La solución segura para una madre desesperada

Temas: Crianza , Maternidad

Así como la mujer sirofenicia, ¿has llegado al final de tus fuerzas al ver a tus hijos sufrir en términos espirituales? ¿Sientes impotencia de no poder hacer nada más por ese hijo o esa hija que está esclavizado a algún pecado? Cuando la mujer sirofenicia llegó al final de sí misma, ella supo a quién correr: a Cristo. ¿A dónde estás corriendo tú? ¡Sé animada con el episodio de hoy!

Frases destacadas del episodio de hoy:

Ver a nuestros hijos sufrir duele mucho, porque como madres, quisiéramos eximirlos del sufrimiento y daríamos la vida por ayudarlos.
Una cosa es batallar contra una enfermedad física, batallar con algo que los médicos pueden reconocer y tratar, y otra totalmente diferente es batallar en contra de una enfermedad espiritual que tú no ves.
Cuando nos sentimos desesperanzadas y anhelando una solución, el enemigo «huele» esa vulnerabilidad desde lejos y se aprovecha para vendernos …

Frases destacadas del episodio de hoy:

Ver a nuestros hijos sufrir duele mucho, porque como madres, quisiéramos eximirlos del sufrimiento y daríamos la vida por ayudarlos.
Una cosa es batallar contra una enfermedad física, batallar con algo que los médicos pueden reconocer y tratar, y otra totalmente diferente es batallar en contra de una enfermedad espiritual que tú no ves.
Cuando nos sentimos desesperanzadas y anhelando una solución, el enemigo «huele» esa vulnerabilidad desde lejos y se aprovecha para vendernos soluciones rápidas para los problemas espirituales.
El enemigo nos hace ofertas para mantenernos atormentadas y tratando de buscar las respuestas en nosotras mismas para desviarnos de la verdadera y única solución.
La mujer sirofenicia sabía lo que Cristo era capaz de hacer, y Cristo honró su fe.
La vida está llena de situaciones desesperantes, pero Dios obra de acuerdo a nuestra fe; y aunque tu fe sea del tamaño de un grano de mostaza, Él puede mover montañas.
Dios tiene el poder de dar vida. Dios quiere que en tu desesperación lo busques primeramente a Él. Solo Jesús es capaz de sanar y salvar.
Cuando las situaciones se ponen difíciles, a veces no escuchamos la voz de Dios en Su Palabra porque solo estamos oyendo nuestra propia voz y nuestros propios temores; y meditamos en nuestro propio razonamiento de las cosas. Pero Jesús nos invita a venir a Él con nuestras angustias por nuestros hijos.