¿Confías en Dios para que te satisfaga?
Carmen: ¿Es Jesucristo suficiente para ti?
Carolyn McCulley: Cuando llegue al cielo y vea a mi Señor cara a cara, no le voy a decir: «No fuiste suficiente. No me saciaste». No. Voy a postrarme ante Él en gratitud y a decirle: «Gracias. Gracias por salvarme y librarme. No lo merezco, y no sé por qué me has hecho objeto de Tu misericordia, pero gracias».
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿Hay alguna circunstancia en tu vida que quisieras que Dios cambiara? ¿Qué haces cuando pasan los años y Él no cambia tus circunstancias? Carolyn McCulley te hablará acerca de esto hoy, como parte de la conversación que iniciamos hace unos días sobre la soltería. Escucha cualquiera de los programas anteriores que te hayas perdido, en AvivaNuestrosCorazones.com.
Para iniciar el programa de hoy, escucharemos de una …
Carmen: ¿Es Jesucristo suficiente para ti?
Carolyn McCulley: Cuando llegue al cielo y vea a mi Señor cara a cara, no le voy a decir: «No fuiste suficiente. No me saciaste». No. Voy a postrarme ante Él en gratitud y a decirle: «Gracias. Gracias por salvarme y librarme. No lo merezco, y no sé por qué me has hecho objeto de Tu misericordia, pero gracias».
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿Hay alguna circunstancia en tu vida que quisieras que Dios cambiara? ¿Qué haces cuando pasan los años y Él no cambia tus circunstancias? Carolyn McCulley te hablará acerca de esto hoy, como parte de la conversación que iniciamos hace unos días sobre la soltería. Escucha cualquiera de los programas anteriores que te hayas perdido, en AvivaNuestrosCorazones.com.
Para iniciar el programa de hoy, escucharemos de una mujer de la audiencia.
Mujer 1: Estuve casada por dieciséis años y me divorcié. Quedé como madre soltera. Tengo tres niñas. Y lo que Dios me ha enseñado en los últimos seis años es cómo tengo que buscar mi todo, mi satisfacción en Él. Y Él ha cambiado mi deseo, incluso cuando me divorcié, todavía tenía el deseo de estar casada, pero era por razones equivocadas. Era por miedo, inseguridad, soledad, y yo no estaba yendo a Cristo para satisfacer eso.
Así que Él a obrado en mí a través de todos estos años, y ahora busco mi satisfacción en Él, aunque a veces tengo ese miedo de estar sola. Él es mi esposo, el padre de mis hijas, y siento que, incluso para mis hijas, lo cual quiero enseñarles, tienes que estar bien con Dios y saber que Él lo llena todo y no puedes pensar que solo si tienes un esposo estarás completa o satisfecha.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Carolyn, cuando decimos: «Cristo es todo lo que necesito, solo Él me satisface», y como seres humanos, como mujeres, tenemos anhelos emocionales, necesidades, deseos, o como quieras llamarlos, ¿esa frase es solo un lenguaje piadoso, o puede Cristo realmente llenar mi corazón y satisfacer los anhelos más profundos de mi corazón?
Carolyn: Pienso que esa es una lección que uno está aprendiendo durante toda la vida. Dios en Su fidelidad nos permite atravesar circunstancias que nos enseñan ese tipo de dependencia en Él y lo fiel que es Él. Ya sea que Él escoja hacerlo a través del matrimonio o de la soltería, de la muerte o el divorcio, o lo que sea, Dios es fiel en proveer para nosotras en nuestras circunstancias.
Y puede haber momentos en los que personas casadas digan algo como: «No tenía contentamiento, y cuando finalmente lo tuve, ahí Dios me trajo un compañero». Eso nos lleva a pensar: «Ay, tengo que hacer algo para ganarme un esposo. Tengo que ser digna».
Una simple encuesta en nuestras iglesias nos mostraría que la gente se casa en todas las etapas de la madurez. Y el matrimonio no es algo a lo cual uno se gana el derecho. Es un regalo de Dios, como todo lo demás. La Escritura dice: «¿Qué tienes que no hayas recibido?» Todo viene de la mano de Dios.
Pienso que la lección de aprender a estar contenta en nuestras circunstancias actuales es vital para glorificar a Dios. Y por lo que escucho de mis amigas casadas, me parece que también es vital para tener un matrimonio fructífero. Si esperamos que otro ser humano nos provea el tipo de alimento espiritual que solo viene del Señor, estamos poniendo un gran peso de expectativas sobre ellos. Empezamos a demandar cosas, y eso abruma y aplasta al otro. Es algo que trae mucho conflicto en una relación.
Pienso que es una buena lección que todos debemos aprender. Nadie debe pensar: «Dios no va a contestar esa oración hasta que yo llegue a cierto nivel espiritual». Dios es misericordioso para enseñarnos el contentamiento a través de una variedad de circunstancias. Creo que es bueno buscar la madurez, no importa cuáles sean tus circunstancias. Verás cómo Dios contesta esa oración por Su gracia.
Nancy: Así que si algunas de las mujeres que nos escuchan que están en sus treinta, cuarenta, cincuenta, y tienen el deseo de casarse, estarían dentro de esa categoría.
Carolyn: Sí.
Nancy: Otras también podrían estar en esa categoría. Si vas por esta vida y Dios no provee un esposo, ¿es posible que Cristo realmente te satisfaga de una manera profunda y sustancial? Él no va a estar ahí físicamente. No va a haber alguien que puedas tocar. Pero, ¿puede Cristo ser realmente suficiente? ¿Puede Él realmente satisfacernos?
Carolyn: Pienso que este tema de la satisfacción es algo difícil de analizar porque tendemos a pensar en términos de nuestra mentalidad occidental de consumidores, algo así como: «Quiero tener todos los aspectos de mi deseo completamente satisfechos y a mi manera».
Pero yo lo veo más en el sentido de la gracia sustentadora que continúa proveyendo para mí, a medida que me arrepiento de mi autosuficiencia ante el Señor, que me arrepiento de mis exigencias, de mi egoísmo… de cualquiera que sea el pecado que esté afectando mi relación con el Señor. Cuando me arrepiento de esas cosas, me doy cuenta de la dulzura de la comunión con mi Señor.
Así que no lo describiría necesariamente en términos de satisfacción, porque tiendo a usar ese término cuando digo algo como: «Su trabajo fue muy satisfactorio». Tiende a convertirse en una experiencia terrenal, al menos así es como yo lo veo. Pero el punto es que con Dios, me doy cuenta de que Su gracia me sostiene, de que cuando oro pidiendo tener comunión íntima y provisión, y Él me da esas cosas.
¿Me explico? Es que me he dado cuenta de que a veces me trabo con la palabra satisfacción, y he visto que a otras personas les pasa lo mismo.
Nancy: Me encanta lo que Elisabeth Elliot decía acerca de los anhelos insatisfechos una y otra vez a través de los anõs. Ella decía: «No está mal tener anhelos insatisfechos». De hecho, creo que todo ser humano, casado o soltero, hombre o mujer, tiene anhelos insatisfechos. Y decía que los anhelos insatisfechos se convierten en el material para el sacrificio. Ellos nos dan algo que podemos ofrecerle al Señor, que podemos poner en el altar del Señor.
Podemos incluso dar gracias a Dios por el hecho de que no será hasta que veamos a Jesús que todos nuestros anhelos serán satisfechos. Así que desde ahora hasta entonces, habrá algunos anhelos que quedarán insatisfechos, pero eso está bien. Y pienso que llegar al lugar donde podemos aceptar de buena gana los anhelos insatisfechos nos coloca en un lugar de mayor felicidad y libertad.
Carolyn: Estoy de acuerdo, porque hay un aspecto de la satisfacción que nunca debemos olvidar, y es el hecho de que la obra de Jesús en la cruz satisfizo plenamente la ira de Dios por nuestros pecados. Debido a que Él satisfizo esos requisitos de un Dios santo y justo, podemos vivir descansando en Su bondad. Y nunca debemos olvidarlo.
En la cruz, Dios satisfizo nuestra mayor necesidad, nuestra necesidad de ser justificadas ante un Dios santo. Y si Él hizo eso por nosotras, cuando estábamos muertas y éramos Sus enemigas, entonces Él puede proveer para cualquier otra necesidad y deseo que tengamos, si así lo desea. Y tenemos que confiar en Su sabiduría y en Su tiempo, y en la forma en que Él permite que nuestras vidas se desarrollen.
Y puede ser que Él escoja usarnos como testigos del gozo constante que viene de depender del Señor como mujer soltera. No sé lo que pasará en los años que me quedan aquí, pero de esto estoy segura: Cuando llegue al cielo y vea a mi Señor cara a cara, no le voy a decir: «No fuiste suficiente. No me saciaste». No. Voy a postrarme ante Él en gratitud y a decirle: «Gracias. Gracias por salvarme y librarme. No lo merezco, y no sé por qué me has hecho objeto de Tu misericordia, pero gracias».
Mujer 2: Yo estaba tratando de no decir nada... pero he luchado con, entre comillas, «la soledad», pero también he descubierto que es una herramienta que utiliza Satanás. Es otra mentira que las mujeres creemos, porque si te sometes a Dios y resistes a Satanás, la soledad desaparece.
A menudo noto que la soledad viene cuando estoy sola en mi auto. Regresando a casa de la iglesia, acabando de tener un tiempo maravilloso, y voy manejando a casa. Tengo que empezar a citar las Escrituras y someterme y resistir a Satanás. Y muy pronto estoy cantando.
He estado sola durante muchos años. Tenía dieciocho años cuando me casé. Estuve casada durante veinte años. Mi esposo me dejó por otra mujer, y él y su esposa han llegado a conocer al Señor. Pensé que él era cristiano antes de eso, pero ahora está totalmente entregado a Dios. Y hay mucha alegría por eso.
Dios y yo hemos criado tres hijas, con la ayuda de un montón de maravillosos líderes de jóvenes. Aquellas que experimentan también sentimientos de soledad—uno debe someterse, resistir a Satanás... cita las Escrituras, todos esos versículos de la Escritura que aprendiste cuando eras una niña, vuelven a tu mente. Aún: «No se turbe vuestro corazón, creéis en Dios, creed también en mí». Cualquiera de los que te sepas, o Juan 3:16, todos esos versículos. La Palabra de Dios no regresa vacía.
Carolyn: No sé qué es lo que tiene el conducir que te lleva a sentir la tentación de llorar. ¿A alguien más le pasa eso? Creo que vemos el auto como nuestra pequeña burbuja, pensamos que como nos movemos rápido en él, tal vez nadie ve las lágrimas. Puedes estar en la iglesia y disfrutar de la comunión de las personas. Pero luego vas al auto, y después que cierras la puerta—estás sola. Y estás conduciendo sola. Y vas a algún lugar sola—como siempre lo haces, sola. Eres la persona que siempre está disponible para ayudar. Entras a tu auto y vas hacia otras personas. Puedes sentirte muy sola.
He sido tentada muchísimas veces. He llorado de camino a baby showers, y cuando vengo de regreso. He llorado de camino a las bodas y cuando vengo de regreso. He llorado regresando de la iglesia. Llego a mi estacionamiento y me echo a llorar. Me he dado cuenta de que en esos momentos de soledad, que siempre son una mezcla de soledad y autocompasión, tengo que entrenarme a pensar en aquello por lo que puedo estar agradecida, porque no hay razón para consentir esa sensación de soledad.
Soy consciente de que estoy sola en ese momento, pero no tengo que llenarme de autocompasión. Es una disciplina. Es una disciplina de la mente. Y cuando llegan esos momentos en que tambaleas, cuando llegan las emociones y amenazan con desbordarse, puedes quejarte y ceder, o puedes parar y decir: «Soy una mujer rica. Dios me ha dado tanto. Y empiezo a hacer lo que me enseñaron desde pequeña, voy a empezar a «contar mis bendiciones», porque somos tan ricas. Se nos ha dado tanto.
Pero hay algo en el estar conduciendo que es especialmente tentador. No sé lo que es, pero pude identificarme inmediatamente con lo que dijiste.
Nancy: Y Carolyn, ¿qué pasa si tomas otra dirección cuando llegan esas emociones, y cedes a ellas? ¿A dónde te puede llevar eso?
Carolyn: A buscar hielo la mañana siguiente, para tratar de bajar la hinchazón de mis ojos, que parecen ser tres en lugar de uno. Me veo como un reptil de tanto llorar, y luego pienso: «¿Por qué hice eso? ¿Por qué hice eso?».
Es decir, cuando uno llora queda la evidencia, estás roja, tus ojos están hinchados y, no sé a ustedes, pero eso a mí me tienta. Ahora quiero cancelar cualquier plan porque todo el mundo sabrá que he estado llorando. Es el orgullo de no querer que la gente sepa que he estado llorando.
Así que por un lado está el desastre físico, la nariz roja y todo lo demás, pero luego está ese residuo que se adhiere a tu alma porque te has repetido todas las formas en las que crees que Dios te ha fallado, en lugar de predicarte el evangelio a ti misma y repetirte todas las formas en que Dios ha sido fiel.
Así que llega un momento en el que me miro al espejo y digo: «¡Para! ¡Ya basta! Has recibido muchísimo de Dios. No te consientas a ti misma». Es una disciplina. Ahora, yo tengo que hablarme a mí misma con dureza. Tal vez ustedes serían un poco más suaves, pero yo a veces tengo que darme una patada y decirme a mí misma: «¡Ya! ¡Basta! Ahora, ¿por qué podrías dar gracias?»
A veces voy de camino a un baby shower, y tengo que parar y decirme a mí misma: «¿Podrías dejar ya tu egocentrismo? Vas a la fiesta de una amiga a quien le tomó años quedar embarazada. Dios contestó sus oraciones. Vas a poder bendecir el fruto del vientre de otra mujer, y eso es algo emocionante porque esto fue de Dios. Bien, concéntrate en eso».
O estoy conduciendo a algún lugar, y pienso: «Bien, me siento muy sola y triste, pero supongo que no soy la única. ¿A quién podría animar en estos momentos?»
Sé que puedo sonar muy piadosa, pero quiero que sepas que estas son cosas que no siempre logro hacer, y quisiera poder ser más constante. Sin embargo, sí creo que por la gracia de Dios, con el tiempo, he mejorado. Me animé cuando mi hermana me dijo hace unos seis meses más o menos: «Sabes, hace tiempo que no tienes una crisis. ¡Eso es bueno!». (Risas) ¡Sí! ¡Poco a poco!
Nancy: Carolyn, ¿hay algo más en tu corazón que te gustaría compartir con nosotras al despedirnos en un par de minutos, unas palabras de ánimo, de aliento, o una exhortación para nosotras?
Carolyn: En mi iglesia hablamos de algo que hemos llamado «citas amorosas en tu mente». Es cuando te encuentras apegándote a un hombre que crees que es un buen tipo, y por lo general es un buen tipo. Es un hombre piadoso, y te gustaría que ese hombre piadoso te buscara.
Así que empiezas a sobredimensionar cualquier atención que él te dé. Y empiezas a repetirte cualquier conversación que él haya tenido contigo. Estás con tus amigas y estás hablando de él, y lo sacas como tema en todas las conversaciones.
Estás comenzando a formar ese apego emocional que va más allá de la amistad. Estás empezando a pasar de estar con las manos abiertas ante el Señor y diciendo: «Oye, este hermano es muy agradable», a: «¡Él es mío! ¡Mío!».
Hay señales de eso. Al menos en mi vida, las señales son: cuando te encuentras yendo a la iglesia (si vas a la misma iglesia que él), no para alabar a Dios, sino para poder verlo y tener una conversación con él; o si notas que él está hablando con otra mujer, te pones celosa, y estás distraída en lugar de estar dispuesta a servir a los demás.
Y estas son las pequeñas señales que te permiten saber si estás formando un apego que es una demanda y que va más allá de lo que Dios está desarrollando en tu amistad. O bien, si Su voluntad es que se dé esa relación, te has puesto por delante del hombre, porque no ha declarado ningún interés en ti.
Me parece que cuando empezamos a convertirnos en lo que mis amigas llaman «encantadas», como cuando habla contigo, y dices, «¿cómo estáaaas…(risita)…» Y todas tus amigas se quedan como, «ok, quiero vomitar», porque te pones demasiado empalagosa. No quiero que nadie me malinterprete. Creo que uno tiene que esforzarse por ser agradable y cálida y alentadora, pero creo que todas sabemos cuándo nos estamos pasando. Estamos demasiado emocionadas por la atención.
Y esa es una respuesta natural. Somos mujeres diseñadas para responder a los hombres. Pero hay una manera en la que definitivamente nos pasamos. El pobre hombre es como un venado que ha sido encontrado por un equipo de caza. Mientras está frente a las luces de la camioneta, oye como se enciende el motor y a uno de los cazadores decir: «Ahí está la presa, vamos por él».
Estas son las señales que indican que nos hemos apegado antes de que el hombre haya declarado su iniciativa, y es muy peligroso estar en ese lugar porque podemosencontrarnos haciendo declaraciones injustificadas, y nos estamos encaminando hacia la decepción en lugar de depender del Señor y poner nuestra esperanza en Él, confiando en Él y dándole espacio al hombre para que nos busque antes de que comencemos a hacer todo tipo de reclamaciones en nuestros corazones.
Nancy: Carolyn, muchas gracias. Ha sido un día largo, y has viajado y has abierto tu corazón aquí, y estamos muy, muy agradecidas. Pienso que realmente has ministrado aliento y esperanza, y consejos sabios para todas nosotras de diferentes maneras.
Me pregunto si puedes cerrar nuestro tiempo orando por estas mujeres y por nosotras y por esa confianza en Dios, ya sea que Él satisfaga o no ciertas esperanzas, anhelos que podemos tener. Me gustaría que ores por todas nosotras, y entonces me gustaría pedirle a Kim que ore por ti. ¿Puedes decirnos en un minuto aquí cómo deseas que oremos por ti porque sé que algunas de estas mujeres que te han escuchado durante estos días van a querer recordarte en sus oraciones en los días venideros. ¿Algunas cosas específicas en tu corazón?
Carolyn: Ahora todas juntas, ¡a orar por un esposo! (risas). En serio, me gustaría que oraran para que el Señor me conceda un esposo. No he dejado de orar por un esposo, pero también soy cada vez más consciente del hecho de que debo ser fiel en lo que el Señor me llama a hacer en el presente, de modo que no sea descalificada en el futuro.
He estado leyendo a través del Antiguo Testamento, y una y otra vez veo a Dios bendiciendo y sosteniendo a las personas que después comenzaron a caminar en su propia sabiduría, negociando sus propios tratos con reyes, y tratando de resolver sus problemas sin depender del Señor. Y si ellos enfrentaron esas tentaciones y cayeron, ¿cuánto más yo? Quiero terminar bien. No quiero traer deshonra al Señor, y quiero permanecer dispuesta a recibir la corrección y el consejo de los demás para no deshonrarlo.
Carmen: Esta es Carolyn McCulley. Ella regresará en breve para orar con nosotras. Carolyn y Nancy DeMoss de Wolgemuth han estado hablando acerca de la confianza en Dios durante la soltería. Esta serie se basa en un libro escrito por Carolyn titulado «Did I Kiss Marriage Goodbye?», (que en español sería, «¿Le dije adiós al matrimonio?»—disponible solo en inglés).
En el Antiguo Testamento leemos sobre el pueblo de Israel siendo llevado en cautiverio. Ellos se preguntaban, «¿cómo cantaremos la canción del Señor en tierra extraña?» Esta pregunta tiene muchas implicaciones para nosotras hoy, y mañana Nancy nos ayudará a descubrirlas.
Ahora, iniciemos un tiempo de oración, empezando con Kim Wagner.
Padre, te doy gracias porque, tal como declaró Carolyn, ella no Te buscaba. Ella no estaba buscándote, pero yo te doy gracias. Gracias Espíritu Santo, porque has sido fiel en buscarla, y llamarla a Ti. La has levantado a ser una voz de instrucción y sabiduría y aliento a Tu cuerpo.
Padre, Tú sabes el deseo de su corazón para el matrimonio. Su pasión principal es traerte gloria en la forma que Tú escojas. Y ella voluntariamente se rinde a Ti para ser usada en cualquier forma que Tú elijas. Pero, Padre, el deseo de su corazón es para un esposo piadoso, para colocarse bajo el liderazgo y la autoridad de un hombre de Dios.
Por eso, Padre, en Tu infinita sabiduría, sabemos que todo lo que eliges hacer es bueno y correcto y justo, y nosotras simplemente pedimos que se haga Tu voluntad en su vida. Te pedimos que la protejas, mientras tanto, que mantengas su corazón y su vista en Ti, para que ella siga pensando y viviendo bíblicamente.
Ella desea consistencia. Has derramado tanta verdad en su vida, y la has rodeado con maestros y pastores y amistades piadosas que la han reprendido, exhortado, enseñado, y desafiado. Te pido que lo sigas haciendo, y que ella siga recibiendo de ellos, y a medida que lo recibe, pueda terminar bien. Ese es el deseo de su corazón: terminar bien y glorificarte a Ti.
Y Te doy gracias, Padre, porque cuando andamos de esa manera, y nos levantamos hacia Ti con las manos abiertas y decimos: «No es nuestra voluntad, sino la tuya», nos llevas a lugares de bendición y de gracia. Nos llenas de gozo inefable. Te doy gracias porque Tú eres bueno, y Tú eres fiel, y no lo merecemos.
Te pido que sigas derramándote de esa manera en la vida de Carolyn y concedas su petición de consistencia y de poder terminar bien. Te pedimos estas cosas en el nombre de Jesús.
Carolyn: Espíritu Santo, Te pido que nos llenes de nuevo para que rebosemos de esperanza y fortaleza, de amor y de confianza en Ti, para que glorifiquemos y honremos a nuestro Señor, y andemos como hijas gozosas de nuestro Padre en el cielo.
Te pido que bendigas a las mujeres que han venido aquí. Pido que continúen dejando esos buenos deseos delante de Tu trono, y que confíen en Tu poder para cumplirlos. Y, Señor, pido para que en los próximos meses Tú sorprendas a muchas de las mujeres aquí, y que ellas den testimonio de cómo Tú te complaciste al decirles: «Sí, yo Te he oído, y estoy contestando tus oraciones».
Señor, no hay nada que podamos hacer en nuestras propias fuerzas como mujeres solteras para cumplir el deseo de casarnos, pero Tú eres un Dios bueno. Tú puedes hacer esto en nosotras si ese es Tu plan sabio y perfecto para nuestras vidas.
Así que pido para que cada una de nosotras crezcamos en nuestra fe en Ti, que nunca dejemos de orar y pedir con acción de gracias las cosas que deseamos. Y, Señor, te pido que también crezcamos en nuestra confianza en Ti, que cuando nuestras circunstancias no sean las que hubiéramos esperado, veamos lo bueno en ellas, y Te bendigamos.
Pido por las mujeres más jóvenes aquí, que tengan la energía y el deseo de buscarte y que no sean atraídas por el mundo.
Pido por las mujeres que están a mitad de la vida, para que no pierdan la esperanza cuando vean que sus sueños parecen estar cambiando, y que puedan recibir las cosas que Tú estás trayendo a sus vidas.
Y pido por las mujeres mayores aquí, que puedan terminar bien y fuertes en Ti, que todos los años de comunión contigo las capaciten para servirte cada vez mejor y con más gozo.
Señor, te doy gracias por Nancy en particular. Te pido que la protejas y la preserves, que se mantenga firme en Su caminar contigo, y que ella también pueda terminar bien.
Te pido que bendigas este ministerio de Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
El Amor de Cristo, La IBI & Sovereign Grace Music, La Salvación es del Señor, ℗ 2014 Sovereign Grace Music. Canción usada con permiso.
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