Cristo. Él dijo:
«Sin duda, no puede haber un pensamiento más agradable que pueda llenar el alma de un mortal que este: El Hijo de Dios me ama. ¿Te has sentado durante media hora y has tratado de digerir este pensamiento? Que Dios se apiade de mí, puedo entenderlo, siendo tan inferior a Él y tan lleno de miseria. Que Él sea generoso conmigo, lo puedo comprender por la liberalidad y la generosidad de Su naturaleza y de mis grandes necesidades. ¡Pero que Él me ame es maravilloso!
No puedo ver nada digno de amar en mí mismo. Hay muchos que ven cosas difíciles de amar en mí. Y no me cabe duda de que las hay. Pero, sin embargo, Él me conoce mejor de lo que me conozco y está atento a mis flaquezas y debilidades, y dice que me ama.
Él no mantiene una distancia y luego me alimenta de Su generosidad. Eso sería benévolo. Sino que Él abre ampliamente Su seno y me toma en Su corazón. Y a ninguno de los ángeles jamás dijo Él esto: (creo que los ángeles son objeto del amor divino, en cierto sentido, pero nunca he leído que Cristo, les dijera) “Como el Padre me amó, así también yo los he amado”. Este es el privilegio especial de los hijos de Adán que han caído, que los ángeles no tienen. ¡Qué maravilla!
¿Y no es más maravilloso que Dios me haya seleccionado de los hijos de Adán? Tal vez no hay nada en ti que puedas considerar como una razón por la que Dios deba amarte. Pero ¿dije tal vez? Porque, hay 10.000 cosas acerca de cada una de nosotras con las que podíamos haber ganado el odio del Todopoderoso. En lugar de esto, Él dice que nos ama».
Cuando estaba reflexionando a través de estos últimos días en el tema del amor de Dios, mi corazón regresaba una y otra vez a un himno. Y tal vez lo conoces:
¡Oh, amor de Dios! Su inmensidad, el hombre no podría contar ni comprender la gran verdad, que Dios al mundo pudo amar.
Si fuera tinta todo el mar, y todo el cielo un gran papel, y cada hombre un escritor, y cada hoja un pincel.
Nunca podrían describir el gran amor de Dios que al hombre pudo redimir de su pecado atroz.
("The Love of God/Oh Amor de Dios" Fredrick M. Lehman)
¿Te das cuenta? contrarrestar las mentiras con la verdad. Nuestros corazones se lavan con el agua de la Palabra de Dios. Renovamos nuestra mente. Cuando dudamos en nuestras emociones del amor de Dios, cuando nos sentimos indignas de ser amadas tal como somos, regresamos a la Palabra de Dios y nuestros corazones se renuevan. Así que permíteme, mientras cerramos aquí, lavar nuestros corazones con la Palabra de Dios y lo que tiene que decir sobre el amor de Dios.
El apóstol Pablo había llegado a experimentar para sí mismo el amor de Dios, en su camino a Damasco, y él nunca se recuperó de la maravilla de lo que el amor de Dios significó en su vida. Y Él dice en Romanos capítulo 5:
«Y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado. Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. Porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. Pero Dios, pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Rom. 5:5-8).
«Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Rom. 8:38).
Annamarie: ¿Has creído la mentira «Dios no me ama de verdad»? Hoy Nancy DeMoss Wolgemuth te ha ayudado a sustituir esta mentira por la verdad acerca del amor de Dios. La verdad sembrada en tu corazón es la que te hace vivir en libertad, en plenitud y en abundancia.
Una mujer que ha abrazado esto nos dijo:
«Gloria a Dios por sus vidas amadas hermanas de Aviva Nuestros Corazones. Qué gran bendición del Señor es para mí comenzar y llegar hasta aquí… Qué maravilloso ver cada día, cada desafío, cada verdad enseñada. Con la ayuda de Dios aquí voy, apoyándome en Su Palabra y eligiendo la verdad. Dios es bueno. Oro por este ministerio y muchas bendiciones para cada una de ustedes».
Y tú, ¿qué mentira debes sustituir hoy por la verdad? ¿Has pensado que debes ganarte el amor de Dios, o has entendido que Él te ama por quién Él es? Espero que reflexiones en esto y en lo que implica que «El Hijo de Dios te ama».
Y es real que nuestras relaciones tienen un impacto en cómo vemos a Dios. Quizá la relación con tu padre terrenal ha influido en cómo ves a tu Padre celestial. Mañana, como continuación de la enseñanza de hoy, Nancy nos ayudará a meditar acerca de esto.
Nancy: Ahora, como mujeres, nuestra visión de Dios se forma frecuentemente y es fuertemente influenciada por los hombres que hemos conocido en nuestras vidas y más aún por un padre, por un esposo o hermanos, hombres que son parientes cercanos a nosotras.
Estoy muy agradecida de haber tenido un padre que se involucró, amoroso y comprometido. Y reconozco que eso ha hecho que sea mucho más fácil confiar en mi Padre celestial y recibir Su amor por mí. Pero también estoy consciente de que para muchas mujeres hoy en día su experiencia ha sido todo lo contrario. Sé que si pudiéramos hablar con muchas de ustedes de lo que pensamos cuando decimos la palabra «padre», probablemente habría más mujeres que tendrían pensamientos dolorosos de las que tendrían pensamientos cómodos o benditos cuando piensan en una relación de padre.
Así que cuando hablo de que Dios es nuestro Padre celestial, para muchas mujeres hoy en día, eso las hace temblar. Es un pensamiento doloroso. Su padre pudo haber sido distante, ausente. Es posible que haya abandonado a su familia cuando era joven. O pudo haber estado mucho en la casa, pero era autoritario, cruel o abusivo. O tal vez no era ninguno de esos dos extremos, pero no sabía cómo expresar amor.
Annamarie: ¡Es tan importante pensar en estas cosas y corregir nuestra visión de Dios! Únete a nosotras mañana aquí en Aviva Nuestros Corazones. Y para cerrar este programa, Nancy regresa para orar con nosotras.
Nancy: Me gustaría orar por ti esta oración que el apóstol Pablo oró por los creyentes de Éfeso. Yo oro que, arraigadas y cimentadas en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo, y que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenas de la medida de toda la plenitud de Dios. Amén.
Annamarie: Ayudándote a contemplar la belleza del evangelio, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Nada es Comparable, Jairo Puello.
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Serie, «Porque Él me ama»
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