Día 52 | Deuteronomio 5 – 7
En el capítulo 5 Moisés inicia su segundo discurso al pueblo y lo hace recordándoles los 10 Mandamientos o el Decálogo. Lo hace antes de entrar en Canaán y además les recuerda algunos acontecimientos históricos para motivarlos a la obediencia.
Dios había pactado con ellos en Horeb, y no solo lo hizo con sus padres si no con esta generación que ahora tomaría la tierra prometida. Esto es importante porque ellos no podrían argumentar que el pacto había sido solo con sus padres. De igual manera Dios lo ha hecho con nosotros con un pacto de gracia y por eso estas palabras son tan importantes para nuestras vidas.
Dios habló con ellos cara a cara, no de una manera en que ellos vieron al Señor, pero sí de una forma en que no les quedaba duda de estar en Su presencia santa. Y nuevamente Moisés se colocó entre el pueblo …
En el capítulo 5 Moisés inicia su segundo discurso al pueblo y lo hace recordándoles los 10 Mandamientos o el Decálogo. Lo hace antes de entrar en Canaán y además les recuerda algunos acontecimientos históricos para motivarlos a la obediencia.
Dios había pactado con ellos en Horeb, y no solo lo hizo con sus padres si no con esta generación que ahora tomaría la tierra prometida. Esto es importante porque ellos no podrían argumentar que el pacto había sido solo con sus padres. De igual manera Dios lo ha hecho con nosotros con un pacto de gracia y por eso estas palabras son tan importantes para nuestras vidas.
Dios habló con ellos cara a cara, no de una manera en que ellos vieron al Señor, pero sí de una forma en que no les quedaba duda de estar en Su presencia santa. Y nuevamente Moisés se colocó entre el pueblo y Dios en esa ocasión, con esto él es un tipo de Cristo como mediador entre Dios y los hombres. Moisés apuntaba a la obra que Jesús haría entre Dios y el hombre mediando por nosotros. Hebreos 8:6 nos recuerda «Pero ahora Él (Cristo) ha obtenido un ministerio tanto mejor, por cuanto es también el mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.»
Los Mandamientos
Primero inicia recordándonos que Dios es nuestro Señor, que tiene autoridad sobre nuestras vidas y nos recuerda nuevamente su carácter exclusivo: No tendremos otros dioses ni nada que adoremos que se anteponga a Él. Solo Él merece todo nuestro corazón, adoración y servicio porque nos ha libertado para Él. Con Israel lo hizo de la esclavitud de Egipto, de estar en casa de servidumbre, y a nosotros de la esclavitud del pecado. De estar bajo su dominio. Pero esta liberación es para adorarlo y servirlo.
Nos recuerda que su Nombre es santo y debemos no tomarlo en vano porque representa todo el carácter de Dios, todo lo que Dios es.
Los dos primeros mandamientos apuntan a nuestra relación con Dios y el resto con los demás. No podemos tener una vida adecuada con nuestro prójimo, familiares, amigos, si primero no la tenemos con Dios.
- Eso debe llevarte a reflexionar si Dios es central para ti, si Él ocupa tus pensamientos, anhelos, decisiones, y si tus motivaciones al actuar están centradas en Él o en tus deseos. Porque si lo amo debo guardar sus mandamientos ( Jn. 14:15,21).
- Los que te rodean ¿ven que Dios es central en tu vida, que lo agradas al vivir para Él?
- ¿Estás consciente de su santidad de una forma tal que aún su nombre es algo que reverencias, respetas y no lo tomas en vano al mencionarlo en tus conversaciones como una expresión de asombro o algo cotidiano? ¿Estás viviendo de esta manera? ¿O te has dejado influenciar por la forma en que los que no conocen a Dios usan su nombre? De esto guardaba Dios a Israel.
- Debes dar gracias cada día porque su misericordia Él la muestra cada día a tu favor (Dt. 5:10). Porque por Jesús tienes perdón por tus pecados cuando no vives de esta manera. Porque Él media e intercede por ti en todo momento (He. 8:6).
«Porque este es el amor de Dios: que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos». –1 Juan 5:3
Capítulo 6
Moisés continúa instruyendo al pueblo por mandato del Señor. Vemos cómo aprender nos lleva al temor porque conocemos, y esto debe producir en nosotros obediencia. Y este es el propósito de toda esta enseñanza (6:1-2). El conocer a Dios me lleva al temor reverente para vivir en obediencia. Pero Dios espera que lo que aprendemos de Él, de su carácter, de lo revelado por Él en su Palabra, lo pasemos por igual a nuestros hijos y a los hijos de estos.
El Salmo 78:4-6 nos recuerda:
«No lo ocultaremos a sus hijos, sino que contaremos a la generación venidera las alabanzas del SEÑOR, Su poder y las maravillas que hizo. Porque Él estableció un testimonio en Jacob, Y puso una ley en Israel, La cual ordenó a nuestros padres Que enseñaran a sus hijos, Para que la generación venidera lo supiera, aun los hijos que habían de nacer, Y éstos se levantaran y lo contaran a sus hijos.»
Y estas palabras enseñadas eran tan importantes para el judío, que los versos 4 y 5 representaban para ellos la parte más importante de la Escritura, y por eso las escribían en sus filacterias y las repetían dos veces al día. Las filacterias eran esta porción de la Palabra escritas en un pergamino y que luego ellos las ataban a su cabeza y brazos para llevarla con ellos todo el tiempo.
- Me pregunto, ¿qué importancia tiene para mí que su Palabra esté de esta manera presente en mi vida, dirigiendo todo mi hacer o vivir, porque soy impactado por ella? ¿Qué urgencia le doy a pasar esta verdad a mis hijos, nietos y todo el que Dios ponga a mi lado?
- ¿Cómo paso estas verdades a mis hijos? ¿Solo de una manera planificada en un tiempo designado para el devocional o altar familia o soy intencional en cada cosa cotidiana que Dios nos da? ¿Aprovecho cada oportunidad para que puedan ver el Dios poderoso que nos provee, alimenta, viste, cuida, bendice?
Nuestros hijos deben saber desde temprano que hemos sido liberados del pecado como Israel lo fue de la esclavitud, para servir a nuestro Dios (6: 20-24).
Debo enseñarles que obedecer trae bendición. Y recordar esto cada día para mi vida (6:25). Porque Dios cuida de cada detalle de mi vida.
Capítulo 7
En este capítulo Israel es advertido de cómo la amistad y comunión con otros pueblos idólatras está prohibida, porque sería de contaminación para ellos por su idolatría. En especial, Dios hace énfasis en que no se unan en matrimonio con ellos, porque traería destrucción y ruina.
Dios les menciona siete naciones que habitaban estas tierras y que debían echarlas fuera para tomar posesión de la heredad dada por Él. Solo de esa manera ellos tendrían paz en este lugar que Él les había dado.
La instrucción fue derribar y destruir todo lo que representará una adoración falsa, porque ellos eran un pueblo escogido por Dios. De igual manera Dios me recuerda que soy linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, escogida para Dios. Lo que Dios le pidió a Israel en cuanto a no unirse con idólatras me lo pide hoy a mí al no unirme en yugo desigual en matrimonio, en negocios, o en otro tipo de asociación con incrédulos porque esto traerá conflictos y me llevará a andar de una manera que sea contra su ley (2 Co. 6:14).
Las bendiciones de la obediencia: Dios prometió su cuidado, su bendición, prosperidad, abundancia, alguardar y cumplir sus mandatos. Y de la misma manera que Dios pactó con Israel hoy estoy bajo un pacto de gracia. Debo andar, vivir en obediencia de una manera que honre al Dios que me ha escogido antes de la fundación del mundo, que me predestinó para la adopción en Cristo, para ser suya para la alabanza de su gloria (Ef. 1:4-6).
Recordando que esto no es solo para Israel si no para mí «Porque todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia (perseverancia) y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.» Ro. 15:4
- ¿Cómo Dios te ha hablado a tu vida hoy en estos capítulos? Comparte con nosotras tus notas.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación