Día 50 | Deuteronomio 1 – 2
Hoy iniciamos el libro de Deuteronomio, el cual es la repetición de la ley o Segunda ley. Esta repetición era necesaria porque quienes iban a entrar en la tierra prometida eran los hijos del pueblo que salió de Egipto casi cuarenta años antes. Dios había dicho que solo entrarían los menores de 20 años, pereciendo sus padres por su incredulidad y rebeldía.
Por eso Moisés le recuerda a esta nueva generación la importancia de las promesas de Dios y de obedecer.
Este es el primer discurso de despedida de Moisés. Nos dice la ubicación del pueblo, estaban acampados en el Arabá, en tierra de Moab, listos para la conquista. Les enfatiza la obediencia. Ellos debían marchar solo cuando Dios lo indicara.
- ¿Cuántas veces has marchado sin que Dios te haya dado la indicación de hacerlo?
- ¿Has seguido tu criterio y no la voz de Dios en su Palabra al tomar …
Hoy iniciamos el libro de Deuteronomio, el cual es la repetición de la ley o Segunda ley. Esta repetición era necesaria porque quienes iban a entrar en la tierra prometida eran los hijos del pueblo que salió de Egipto casi cuarenta años antes. Dios había dicho que solo entrarían los menores de 20 años, pereciendo sus padres por su incredulidad y rebeldía.
Por eso Moisés le recuerda a esta nueva generación la importancia de las promesas de Dios y de obedecer.
Este es el primer discurso de despedida de Moisés. Nos dice la ubicación del pueblo, estaban acampados en el Arabá, en tierra de Moab, listos para la conquista. Les enfatiza la obediencia. Ellos debían marchar solo cuando Dios lo indicara.
- ¿Cuántas veces has marchado sin que Dios te haya dado la indicación de hacerlo?
- ¿Has seguido tu criterio y no la voz de Dios en su Palabra al tomar “la tierra” con un trabajo, al mudarte de ciudad quizás sin una iglesia, o unirte con una persona siguiendo sólo los impulsos y deseos y no obedeciendo la voz de Dios en sus mandatos?
Moisés les recuerda que Dios siempre cumple sus promesas. Abraham tenía ahora una descendencia como las estrellas del cielo, y eran ellos. Les recuerda que Él había colocado hombres sabios para ayudarlos a guiar al pueblo. Con esto les reiteró el buscar la sabiduría que viene de lo alto. Dios los había puesto en este lugar.
¿Recuerdas el informe de los 12 espías que entraron en la tierra? Esta era buena, pero ellos vieron las dificultades más grandes que a su Dios. Con esto los anima a ver a Dios por encima de todo lo que pasen y no pecar como sus padres.
- ¿Te has visto a ti misma como Israel, con tus dificultades difíciles e insuperables para ti y has dejado de ver a Dios usándolas en tu vida, en tu familia, en tus padres o cualquiera de tus relaciones?
- ¿Has visto estas circunstancias como un territorio que no puedes conquistar con el poder de Dios? ¿O has olvidado a Dios en medio de estas cosas?
Toma un tiempo para reflexionar en esto y ve a Dios con corazón arrepentido buscando su perdón y guía. 1 Juan 1:9 es una promesa para nosotros.
En el capítulo 2 Moisés resume para estos jóvenes todo el recorrido hecho durante estos años. Rodearon el monte Seir y probablemente se detuvieron por varios años en algunos lugares donde acamparon.
Esto nos hace ver como en la marcha de nuestra vida Dios muchas veces nos detiene, quizás para crecer en dependencia de Él o para formar nuestro carácter. No podemos avanzar tan rápido como deseamos ir sin que Dios nos dé la orden de continuar.
¿Te identificas con esto?
Dios les advirtió que no debían molestar a los edomitas, amonitas ni a los moabitas. Dios estaba siendo fiel a su promesa a ellos. Moisés les recuerda que los edomitas son sus hermanos (2:6). Para atravesar su territorio debían comprar lo necesario, no debían por ser numerosos cometer injusticias. (2:6).
Tampoco podían molestar a los moabitas ni los amonitas porque ellos ocupaban la tierra que Dios les había dado por ser descendientes de Lot. Tierras que antes ocupaban gigantes llamados zomzomeos y emitas, pero derrotados por ellos para tomar posesión de sus tierras.
Dios entrega una heredad, pero tanto los hijos de Esaú, los de Amón y Moab como Israel, debían conquistar esos territorios.
Estamos llamadas a obedecer haciendo lo que Dios nos demanda.
Dios bendice la obediencia en esta nueva generación cuando ellos atravesaron estos territorios siendo más numerosos y no los despojaron, sino que hicieron de acuerdo a lo mandado por Dios. Entonces Dios les entregó la primera porción de la tierra que les prometió, la tierra de Sehón rey de Hesbón (2:24-25). Un rey que como faraón Dios endureció su corazón por su maldad (2:30). Su pecado era de acuerdo a su corazón, pero era parte del plan de Dios, porque nada se escapa de sus propósitos (ver Stgo 1:14). Dios usó esa resistencia para hacer bien a su pueblo, como parte de la primera batalla por la tierra, e Israel salió victorioso. Israel destruye todo lo que le pertenecía a él.
- ¿Has visto tu corazón en algún momento como el de faraón o Sehón, que solo desea dar a luz los deseos que hay en él? ¿Quizás poner tropiezos a otros que Dios está prosperando, o no bendecirlos cuando te es posible hacerlo por celos o envidias?
Puede parecernos cruel el exterminio de las personas que habitaban allí, pero Dios estaba emitiendo un juicio por su maldad y al mismo tiempo advirtiendo a Israel de no contaminarse con su idolatría; no tomar sus costumbres. Esto se repetiría una y otra vez porque Dios es un Dios celoso de su santidad.
¿Cómo te conduces en medio de la idolatría y el paganismo que te rodean? ¿Te dejas contaminar por ellos? ¿Te amoldas a sus formas de vivir o permaneces buscando a Dios y obedeciendo su Palabra? ¿Te dejas moldear por el pensamiento de la cultura que te rodea y llamas a lo malo bueno?
- ¿Eres radical con el pecado luchando contra él? ¿Qué consecuencias has tenido en tu vida el no serlo, o en la de tu familia? ¿Cómo te habla Dios con esta porción de su Palabra?
Porque escrito está: Sed santos, porque Yo soy santo. 1 Pe. 1:16
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