Día 351 | Hebreos 1 – 4
Capítulo 1 (El Hijo de Dios, la revelación máxima de Dios)
Creo que en algún momento de tu vida has imaginado a los ángeles como estos pequeños seres alados con cara tierna tocando un arpa—entonando himnos con voces como de niños celestiales.
Bueno, la verdad es que al leer la Escritura vemos una imagen un tanto diferente. Aunque los ángeles adoran a Dios (1:6), son «llama de fuego» y «ministros de Dios» (1:7). Y no están en el cielo observando la tierra mientras comen palomitas de maíz, ellos son «espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que van a heredar salvación». ¿Crees que la forma en que te has imaginado a los ángeles debe ajustarse a la verdad de Dios? Me vienen a la mente los ángeles que rescataron a Lot de Sodoma y Gomorra, los ángeles que vieron a los pastores cuando fue anunciada la venida del …
Capítulo 1 (El Hijo de Dios, la revelación máxima de Dios)
Creo que en algún momento de tu vida has imaginado a los ángeles como estos pequeños seres alados con cara tierna tocando un arpa—entonando himnos con voces como de niños celestiales.
Bueno, la verdad es que al leer la Escritura vemos una imagen un tanto diferente. Aunque los ángeles adoran a Dios (1:6), son «llama de fuego» y «ministros de Dios» (1:7). Y no están en el cielo observando la tierra mientras comen palomitas de maíz, ellos son «espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que van a heredar salvación». ¿Crees que la forma en que te has imaginado a los ángeles debe ajustarse a la verdad de Dios? Me vienen a la mente los ángeles que rescataron a Lot de Sodoma y Gomorra, los ángeles que vieron a los pastores cuando fue anunciada la venida del Mesías, los ángeles que estuvieron en el sepulcro de Cristo para dar la noticia de su resurrección a las mujeres, entre otros.
El ministerio de los ángeles es precioso, pero más precioso aún es el ministerio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Él es el «idioma» del Padre, la esencia y resplandor de Dios mismo, Creador, heredero, sustenta todas las cosas con la palabra de su poder… y—aquello que atraviesa nuestros corazones: «ha efectuado la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas». ¿Entiendes lo que todo esto quiere decir? Yo no lo entiendo todo, pero sé que su Nombre—quien Él es, es mucho más excelente que los ángeles.
Cuando hablamos de nuestro «Señor y Salvador Jesucristo»:
- ¿Eres consciente de la realidad «invisible» de que Él es Señor, y Rey Soberano sobre todo el universo y sobre tu vida? (Ojo: nosotras no lo hacemos Rey, y nosotras mismas no somos la autoridad en el universo; Dios es Rey sobre todo).
- ¿Ves la salvación que Él ha obrado a tu favor como algo real e inmutable?
- Habiendo sido purificada de tu pecado, ¿has minimizado la obra de Jesucristo en la cruz?
- ¿Ves la realidad de que Jesucristo es el enviado de Dios, el Mesías prometido por amor, el «lenguaje» en el que el Padre nos ha hablado?
- Nosotras no nos lavamos a nosotras mismas, nos arrepentimos. Es Dios quien nos lava y purifica para sí mismo: ¿vives como una mujer limpia de maldad y que ha sido trasladada de las tinieblas a la luz admirable?
Quizá no vemos con nuestros ojos ángeles sirviendo a nuestro favor, no vemos el trono de Dios con nuestros propios ojos. Por momentos la salvación parece un hecho que se quedó en el año «0», o en un momento del pasado en nuestras vidas; o simplemente no logramos entender lo que Dios nos está diciendo a través de Jesús. Hoy, pidámosle al Padre que abra nuestros ojos a su amor y a la realidad del pecado que nos separa de Él, y que nos haga correr a la gloriosa cruz de Cristo—hacia el sacrificio que nos purifica para siempre y nos traslada del lodo del pecado, a los brazos de la Fuente de la vida eterna.
Capítulo 2 (El mensaje de Dios: El Hijo encarnado, muerto y resucitado. Somos esclavos hechos hijos)
¿Te ha pasado que estás hablando con alguien y de repente pierdes todo el interés en escuchar? ¿O qué te dijeron algo importante y mientras escuchabas estabas tan distraída que al rato se te olvidó lo que te dijeron? Lo contrario sería cuando estamos locas por encontrarnos con una persona que tiene una información que anticipamos escuchar. ¿Cuál de estas te sucede con Dios?
Dado que Dios nos habló por medio del Hijo y que Él es superior a los ángeles (capítulo 1), aquello que Dios tiene para decirnos es extremadamente importante que lo escuchemos. Vemos a lo largo de la Escritura como Dios ha usado ángeles como mensajeros, también leemos que en el pasado el Padre habló muchas veces y de muchas maneras por los profetas. Las palabras habladas por ellos fueron firmes y certeras, entonces ¿cómo no lo serán las palabras de nuestro Señor y Salvador Jesucristo?
Como un vaso quebrado, quizá algunas de las verdades que Dios ha hablado se han ido escurriendo de tu vida. Este capítulo 2 es un llamado de atención a que no tengamos en poco el mensaje de la salvación tan grande que Dios ha obrado a favor del que cree. Aquí unas notas sobre esa salvación:
- Las palabras habladas por Cristo fueron confirmadas por los que las oyeron de Él
- La historia y el Nuevo Testamento hablan de la vida de Jesús, de su muerte, de su resurrección y de lo sucedido en Pentecostés.
- Jesús tomó un cuerpo humano (de carne y hueso) para, por medio de su sacrificio en la cruz, «destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte».
- Alguien te habló o de alguna manera recibiste las buenas nuevas de salvación y fuiste liberada de la esclavitud al pecado.
- Tienes un sumo sacerdote, misericordioso y fiel que pagó por tus pecados y te purificó (sí, tiempo presente, ¡eres pura a los ojos de Dios! ¡Cómo si nunca hubieras pecado!).
- Tienes un hermano que por padecer y ser tentado en todo ahora puede socorrerte cuando eres tentada.
- Jesucristo te santifica y ahora le perteneces a Él y Él te llevará consigo a la gloria
- Eres llamada «hermana» por el Rey y Sustentador del universo.
Me quedo sin palabras al pensar en estas cosas… y la verdad es que a menudo se escurren por las grietas del vaso de mi vida. Pero es por esto que tenemos que ser intencionales en abrir nuestros oídos para escuchar al Padre, ser intencionales en leer su Palabra para conocerle y atesorar su gran salvación en nuestros corazones.
Te dejo con unas preguntas para reflexionar:
- ¿Has escuchado el verdadero mensaje que Dios ha hablado a través de Jesucristo?
- ¿Estás desobedeciendo a Dios deliberadamente en algún área de tu vida? ¿Has estimado en poco la salvación que Dios ha obrado en ti?
- ¿Te has sentido abandonada y sola cuando eres tentada, olvidando que Aquel a quien le pertenece todo el universo se identificó contigo al tomar forma de hombre para socorrerte? (Sí, aunque no lo veas con tus ojos, porque Él mora en ti).
- ¿Vives con temor de la muerte y en esclavitud?
Recuerda que el diablo ya fue destruído en el Calvario. Tienes un Sumo Sacerdote misericordioso y fiel. Nunca olvides esto. «Ahora sin embargo, no vemos todavía todas las cosas sometidas a Él; pero vemos a Aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles: a Jesús, coronado de gloria y de honra a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustara la muerte por todos».
Capítulo 3 (Jesús: Fiel y gran sumo sacerdote. Llamado y advertencia a escuchar Su mensaje)
Dios nos ha hablado por medio de Jesús y el mensaje que Él vino a traer son las buenas noticias de la salvación por gracia por medio de la fe. Aquel que ha creído su mensaje es «hermano» de Jesús, y este Jesús es el Mensajero de mensajeros y es el Sacerdote de sacerdotes. Considera con mucha atención estas cosas…
Nunca fui buena con las manualidades. Me encantaba ver las maquetas que hacía mi hermana porque ciertamente eran obras de arte. A ti de seguro te pusieron a hacer alguna, en particular les piden hacer maquetas a aquellos que estudian carreras relacionadas con el diseño, decoración o arquitectura. Algunas son representaciones de obras reales. La pregunta en Hebreos capítulo 3 es, ¿qué tiene más gloria, la maqueta o la obra original?
Moisés fue fiel al cumplir al pie de la letra las instrucciones que Dios le dio para construir el tabernáculo en el Antiguo Testamento («en verdad fue fiel sobre toda la Casa como siervo, para testimonio de las cosas que se habían de decir». ¡Y Dios hablaba con él cara a cara!). Viene a mi mente—de manera particular el momento en que esa Casa fue llena de la gloria de Dios (¡la presencia tangible de Dios estaba allí, en medio de Israel!). Pero así como Jesús es superior a los ángeles, es superior a Moisés. Jesús es el Hijo de Dios y en Él se revela la realidad del templo que Moisés construyó. Jesús es el «arquitecto y constructor» de la ciudad celestial (He. 12:10) y aún más, «el que hizo todas las cosas» (3:4).
Ahora, antes de que te imagines un templo en el cielo al cual tendremos que entrar para adorar a Dios, en el versículo 6 se nos dice que «la cual casa somos nosotros, si nos aferramos a la confianza y a gloriarnos en la esperanza». Pero, ¿cómo sabemos si realmente estamos aferradas a la esperanza de un reposo eterno—la vida eterna en comunión con Dios? Quizá no estás tan aferrada a esa esperanza como crees:
- ¿Te has rebelado contra Dios? ¿Has endurecido de alguna manera tu corazón contra Él?
- ¿Has puesto a Dios a prueba a pesar de que Él te ha mostrado su fidelidad?
- ¿Vives perdida en los deseos de tu propio corazón y no has conocido realmente Sus caminos?
Permíteme invitarte a seguir los rastros de tus acciones hasta llegar a tu corazón: «Mirad pues hermanos, no sea que acaso haya en alguno de vosotros un corazón malo de incredulidad como para apartarse del Dios vivo» (énfasis añadido). Esto nos lleva de regreso al inicio: ¿Has considerado—has fijado tus ojos en Jesús? ¿Has creído su mensaje?
La pregunta no es, ¿pecaste hoy? La pregunta no es, ¿eres perfecta y sin debilidad? Ni tampoco, ¿tienes toda tu vida bajo control? La pregunta es: ¿crees en Jesucristo y en su mensaje? Si has creído, es importante que recuerdes que el pecado es engañoso (estamos revestidas con la justicia de Cristo, Dios nos ve como puras, pero hay pecado en este mundo y aún tenemos cuerpos físicos corruptibles). Como hermanas debemos exhortarnos «los unos a los otros cada día, en tanto se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado».
Un Dios, un Mensajero, un Mensaje, un Mediador… ¿Crees? ¡Tienes un sumo sacerdote que intercede por ti! ¡La presencia del Mesías prometido mora en ti y un día verás con tus ojos a Aquel que ahora ves por fe! ¡Aférrate a la esperanza de la salvación hasta el fin! ¿No crees? Tu rebelión y desobediencia te impedirán entrar en el reposo eterno de Dios, pues su justa ira está sobre ti por tu corazón incrédulo. Hoy, si escuchas Su voz, no endurezcas tu corazón. ¡Mira a Cristo y cree!
Capítulo 4 (El reposo de Dios, el trono de la gracia y el Sacerdote compasivo)
Hemos leído que nuestro Señor y Salvador Jesús es el Hijo de Dios— la esencia y resplandor de Dios mismo. Él es mayor que los ángeles, quienes son «llama de fuego» y «ministros de Dios»; Él es mayor que Moisés, quien «en verdad fue fiel sobre toda la Casa como siervo, para testimonio de las cosas que se habían de decir», y Él tomó forma de hombre—con un cuerpo de carne y hueso para dar su vida y resucitar de la muerte con poder, para así hacer convertir esclavos en hijos suyos. Esta obra redentora es el mensaje que ha sido proclamado desde el Antiguo Testamento, pero que ahora ha sido revelado en Jesucristo.
- ¿Has escuchado Su voz? Hoy, si escuchas su voz, no endurezcas tu corazón.
- ¿Recuerdas cuando eras niña y al entrar a un área de juegos te medían para decidir si podías entrar? No se podía ser muy bajo, ni muy alto. Nos estirábamos lo más posible, o nos encogíamos, con tal de poder entrar.
Bueno, Dios ha preparado un reposo para sus hijos. Honestamente no me puedo imaginar ese reposo, no puedo ilustrarlo. Solo sé que la presencia misma de Dios estará allí, y tú y yo podremos verle cara a cara y disfrutar de Él por siempre en plena paz y comunión. La «barra de medir» de ese reposo es la fe, pero solo hay dos niveles: fe e incredulidad. Dios ha hablado por medio de su Hijo, y tú y yo hemos escuchado el mensaje. El que cree entrará en el reposo. El que no cree, no entrará en el reposo.
- ¿Crees que realmente Dios tiene preparado un reposo para sus hijos?
- ¿Crees que un día descansarás de todas tus obras como Dios descansó y terminó las suyas en el séptimo día de la creación?
En hebreos capítulo 4 encontramos cuatro exhortaciones preciosas:
- Temamos, no sea que pensando que entraremos en el reposo de Dios no hayamos realmente creído su mensaje.
- Procuremos entrar en ese reposo, ¡Dios se complace en salvar!
- Retengamos, si hemos creído, nuestra profesión de fe hasta el final.
- Acerquémonos al trono de la gracia de Dios con confianza, pues tenemos un fiel y gran sumo Sacerdote que se compadece de nosotras.
En este mundo podemos disimular respecto a nuestra estatura, modificar nuestra apariencia, engañar respecto a nuestra posición económica, esconder ciertos rasgos de nuestro carácter de otras personas… y en ocasiones salirnos con la nuestra. Pero hay unos ojos ante los que no podemos esconder nada. La Palabra de Dios «es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta dividir el alma y el espíritu, y hasta las coyunturas y los tuétanos, y es capaz de discernir los pensamientos y las intenciones del corazón… todas las cosas están desnudas y expuestas a los ojos de Aquél a quien tenemos que presentar cuenta» (4:12-13).
Pero no tienes que temer. Existe un fiel, compasivo y gran sumo Sacerdote en los cielos.
- ¿Es Él tu Sacerdote, o el Juez justo ante quien no tendrás defensa al rendir cuentas por tu pecado? (Ojo: Has sido comprada a precio de sangre del mercado de esclavos para ser ahora la hija amada del Padre. Su ira ya no reposa sobre ti, y el pecado ya no te domina—aunque te engaña).
- ¿Es por Su obra en la cruz que te acercas a Dios, o vienes a Él pretendiendo y como quien se esconde en lugar de venir en humildad y reconociendo tu condición?
- ¿Permaneces firme en creer su mensaje de redención, o en un momento te convenciste, pero ahora solo lo ves como un cuento de hadas?
Jesús es el fiel y gran sumo sacerdote; es el Creador del universo, el que le dio los planos a Moisés para la «maqueta» y el que está haciendo de ti y de mí una casa en la cual mora su Espíritu Santo—el Consolador que Cristo nos dejó al ascender a su trono de gracia a la diestra del Padre. Jesús es el Rey que tomó forma de hombre y más aún se hizo siervo hasta la muerte, fue tentado en todo y por eso tiene compasión de nosotras y nuestras debilidades.
Tú y yo podemos acercarnos al Padre con confianza. ¡Y con qué confianza deberíamos acercarnos! No por ti ni por mí… ¡Por Él! Porque su trono es un trono de gracia donde obtenemos misericordia y gracia para ser socorridas de la tentación cada día de nuestras vidas. ¿Lo crees? Ahora mismo ve delante de Dios en oración. No puedes esconder de Él tus pensamientos, emociones, intenciones ni deseos. Confiésale tu pecado, confiésale tus debilidades, fija tus ojos en Jesús y anticipa el reposo eterno que nos ha sido prometido.
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