Día 352 | Hebreos 5 – 8

Al meditar en estos capítulos me maravillo en la completa y total perfección de Dios y su obra, cómo en su infinita sabiduría, omnisciencia, amor, santidad y fidelidad escoge a Jesucristo, completa y perfectamente hombre y Dios para representarnos como sumo sacerdote delante del que es Santo tres veces.

• Él es la clase de sumo sacerdote que necesitamos, porque es santo y no tiene culpa ni mancha de pecado (Hebreos 7:26).
• A diferencia de los demás sumos sacerdotes, no tiene necesidad de ofrecer sacrificios cada día (Hebreos 7:27).
• Jesús se ofreció una vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo como sacrificio por los pecados del pueblo (Hebreos 7:27).
• Tenemos un Sumo Sacerdote quien se sentó en el lugar de honor, a la derecha del trono del Dios majestuoso en el cielo (Hebreos 8:1).

A nuestro Sumo Sacerdote se le ha dado un ministerio que es muy superior al sacerdocio antiguo porque él es mediador a nuestro favor de un mejor pacto con Dios basado en mejores promesas (Hebreos 8:6).

Al ser completamente hombre, se compadece y nos comprende, pues vivió en carne propia todas nuestras luchas, debilidades, limitaciones, mas en todo agradó al Padre, estando así totalmente capacitado para interceder con «gran clamor y lágrimas» por sus hermanos caídos… pero no se queda ahí. Él mismo se da como ofrenda para pagar y redimir las almas de cada una de nosotras y restablecer nuestra relación con el Padre rasgando el velo, quitando de en medio lo que nos separaba.

• ¿Estás cuestionando o dudando de las elecciones, de los tiempos y de las provisiones de Dios para tu vida?

Recuerda que la obra de Dios es perfecta, sus caminos son rectos.

Dios ha establecido el crecimiento como parte de su diseño y de la misma manera que nosotras no solamente deseamos tener hijos e hijas y se queden siendo siempre bebés, sino que crezcan bien alimentados, fortalecidos, física y espiritualmente sanos para que pueda ser útil y cumplir sus propósitos, también Dios no solo nos hace nacer de nuevo sino que es Su propósito que crezcamos a la imagen de su Hijo, en nuestra relación con Él, que «todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo».

En las diversas etapas de crecimiento nosotras alimentamos, vacunamos y enseñamos a nuestros hijos, pero ellos a su vez deben masticar, caminar, tocar, analizar, pensar y hermanas hay una parte que nos toca a nosotras en nuestro proceso de crecimiento espiritual y parte de ello es buscarle, conocerle, amarle y confiar en Él cada día más.

Crecemos espiritualmente cuando aprendemos a esperar con paciencia como Abraham, cuando no dudamos de Sus promesas y confiamos en Su carácter inmutable, cuando rendimos toda nuestra vida en las manos de Aquel que es nuestro eterno Sumo Sacerdote.

• ¿Estás creciendo en estatura conforme a la imagen de nuestro Señor o todavía andas en las enseñanzas elementales?

Que al meditar en estos capítulos, en su obra, en su provisión, en su diseño, juntas podamos decir a alta voz.

«¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén». –Romanos 11:33, 36

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