Dos montañas
Annamarie Sauter: Nancy DeMoss de Wolgemuth dice que no puedes disfrutar de todos los beneficios de caminar con Dios si no le obedeces.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Dios dice que esa es la elección. Quiero bendecirte, pero tienes que andar de acuerdo conmigo. Dos no pueden andar juntos si no se ponen de acuerdo. Tienes que estar de acuerdo conmigo. Tienes que rendir tu vida y obedecer Mi ley que has visto establecerse hoy delante de ti.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿Has pensado en el lugar que Dios tiene en tu día? Nancy te explicará el gozo de vivir cada momento para la gloria de Dios, al continuar con la serie, «Lecciones de la vida de Josué (Parte 11): Librando y ganando batallas espirituales.»
Nancy: En la última sesión vimos a Josué …
Annamarie Sauter: Nancy DeMoss de Wolgemuth dice que no puedes disfrutar de todos los beneficios de caminar con Dios si no le obedeces.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Dios dice que esa es la elección. Quiero bendecirte, pero tienes que andar de acuerdo conmigo. Dos no pueden andar juntos si no se ponen de acuerdo. Tienes que estar de acuerdo conmigo. Tienes que rendir tu vida y obedecer Mi ley que has visto establecerse hoy delante de ti.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿Has pensado en el lugar que Dios tiene en tu día? Nancy te explicará el gozo de vivir cada momento para la gloria de Dios, al continuar con la serie, «Lecciones de la vida de Josué (Parte 11): Librando y ganando batallas espirituales.»
Nancy: En la última sesión vimos a Josué y a los israelitas obtener finalmente la victoria sobre Hai. Y recuerda, que la primera vez que ellos fueron en contra de la ciudad de Hai estaban demasiado confiados y no le pidieron al Señor Su dirección. Acán había pecado. Y por todas esas razones, especialmente la última, Dios permitió que fueran derrotados en Hai. Y ellos estaban aturdidos, y Dios les mostró cuál era el problema. Entonces ellos lidiaron con toda la situación con Acán. Y no puedes seguir adelante cuando hay un problema en tu vida. Tienes que detenerte y tratar con él problema antes de poder pasar a la victoria.
Y entonces ellos subieron en contra de Hai. Dios les ahora dio ahora un plan de batalla que era bastante diferente al que les había dado en Jericó. Y por eso es importante que siempre busquemos a Dios para ver cuál es el plan de batalla para cada batalla en nuestras vidas. Dios les concedió la victoria, luchó por ellos. Y Esa victoria en Hai concluye la campaña inicial de la conquista de Canaán. La campaña inicial fue en la parte central de la nación. De hecho, ellos acaban de dividir la nación en Jericó y Hai. Y vamos a ver la campaña central en estos próximos días en Gabaón. Entonces ellos van a moverse hacia el sur y luego hacia el norte en una conquista sistemática de la tierra mientras el Señor los dirige.
Pero hay un párrafo que encontramos en Josué capítulo 8 comenzando en el versículo 30 que no quiero que saltemos. Empecé a ver esto en la última parte de la última sesión, pero pensé, No,… este pasaje merece dedicarle un programa entero. Y es un pasaje que no es tan familiar tal vez para muchas de nosotras, pero se ha convertido en un tesoro para mí.
Permíteme orar y luego vamos a empezar.
Señor, muchas gracias por Tu Palabra. Gracias por Tu Espíritu Santo que hace que sea comprensible para nosotras y que podamos aplicarla a nuestras vidas. Gracias porque estas cosas se escribieron en el pasado y fueron escritas para nuestra instrucción y como ejemplo para nosotras, para que podamos caminar en fe y en obediencia como Josué aprendió a hacer.
Señor, abre nuestros corazones, nuestros ojos, nuestros oídos, y que podamos decirte: «Sí, Señor,» mientras respondemos a Tu Palabra, oro en el nombre de Jesús, amén.
Josué capítulo 8, versículo 30, la primera palabra de este versículo es: «Entonces. . .» Ahora bien, cuando tú estudias las Escrituras y ves una palabra como esa, no deseas pasarla por encima. Quieres saber, «¿en cuál entonces?»
Pues bien, ese «entonces» fue justo después de esa intensa batalla y la victoria en Hai. Y es interesante que en ese “entonces,” en lugar de pasar a la siguiente batalla, como lo habían hecho cuando iban desde Jericó a Hai, esta vez hicieron algo que militarmente hablando, fue tonto. Ellos estaban teniendo una buena racha. Tenían esta serie de victorias. Tenían como un impulso. Y las naciones cananeas tenían miedo de ellos en este momento.
Pero en lugar de seguir adelante, se tomaron un selah. Se tomaron el tiempo para recalibrarse espiritualmente. Y quizás algunas de ustedes están levantado sus cejas cuando oyen selah. ¿Recuerdas esa frase que se usa en los salmos? Es una palabra hebrea que significa, «detente y piensa acerca de lo que acaba de ocurrir. Piensa en lo que acabas de escuchar. Tomate una pausa y recalíbrate espiritualmente.»
Y eso fue lo que hicieron. Ellos se detuvieron a reconocer al Señor, quien era la fuente de sus vidas, la fuente de sus victorias y de su fuerza. Y se detuvieron a tener una ceremonia. Y en esta ceremonia, los hijos de Israel ratificaron el pacto que tenían con Dios por primera vez desde que habían entrado en la tierra.
Y en ese pacto y en esa ceremonia, ellos afirmaron el principio, la verdad de que la obediencia trae bendición y la desobediencia trae maldición. Trae el juicio de Dios. Y se detuvieron para ponerse de acuerdo con Dios: «Vamos a obedecer. Conocemos Tu Palabra. Es nuestra vida y nuestra fuerza y nuestra esperanza. Y vamos a obedecerla.»
Ahora, para poder tener esta ceremonia, ellos tuvieron que viajar unos cincuenta y seis kilómetros al norte de Hai al valle de Siquem. Y Siquem es un lugar importante en la historia de Israel. Se encuentra ubicado en el centro de Israel, en la región que conocemos como Samaria. Y este valle tiene aproximadamente 3 kilómetros de ancho. Y separa dos montañas importantes. En el norte está el Monte Ebal y en el sur se encuentra el Monte Gerizim.
Y puede que estos no sean términos cotidianos para ti, pero estos son dos de los picos más altos de Cisjordania en Palestina. El Monte Ebal es el mayor de los dos, la montaña en el norte. Se eleva a unos 914 metros sobre el nivel del mar, o a unos 457 metros sobre el suelo del valle. No es una gran montaña, pero es un pico significativo en esa zona.
Y la palabra Ebal viene de una palabra hebrea que significa, «rocosa,» y es descriptiva de esta montaña. Es una montaña rocosa. Es un montículo de roca, una peña. Es una montaña estéril y es tosca. Crece muy poca vegetación en el monte Ebal.
Y como vamos a ver en este texto, el Monte Ebal es una imagen, es un símbolo, es un tipo. Representa la maldición de la desobediencia a la ley de Dios. Ese lugar rocoso, árido y seco va a representar lo que sucede en nuestras vidas cuando desobedecemos la ley de Dios.
Ahora bien, en contraste con la aridez del Monte Ebal, el Monte Gerizim, que está en el otro lado del valle, –en el sur– es más boscoso, es más frondoso. Y representa las bendiciones de la obediencia.
Y encontré en Wikipedia una imagen, una vista aérea de las dos montañas, y puedes ver el contraste. El Monte Ebal, es más alto, es mucho más tosco. Pero luego puedes ver el monte Gerizim con árboles y bosques, y es un lugar mucho más frondoso. Representa las bendiciones de la obediencia.
Ahora, hay dos aspectos en esta ceremonia, que se llevan a cabo en el Valle de Siquem. Y lo que tenemos registrado para nosotras en Josué capítulo 8 indica que los hijos de Israel siguieron las instrucciones que Moisés había dado para esta ceremonia antes de su muerte. En Deuteronomio capítulo 27, Moisés había dicho: «Al llegar a la tierra prometida, he aquí hay una ceremonia que se supone que deben hacer.» (parafraseado).
Y a medida que estudias Josué capitulo 8, ayuda a regresar a Deuteronomio capítulo 27, que da algunos detalles adicionales que no tenemos en el capítulo 8 de Josué. Así que voy a ir de un pasaje a otro. Quizás quieras quedarte en Josué capítulo 8, pero encontramos más detalles en el pasaje paralelo que está en Deuteronomio capítulo 27.
Ahora, el primer aspecto de esta ceremonia era el altar. Y permíteme leer comenzando en el versículo 30.
Entonces edificó Josué un altar al SEÑOR, Dios de Israel en el monte Ebal, (y eso va a ser significativo y vamos a ver a medida que nos adentramos, el por qué se construyó en esa montaña en lugar de la otra), tal como Moisés, siervo del SEÑOR, había ordenado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés, «un altar de piedras sin labrar, sobre las cuales nadie había alzado herramienta de hierro»; y sobre él ofrecieron holocaustos al SEÑOR, y sacrificaron ofrendas de paz. (v. 30-31)
Dos tipos de ofrendas –ofrendas quemadas, holocaustos y ofrendas de paz. Y algunas traducciones dicen sacrificios de comunión. Ahora bien, este altar era un simple altar de piedra. No hubo un exhibicionismo al respecto. Dios no estaba tratando de ser impresionado, y ellos no estaban tratando de impresionarlo. Era simple. No hubo herramientas utilizadas en las piedras. Estas eran piedras que solo tenían que recogerlas y usarlas para hacer este altar.
Y creo que esto es una imagen del hecho de que cuando adoramos a Dios, Él no está buscando exhibicionismo, y no está buscando nuestro propio esfuerzo o nuestra propia justicia con el fin de que podamos encontrarnos con Él. No podemos ser salvas por nuestras obras de justicia. No hay esfuerzo humano implicado en nuestro acceso a Dios. Este fue un simple altar de piedra. No se necesita ningún esfuerzo humano o trabajo de hombre. Y ellos ofrecieron sacrificios como una expresión de su adoración.
Los holocaustos eran una imagen de total consagración a Dios. Y al entrar en el libro de Éxodo y Levítico, ves este concepto de holocaustos donde se consume todo el sacrificio en el altar. Es una imagen de lo que dice Romanos capítulo 12:1 y 2, ofrézcanse ustedes mismos como sacrificios a Dios, sus cuerpos como sacrificio al Señor, consagrado totalmente a Él, reconociendo que le pertenecemos totalmente a Él.
Y luego, ellos también ofrecieron sacrificios de paz o sacrificios de comunión. Esas ofrendas eran una expresión de gratitud a Dios por las victorias que Él había logrado, las victorias que Él les había otorgado.
Y al estudiar la ofrenda de paz en la Escritura, aprendes que una parte de esa ofrenda de paz o de ese sacrificio de comunión era dada a los sacerdotes. La ofrenda no se consumía. Se ofrecía y luego una parte de la carne era dada al sacerdote y otra porción era dada a los que ofrecían los sacrificios.
Entonces tenían una comida, tenían una cena de hermandad. Comunión con Dios y comunión unos con otros. En Deuteronomio capítulo 27, les dice a los hijos de Israel que tengan esta ceremonia cuando entren en la tierra, y aquí se añade este detalle que no se encuentra en Josué capítulo 8. Que dice: «y cuando ofrezcas el sacrificio, comerás allí, y te regocijarás delante del SEÑOR tu Dios.» (Dt. 27:7 parafraseado).
Así que ellos se tomaron el tiempo para tener esta comida juntos, para compartir, para agradecerle a Dios por lo que Él había hecho, y para regocijarse en la victoria que les había dado. Y quiero decir que así como Dios nos da victorias en la vida cristiana, y así como hay ocasiones en las que vemos el poder de Dios manifestarse, es importante que nos detengamos y que reconozcamos lo que Dios ha hecho, que le demos gracias, y que nos regocijemos; que tengamos comunión con Él, y que tengamos comunión con los demás. Que celebremos la victoria juntos. Eso es lo que ellos están haciendo aquí con este altar.
Y luego tenemos una segunda parte de esta ceremonia que incluye las piedras. Versículo 32: «Y escribió allí, sobre las piedras, una copia de la ley que Moisés había escrito, en presencia de los hijos de Israel.» Así que Josué escribe la ley de Moisés en unas piedras grandes.
Ahora, si acabas de leer este pasaje, puede sonar un poco confuso. Podría parecer que eran las piedras del altar, pero en realidad, puedes ver que se trataba de un conjunto de piedras diferentes cuando lees Deuteronomio 27. En aquellos tiempos antiguos había piedras que eran conocidas como estelas. Y puedes haber leído acerca de esto en la historia antigua. Una estela era una piedra en posición vertical, una losa o pilar con una inscripción. Y ese pilar, esa piedra, podía servir como un monumento, un símbolo.
Un ejemplo de esto con el quizas puedes estar familiarizada es el Código de Hammurabi en la Babilonia antigua, que fue escrito un par de cientos de años antes. Y era una colección de leyes que fueron escritas en una columna de 8 pies de alto, 2.4 metros de alto. Era un pilar enorme. Y tal vez has visto fotos de él. Esa piedra tiene más de 3.600 líneas de texto. Así que puedes escribir un montón de palabras en estas piedras.
Esas leyes, las leyes de Hammurabi, fueron escritas en piedra. Y de ahí es de donde obtienes esa frase. Eso significaba que eran inmutables. Que eran permanentes. Eran incambiables. Eran exhibidas allí para que todos las pudieran ver y así nadie pudiera alegar ignorancia de la ley.
Bueno, pienso que es parte de la razón del porqué Josué escribió la ley de Dios en estas piedras grandes. De hecho, en Deuteronomio capítulo 27, Dios había dicho por medio de Moisés,
«Y sucederá que el día que paséis el Jordán a la tierra que el SEÑOR tu Dios te da, levantarás para ti piedras grandes, y las blanquearás con cal, y escribirás en ellas todas las palabras de esta ley, … Y sucederá que cuando pases el Jordán, levantarás estas piedras en el monte Ebal, como yo te ordeno hoy.» (Dt. 27:2-4).
Así que ellos estaban siguiendo esas instrucciones que Moisés había dado –escribir la ley de Dios en piedras grandes para que la gente recordara. Ellos no tenían sus propias copias del Antiguo Testamento y este fue el recordatorio de que la ley de Dios estaba grabada en piedra.
- Él te la ha dado.
- Debes obedecerla.
- Es tu fuente de vida, de fortaleza y de esperanza.
- Es muy, muy importante.
Ahora, no sabemos qué parte de la ley de Moisés fue inscrita en esas piedras, pero es probable que incluyera una parte significativa de lo que tenemos hoy como el libro de Deuteronomio, porque Moisés había vuelto a repetir la ley al pueblo y a cada generación nueva que necesitaba recordatorios frescos de la ley de Dios para que fueran un pueblo del Libro.
De hecho, cuatro veces en este párrafo que comienza en el versículo 30, entre los versículos 30-35 en Josué capítulo 8, tienes referencias a la ley de Moisés o al Libro de la Ley. Y te animo a que mientras estés leyendo la Escritura, si quieres entenderla, resalta las frases o las palabras que se repiten, porque ellas te dan una idea de lo que es importante en ese pasaje.
El hecho de que haya cuatro referencias en esos seis versículos al Libro de la Ley o al Libro de Moisés nos dice que la Palabra de Dios era parte central de la vida del pueblo de Dios. Y era la parte central de la vida de Josué. Recuerda que al principio de su ministerio se le dijo, si meditas en la Ley de Dios de día y noche, ¿qué pasará? Tendrás éxito en todo lo que hagas. Así que ellos están reconociendo aquí que nuestro éxito depende de nuestra obediencia a la ley.
Ahora lo que viene a continuación en este pasaje nos recuerda que no es suficiente solo con tener la Palabra de Dios. No es suficiente tenerla en exhibición en nuestras iglesias o en los tribunales o en nuestras casas o en nuestras escuelas. Es importante que leamos la Palabra de Dios y que la practiquemos.
Déjame seguir comenzando en el versículo 33:
«Todo Israel, con sus ancianos, oficiales y jueces, estaban de pie a ambos lados del arca delante de los sacerdotes levitas que llevaban el arca del pacto del SEÑOR, tanto el forastero como el nativo. La mitad de ellos estaba frente al monte Gerizim y la otra mitad frente al monte Ebal, tal como Moisés, siervo del SEÑOR, había ordenado. . .
Después de esto, él leyó todas las palabras de la ley, la bendición y la maldición, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la ley. No hubo ni una palabra de todo lo que mandó Moisés que Josué no leyera delante de toda la congregación de Israel, y de las mujeres y de los niños, y de los extranjeros que vivían entre ellos.»
El leer la Palabra de Dios corporativamente, dice que somos un pueblo del Libro. No es suficiente tener la Palabra de Dios en nuestros hogares y en nuestras iglesias. Tenemos que estar leyendo la Palabra de Dios. Y es necesario que la leas a tus hijos, y permíteme decir que tus hijos nunca son demasiado pequeños para que les leas la Biblia, la Palabra de Dios. Y aconsejo a las mujeres aun que están embarazadas a que lean la Palabra de Dios al niño que llevan en su vientre. Desde la más temprana infancia quieres que tus hijos estén expuestos a la Palabra de Dios. Y no sólo los niños, todas nosotras necesitamos estar oyendo la Palabra de Dios.
Y ahora mientras observo esto, varias cosas se destacan para mí. En primer lugar, el hecho de que el Arca del Pacto fuera colocada entre las dos montañas, y que esta ceremonia fuera celebrada en torno al Arca del Pacto. El Arca era el símbolo de la presencia de Dios. Y alrededor del Arca, cerca del Arca, Moisés escribió sobre estas grandes piedras la lista de las maldiciones y de las bendiciones que encontramos comenzando en Deuteronomio capítulo 27.
La mitad de las tribus estaban en la base del Monte Ebal. Y la otra mitad estaba frente al monte Gerizim. Ahora, estas dos montañas y el valle en medio, forman un anfiteatro natural. Y me han dicho que hay una tremenda acústica en esa instalación. Puedes estar parada en una de esas montañas y hablar y ser escuchada en la otra montaña. Es un gran anfiteatro natural. Así que fue el escenario perfecto para esta ceremonia.
Y leemos que esto es lo que debían hacer en Deuteronomio 27. Moisés motivó al pueblo, diciendo: «Cuando pases el Jordán, éstos estarán sobre el monte Gerizim para bendecir al pueblo» (v. 12). Y él enumera seis de las tribus. La mitad de las tribus debían pararse sobre el monte Gerizim para la parte de la bendición de la ceremonia. Y Deuteronomio capítulo 27 nos dice que fueron leídas en voz alta. No quería que nadie se confundiera o que no estuviera familiarizado con ellas.
Y luego se leyeron las bendiciones. Y a medida que cada una se leía, el pueblo afirmaba su aceptación del pacto de Dios diciendo: «Amén, amén, amén.»
Déjame leer algunas de éstas en Deuteronomio capítulo 27.
«"Maldito el hombre que haga ídolo o imagen de fundición, abominación al SEÑOR, obra de las manos del artífice, y la erige en secreto.” Y todo el pueblo responderá, y dirá: “Amén.”»
«"Maldito el que desprecie a su padre o a su madre.” Y todo el pueblo dirá: “Amén.”»
«“Maldito el que pervierta el derecho del forastero, del huérfano y de la viuda.” Y todo el pueblo dirá: “Amén.”»
«“Maldito el que se acueste con la mujer de su padre, porque ha descubierto la vestidura de su padre.” Y todo el pueblo dirá: “Amén.”» (vv. 15-16,19-20).
Y hay toda una serie de ellas. El pueblo está diciendo hemos oído, lo entendemos. Es como cuando tu les dices a tus hijos, «Mírame a los ojos y di: "Sí, mami, te oí."» ¿Entendiste mis instrucciones? «Sí, mami.» Eso es en esencia lo que el pueblo le está diciendo a Dios. «Lo hemos oído. Estamos de acuerdo. Lo afirmamos. Y estamos de acuerdo que serás justo si te desobedecemos, y mandas estas consecuencias sobre nosotros.» Como con tu hijo, ¿oíste cuales son las consecuencias? sí, mami, entiendo. ¿Amén?
Ahora bien, al pensar en toda esta escena entre estas dos montañas y el pueblo reunido allí en el valle y en la falda de estas dos montañas para esta ceremonia, es como una gran ayuda visual, es un recordatorio. Y es algo que pienso que estas personas nunca olvidaron. Tienes el pueblo reunido en la falda del monte Ebal, y esa montaña se convirtió en una imagen de la desobediencia y la maldición que vendría al violar la ley.
Y el Monte Gerizim se convirtió en un símbolo de la obediencia y la bendición que vendría si el pueblo guardaba la ley de Dios. Esas dos montañas son algo que Dios quería que la gente tuviera en mente. «Si me obedeces, serás bendecido. Y si me desobedeces, vas a sufrir las consecuencias, los conflictos.»
Y ese concepto de esas dos opciones, de esas dos formas de vida, se resume en Deuteronomio capítulo 30, comenzando en el versículo 15. Y voy a leerte esto e imagínate estas dos montañas como los símbolos de estas dos opciones. Dios dice: «Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien (ese es el monte Gerizim, la montaña fructífera, la montaña que es frondosa y buena), la muerte y el mal (este es el monte Ebal, el monte de la maldición) pues te ordeno hoy amar al SEÑOR tu Dios, andar en sus caminos, y guardar sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y te multipliques, a fin de que el SEÑOR tu Dios te bendiga en la tierra que vas a entrar para poseerla.
Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, sino que te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y los sirves, yo os declaro hoy que ciertamente pereceréis. No prolongaréis vuestros días en la tierra donde tú vas, cruzando el Jordán, para entrar en ella y poseerla.
Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra vosotros de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición (Gerizim y Ebal). Escoge, pues, la vida, que vivas, tú y tu descendencia, amando al SEÑOR tu Dios, escuchando Su voz y allegándote a Él, porque eso es tu vida y la largura de tus días, para que habites en la tierra que el SEÑOR juró dar a tu padres, Abraham, Isaac y Jacob.» (vv. 15-20).
Así que Dios dice: «Esa es la elección. Quiero bendecirte, pero tienes que caminar de acuerdo conmigo.» Dos no pueden andar juntos si no estuvieren de acuerdo. Tú tienes que estar de acuerdo conmigo. Tienes que rendir tu vida y obedecer mi ley que has visto establecerse hoy delante ti.
Ahora, a medida que concluimos esta sesión, quiero que notes la ubicación de dos aspectos de esta ceremonia. En primer lugar, la ubicación de las piedras con la ley escrita sobre ellas. ¿Dónde estaban ubicadas esas piedras? No se colocaron en el Monte Gerizim, donde se pronunció la bendición, sino que se pusieron en el monte Ebal, en la falda del monte Ebal, donde se pronunciaron las maldiciones de la desobediencia.
Como puedes ver, Dios dio la ley a sabiendas de que Su pueblo no podía obedecerla, que la romperían y que serían maldecidos y que iban a ser juzgados por Él. Dios sabía. Dios les dio la ley para que pudieran ver dónde habían violado el carácter de Dios y la santidad de Dios. La ley se colocó simbólicamente en el Monte Ebal –ese es el monte de la maldición, la montaña de la desobediencia.
Pero mira también en el versículo 30 la posición del altar. ¿Dónde estaba el altar donde se hicieron los sacrificios? Estaba justo al lado de la ley, en la falda del monte Ebal. Estaba a los pies del monte del juicio.
Y ese altar es una imagen de la provisión de Dios por nuestro pecado. Hemos roto la ley de Dios y el altar nos señala a la cruz. El altar nos señala a Cristo, quien obedeció perfectamente la ley de Dios, a Cristo, quien fue al Calvario, quien fue a la cruz, derramó Su sangre y llevó la maldición por nuestra desobediencia.
Somos transgresores de la ley, merecemos morir. «Y maldito todo el que rompe la ley. Y dijo todo el pueblo, Amén.» Todas somos transgresoras de la ley. Todas estamos bajo el juicio de Dios. Pero gracias a Dios por la cruz. Gracias a Dios por Cristo. Por Cristo, quien cargó con la maldición de nuestra desobediencia.
Y al colocar el altar allí mismo al lado de la ley, la ley que fuimos tan rápidas en romper, Dios está diciendo, lo estoy haciendo posible para los transgresores de la ley, aquellos que viven en la falda del monte Ebal, aquellos que están bajo la maldición, que están bajo mi juicio que somos todas nosotras, Dios está diciendo: «Estoy haciendo posible que los transgresores de la ley que están bajo maldición puedan reconciliarse con un Dios santo.»
Los pecadores pueden ser hechos santos. Aquellos que son los recipientes de la maldición, ahora, por medio de Cristo pueden recibir todas las bendiciones que son nuestras por medio de Cristo. Dios te dice que no tienes que permanecer al pie del monte Ebal. Por medio de Cristo, y por medio de su sangre derramada, tú que eres una transgresora de la ley, tú que estás bajo la maldición, Cristo ofreció Su vida como sacrificio y ahora puedes acampar en el monte Gerizim y experimentar las bendiciones de la obediencia.
Cristo obedeció la ley y ahora Cristo por medio de Su Espíritu, vive dentro de ti para cumplir esa ley. Y todo el pueblo de Dios dijo: «Amén.» Y amén.
Annamarie: Nancy DeMoss de Wolgemuth sabe cómo hacer que las historias en la Biblia cobren vida. Es sorprendente cómo una historia acerca de dos montes nos puede llevar a examinar en quietud nuestros propios corazones.
Estoy agradecida por esta enseñanza de Aviva Nuestros Corazones y la forma en la que me guía cada día por el camino de la santidad y la gracia. Y es que el consejo de la Palabra de Dios no se puede comparar con nada en este mundo. Nancy está de regreso para recordarte una invitación que no te querrás perder.
Nancy: Así es. Y puedes buscar y obtener más consejo de la Biblia, acerca de cómo desarrollar las relaciones y discipular a otras mujeres, a través de la conferencia que Aviva Nuestros Corazones estará llevando a cabo en el día de mañana y el sábado, titulada Revive’17: Mujeres mentoreando mujeres según Tito capítulo 2.
Quiero animarte a reunir un grupo de amigas, un grupo de mujeres que podrían beneficiarse de esta conferencia, y planeen reunirse en tu casa, en tu iglesia o en cualquier otro lugar, y participen juntas de la transmisión en vivo de Revive ‘17, durante este fin de semana. Busquen el consejo de la Palabra de Dios juntas. No te lo pierdas.
Y para acceder a la transmisión visítanos en AvivaNuestrosCorazones.com.
Annamarie: Gracias Nancy.
La mayoría de nosotras hace juicios sobre otras personas en base a las apariencias externas. Josué juzgó a algunos visitantes de acuerdo al aspecto que tenían, y resultó ser un error. Descubre por qué, mañana aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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