Día 64 | Josué 5 – 7
Quiero que nos ubiquemos en la escena. Este pueblo que había estado vagando por el desierto ahora podía ver con sus propios ojos la tierra tan esperada: las murallas de la ciudad de Jericó.
Dios siempre cumple sus promesas aunque a nosotros algunas veces nos parece que se retrasa. ¿Te encuentras tú en una situación donde Dios parece tardar demasiado en contestar o resolver? Recuerda que Él siempre está llevando a cabo su plan y sus promesas. Su tiempo es siempre el perfecto y Dios es fiel.
Todas las cosas que suceden en estos versículos son recordatorios y, a la vez, reveladores del comienzo de una nueva etapa:
- La circuncisión como señal del Dios del pacto y de que ellos eran el pueblo del pacto: «Yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo». También, fue un recordatorio de su gran debilidad física ante la lucha que venía. Recuerda que …
Quiero que nos ubiquemos en la escena. Este pueblo que había estado vagando por el desierto ahora podía ver con sus propios ojos la tierra tan esperada: las murallas de la ciudad de Jericó.
Dios siempre cumple sus promesas aunque a nosotros algunas veces nos parece que se retrasa. ¿Te encuentras tú en una situación donde Dios parece tardar demasiado en contestar o resolver? Recuerda que Él siempre está llevando a cabo su plan y sus promesas. Su tiempo es siempre el perfecto y Dios es fiel.
Todas las cosas que suceden en estos versículos son recordatorios y, a la vez, reveladores del comienzo de una nueva etapa:
- La circuncisión como señal del Dios del pacto y de que ellos eran el pueblo del pacto: «Yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo». También, fue un recordatorio de su gran debilidad física ante la lucha que venía. Recuerda que dos hijos de Jacob mataron a los hombres de Siquem justo después de que habían sido circuncidados. Dios quería recordarle al pueblo (y a nosotros) cuán vulnerable y débil era, pero que Él es el fuerte de Jacob y quien pelea la batalla.
- La celebración de la pascua fue un recordatorio de cómo Dios los había sacado de la esclavitud de Egipto con milagros y proezas. ¿Sabías que aunque hoy no celebramos la pascua de esa manera Cristo es nuestra pascua? ¿Sabías que si eres cristiana y perteneces a una iglesia local, participar de la santa cena es un recordatorio de que Dios nos libró y que el Cordero fue sacrificado por nuestros pecados y esta es una oportunidad para examinarnos a nosotros mismos, confesar nuestros pecados a Él y hacer nuevos propósitos para vivir para Cristo? No desperdicies la invitación de sentarte a su mesa.
- El maná cesó. Dios les recordaba que había sido fiel durante cuarenta años proveyéndoles pan del cielo en el desierto cada día sin fallar, pero ahora las circunstancias cambiaban. Su fidelidad seguía siendo la misma, las circunstancias cambian, pero Él siempre provee, Él es Jehová Jireh.
Después de esto y ante la gran conquista que se avecina, Josué sale solo a caminar y levanta los ojos al cielo. Allí, se encuentra con una persona, el capitán de los ejércitos celestiales.
El Salmo 121 dice: «Alzaré mis ojos a los montes»… ¿Ha habido algún tiempo en tu vida donde sabes que lo que tienes por delante es más grande de lo que puedes enfrentar y simplemente levantas los ojos al cielo y buscas la ayuda del Señor? Hay batallas que debemos enfrentar en las que reconocemos que no tenemos fuerzas y nos vemos débiles física, emocional y espiritualmente. Puede ser una enfermedad, un proyecto en tu trabajo, una relación difícil, un matrimonio que se rompe, un hijo pródigo… Llena tú el espacio en blanco.
Ahora, lee el salmo completo. Puedes estar segura que cuentas con la presencia del Capitán del ejército del Señor, el Señor Jesucristo que dijo: «He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».
Capítulo 6
El pueblo de Israel decide salir con la estrategia militar más absurda que jamás se hubiera escuchado. El texto bíblico se encarga de decirnos: Jericó estaba cerrada, muy bien cerrada. Cuando se atacaba una fortaleza así, por lo general, se usaba un sitio por varios meses para forzar a que la ciudad se rindiera a través del hambre. Sin embargo, esta extraña estrategia iba a demostrar que la confianza del pueblo estaba en el Señor que les daría la victoria.
Ellos obedecieron. La muralla fue derribada al sonido de las trompetas y de los gritos, y sólo Rahab y todos los suyos se salvaron.
Me conmueve ver ese cordón escarlata en la ventana de Rahab y cómo ella con su familia se refugiaron y fueron salvos bajo la sombra de ese cordón. Muchas veces, esa también es mi oración: ¡que el cordón escarlata de la sangre de Cristo salve a todos los míos! Que nos refugiemos bajo ese manantial de sangre carmesí que perdona todos los pecados y que, como Rahab y los suyos, todos pasemos a ser parte de la familia de Dios.
Capítulo 7
Todo parecía haber sido hecho con la bendición del Señor. Había sido una gran victoria. El pueblo había obedecido en todo… Menos una persona.
Dios le dice a todos los israelitas que habían sido infieles, cuando en realidad un solo hombre había desobedecido tomando lo prohibido. La ira de Dios estaba sobre todo el pueblo, todos pagaron las consecuencias. Ellos pensaron que ante la gran victoria en Jericó, la batalla de Hai iba a ser algo sencillo. Sin embargo, sufrieron una derrota inminente. Entonces, Josué clama a Dios sobrecogido, confundido y buscando respuesta. La respuesta del Señor es contundente: Israel ha pecado.
Por causa del pecado no pudieron hacerle frente a sus enemigos. Habían tomado una gran ciudad amurallada; pero ahora habían sido derrotados ante algo que parecía sencillo frente a unos pocos enemigos.
Así nos pasa a nosotras, el pecado nos debilita para hacer frente a nuestros enemigos, grandes o pequeños. El pecado individual no solo nos afecta a nosotras, afecta a otros, afecta a nuestra familia, afecta a nuestra iglesia.
Todo el proceso es triste y aleccionador. Acán y su familia fueron eliminados de Israel. Aún hoy, las mismas cosas que tentaron a Acán nos tientan a nosotras. Acán vio y codició, Eva vio y codicio. Tú y yo vemos y codiciamos. Los deseos de los ojos, los deseos de la carne y la vanagloria de la vida nos tienta y fácilmente descuidamos nuestras defensas espirituales. Pidamos al Señor que nos permita ver el pecado como Dios lo ve y corramos a la cruz.
«El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y los abandona hallará misericordia». –Proverbios 28:13
«Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad». –1 Juan 1:9
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