Día 51 | Deuteronomio 3 – 4
Dios confirma su presencia a su pueblo.
Israel continuó la marcha por el camino de Basán y Og su rey salió al encuentro para la guerra. Dios confirmó que Él peleaba por ellos, les aseguró la victoria y les anima a no temer.
Aunque Og era muy temible, fuerte y descendiente de los gigantes que antes ocuparon esas tierras, Dios peleó por su pueblo esta batalla. Con esta porción, se completó el territorio al este del Jordán (8). Tierras fértiles que pasarían a ser la porción de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés. Moisés delimita los territorios de cada una de las tribus, pero sus hombres deberían ir a pelear con sus hermanos por el resto de la heredad que faltaba por tomar. Al ver la promesa de Dios cumplirse, Moisés anima a Josué quien sería su sucesor. Les repite otra vez que no teman, porque Dios pelearía …
Dios confirma su presencia a su pueblo.
Israel continuó la marcha por el camino de Basán y Og su rey salió al encuentro para la guerra. Dios confirmó que Él peleaba por ellos, les aseguró la victoria y les anima a no temer.
Aunque Og era muy temible, fuerte y descendiente de los gigantes que antes ocuparon esas tierras, Dios peleó por su pueblo esta batalla. Con esta porción, se completó el territorio al este del Jordán (8). Tierras fértiles que pasarían a ser la porción de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés. Moisés delimita los territorios de cada una de las tribus, pero sus hombres deberían ir a pelear con sus hermanos por el resto de la heredad que faltaba por tomar. Al ver la promesa de Dios cumplirse, Moisés anima a Josué quien sería su sucesor. Les repite otra vez que no teman, porque Dios pelearía por ellos.
El temor es algo natural para el hombre, de hecho, Dios creó esta emoción para nuestra preservación ante el peligro. El temor genera adrenalina que nos lleva a estar alertas, y hacer cosas que no haríamos a no ser por el temor. Puede paralizarnos o llenarnos de energía. Puede ser real o imaginario, por eso aquí Dios les asegura que la victoria viene solo de Él y no de sus fuerzas o habilidades, por lo que Dios les pide que confíen en El.
El salmista decía Cuando temo, yo en ti confío (Sal. 56:3). Esa es la actitud que debemos tomar en medio de lo que puede causarnos temor.
- ¿Cómo reaccionas en medio del peligro, de situaciones que no puedes controlar pero que sabes que Dios tiene en sus manos? ¿Te dejas controlar por el temor o descansas en Dios, orando y esperando en Él?
Moisés solo vió la tierra desde lejos, y es que el pecado tiene consecuencias. Siendo un hombre de íntima comunión con Dios no pudo cruzar a la tierra prometida. Dios puede disciplinarnos no solo por nosotros, sino por aquellos a nuestro alrededor, para que vean y teman. Israel fue testigo de que él no entró en la tierra que amaba ver y esto a causa de su pecado. Pero en la gracia y amor de Dios él pudo verla desde la cumbre del Pisga (3:27).
¡Reflexiono y pienso que mi pecado es tantas veces mayor que el de Moisés y Dios me trata con tanta gracia! Esto me lleva a dar gracias por su gracia, que es siempre mayor que mi pecado. Dar gracias por Cristo, quien ha pagado por mi culpa en la cruz y que me asegura que veré la Canaán celestial y estaré con el Cordero. ¡Aleluya!
Capítulo 4
Nuevamente Moisés anima a Israel a obedecer, cumplir los estatutos que Dios les ha dado sin agregar o quitar nada de ellos. Esto nos lleva a ver la importancia que Dios le da a su Palabra y no solo a la obediencia, si no a no adulterarla. Su Palabra es Dios mismo, su carácter, revelado de manera perfecta. Jesús es el Logos de Dios, el Verbo. «Por la Palabra del Señor fueron hechos los cielos y la tierra y todo su ejército por el aliento de su boca» (Sal. 33:6).
Y Cristo es el Verbo, la Palabra que vino hecho hombre, el creador de todo lo que existe. «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como la del unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad» (Jn 1:14). Por lo tanto, debo atesorar, guardarla de forma que nada sea cambiado en ella. Una vez más vemos a Cristo en este libro al ser recordados de guardar su Palabra de forma pura.
Dios les recuerda quien es su Dios (4:7). No hay otro pueblo o nación que tenga un dios cercano a ellos como lo está Dios cuando lo invocamos.
Nos anima a ir a Dios en oración porque somos su pueblo, porque Él está cercano cuando oramos. Y podemos ver como hay un vínculo entre la obediencia al caminar en Él y la oración.
Israel fue recordado de que ellos seguían a un Dios invisible en medio de naciones paganas que adoraban el sol, la luna, las estrellas y todo lo creado (4:19), y esto debían enseñar a sus hijos. En todo momento son advertidos de la idolatría.
Dios sabe de antemano todo de nuestras vidas, Él es Omnisciente. Por eso aun sin entrar en la tierra les advirtió de su idolatría cuando poseyeran la tierra. Iban a ser enviados al exilio por este pecado (4:27). Pero esto no sería para olvidarlos, si no para que en este lugar buscaran a Dios de todo corazón (4:30).
- ¿En algún momento has preferido tus caminos a los de Dios?
- ¿Has adorado a otros dioses rindiendo tus pensamientos, tiempo, dinero, deseos, aunque estos no sean la luna y las estrellas?
- ¿Te encuentras ahora en una situación de desierto espiritual o quizás más que eso, económico también? ¿Qué te ha llevado a este lugar?
Reflexiona y reconoce que el Señor es Dios arriba en los cielos y no hay otro (4:39), busca a Dios en ese lugar pidiendo que Él haga su voluntad para que seas formada en semejanza de Cristo.
¿Qué cosas roban tu tiempo y tus afectos de Dios? ¿Es tu verdadera devoción el andar en sus mandamientos y ponerlos por obra? ¿Puedes decir como David, «¡cuánto amo yo tu ley!» Y quiero que ella sea de día y de noche mi meditación? ¿Estás honrando la Palabra que Dios te ha entregado?
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