Día 350 | Tito y Filemón
Tito
Pablo le escribe esta carta a Tito, su hijo en la fe, que era pastor en la isla de Creta. Él tenía que designar ancianos en cada ciudad y así terminar el trabajo en cada iglesia establecida en la isla.
Hay un énfasis en esta carta en cómo la enseñanza de la verdad a través del pastor o anciano tiene efectos en las vidas de los miembros de la iglesia.
«… para enseñarles a conocer la verdad que les muestra cómo vivir una vida dedicada a Dios». –v. 1
Y el ejemplo comienza por los líderes (1:5). La autoridad en cada iglesia quedaba establecida cuando se nombraban ancianos o pastores.
Estos hombres debían tener ciertas cualidades tanto en su carácter, como en su vida familiar, sus finanzas y su testimonio en general.
«El anciano debe llevar una vida intachable». –6 (se repite en el v. 7)
¿Una vida perfecta? …
Tito
Pablo le escribe esta carta a Tito, su hijo en la fe, que era pastor en la isla de Creta. Él tenía que designar ancianos en cada ciudad y así terminar el trabajo en cada iglesia establecida en la isla.
Hay un énfasis en esta carta en cómo la enseñanza de la verdad a través del pastor o anciano tiene efectos en las vidas de los miembros de la iglesia.
«… para enseñarles a conocer la verdad que les muestra cómo vivir una vida dedicada a Dios». –v. 1
Y el ejemplo comienza por los líderes (1:5). La autoridad en cada iglesia quedaba establecida cuando se nombraban ancianos o pastores.
Estos hombres debían tener ciertas cualidades tanto en su carácter, como en su vida familiar, sus finanzas y su testimonio en general.
«El anciano debe llevar una vida intachable». –6 (se repite en el v. 7)
¿Una vida perfecta? De ninguna manera porque por el contexto de toda la Escritura sabemos que esto es imposible, porque es un pecador, como los demás miembros de la iglesia, pero sí una vida coherente con lo que enseña y con su llamado.
Un contraste
No era fácil la tarea de este joven pastor porque la descripción de Pablo de la sociedad cretense es muy gráfica:
«Pues hay muchos rebeldes que participan en conversaciones inútiles y engañan a otros… Todos los cretenses son mentirosos, animales crueles y glotones perezosos». –1:10,12
La palabra cretino, viene de la conducta cretense. Bebedores, comelones, ociosos y por lo tanto chismosos. Se puede evidenciar a lo largo de la carta el contraste entre estos dos grupos de personas: los creyentes y los incrédulos. ¿Cómo quedaba esto evidenciado? Por cómo vivían el día a día en sus vidas cotidianas (v.15).
Algunos afirman que conocen a Dios, pero lo niegan con su manera de vivir. Son detestables y desobedientes, no sirven para hacer nada bueno (v. 1:16).
Pero los que verdaderamente habían llegado al conocimiento de Cristo y habían abrazado la enseñanza de la verdad debían vivir vidas muy distintas.
Las relaciones en la Iglesia
En el capítulo 2 tenemos esa famosa porción de la que se ha escrito y comentado mucho. Dios nos hizo seres relacionales. Él no quiere que vivamos vidas aisladas, individualistas, sino que nos relacionemos dentro de la familia de la fe. Él nos salva de manera individual y nos inserta en una iglesia local que es nuestra comunidad.
Pablo le dice a Tito que debe predicar la sana enseñanza de la Palabra de Dios y luego los hombres: mayores y jóvenes, las mujeres: mayores y jóvenes, los esclavos y los amos, todos los integrantes de la iglesia debían poder relacionarse entre sí y vivir esa enseñanza en sus vidas diarias.
Estas relaciones, tanto en aquella época como hoy en día, deben dar lugar a lo que se conoce como el discipulado: invertir nuestras vidas en las vidas de otros. No se trata necesariamente de un programa formal, sino de un estilo de vida que promueve el amor, el crecimiento y muy importante, el pasar el legado de la fe de una generación a otra.
Tomemos por ejemplo la condición de la mujer en nuestros días, que al igual que en aquellos tiempos, es triste y deplorable. Nosotras como mujeres, al igual que en Creta, necesitamos ser enseñadas en lo que Dios espera de nosotras, pues los valores que nos rodean son feministas y contrarios a Dios. Una mujer que se convierte trae consigo todo un esquema con muchas cosas contrarias a la Palabra de Dios.
Esta necesidad es tan intensa en la iglesia de hoy como lo fue en las iglesias de Creta.
La práctica
Todas nosotras –TODAS– somos retratadas con ese texto. Los versículos del 3-5 son específicamente para nosotras las mujeres.
Y es interesante el currículo de lo que debía enseñarse para que la iglesia se ordenara con relación a las mujeres. No se trata de listas, oraciones, ayunos, estudios bíblicos, consejería… aunque no hay nada de malo con todo eso y deben también ser parte de nuestras vidas. Se trata de mi vida como mujer en los diferentes roles y etapas en mi hogar y mi familia.
Podríamos bosquejar de esta forma:
- Una enseñanza específica: lo que es bueno.
- Una vida práctica: amar a tu marido, tus hijos y cuidar el hogar.
- Un carácter: prudentes, puras, bondadosas.
A través de una relación:
- Las mujeres mayores enseñando a...
- Las jóvenes
- Los dos grupos debían anhelar todas estas cualidades, unas las iban a enseñar y las otras debían desear aprender y llegar a ser las ancianas que modelaran estas cualidades para pasarlas a una nueva generación.
Las buenas obras
«Pues la gracia de Dios ya ha sido revelada, la cual trae salvación a todas las personas. Y se nos instruye a que nos apartemos de la vida mundana y de los placeres pecaminosos. En este mundo maligno, debemos vivir con sabiduría, justicia y devoción a Dios». –v. 2:11-12
La gracia de Dios que nos salva debe producir un tipo de vida distinta, un aborrecimiento por la vida pasada y un anhelo por hacer buenas obras. Cristo Jesús había pagado el precio por esa vida tan disoluta que habían vivido, y ahora, aunque los llamaba a conducirse de cierta manera y a hacer buenas obras, está claro a través de toda la carta y de toda la Escritura, que buenas obras no salvan, sino que evidenciaban la salvación; adornan la salvación.
«Cuando Dios nuestro Salvador dio a conocer su bondad y amor, él nos salvó, no por las acciones justas que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia. Nos lavó, quitando nuestros pecados, y nos dio un nuevo nacimiento y vida nueva por medio del Espíritu Santo. Él derramó su Espíritu sobre nosotros en abundancia por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Por su gracia él nos declaró justos y nos dio la seguridad de que vamos a heredar la vida eterna». –3:4-7
- ¿Y qué de nosotras? ¿Reflejan nuestras vidas la enseñanza que hemos abrazado?
- ¿Han sido nuestras vidas transformadas y son coherentes con lo que decimos creer?
- ¿Estamos escuchando la sana enseñanza de la Palabra o estamos escuchando otras cosas?
- ¿Hemos creído en Cristo para salvación?
- ¿Somos parte de la iglesia y tenemos pastores que velan por nosotros y nos enseñan?
- ¿Tienes relaciones dentro de tu iglesia con mujeres más jóvenes y mayores para aprender/enseñar lo que es bueno y así adornar el evangelio como mujer?
Filemón
Esta pequeña carta tan personal del apóstol Pablo a su amigo y hermano Filemón fue escrita mientras estaba encarcelado en Roma.
Filemón, quien vivía en Colosas, era su amigo y hermano (se había convertido bajo el ministerio de Pablo). Onésimo era esclavo de Filemón, había huido de su amo y había llegado a Roma. De manera providencial estando allí escucha la predicación de Pablo y se convierte al evangelio. Ahora Onésimo es un hermano comprado con la sangre de Cristo.
Pablo comienza una relación de discipulado con Onésimo y se crean entre ellos lazos de amor fraternal. Un día, no sabemos cómo, Pablo se entera de que Onésimo es el esclavo fugitivo de su viejo amigo Filemón. Había un problema que resolver entre estos hermanos y Pablo entonces le escribe a Filemón para que reciba y perdone a su esclavo fugitivo, ahora hermano en la fe.
Los conflictos, ofensas y confrontaciones son difíciles, especialmente dentro del pueblo de Dios. La Palabra de Dios es clara en que en este mundo van a existir los conflictos, sin embargo, lo que Dios quiere es que vivamos en armonía y en paz, dentro de lo posible.
«Amados hermanos, les ruego por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo que vivan en armonía los unos con los otros. Que no haya divisiones en la iglesia. Por el contrario, sean todos de un mismo parecer, unidos en pensamiento y propósito». –1 Corintios 1:10
¿Cómo puede lograrse esto? Las palabras de Pablo a Filemón nos enseñan mucho de manera individual y como iglesia. Veamos qué podemos aprender de la forma como Pablo maneja esta situación:
- Pablo se involucra en la restauración de la relación entre estas dos personas. Él no se limita a decirle a Onésimo que regrese y pida perdón, o decirle a Filemón que perdone. Él se pone en la brecha. Eso estamos llamados hacer cuando somos testigos de contiendas entre hermanos. Vemos a Pablo también haciendo lo mismo entre Síntique y Evodia (ver Fil 4:2; Gálatas 6:1-2).
- Aunque la carta era dirigida a Filemón y su familia, Pablo incluye a toda la iglesia entre los destinatarios. Probablemente muchos conocían a Onésimo, y Pablo quería hacer más fácil la restauración de Onésimo frente a todos. Con esto lograba varias cosas:
- Evitaba el chisme.
- Ayudaba a Onésimo a pedir perdón y a recibir el perdón.
- Constreñía a Filemón a otorgar el perdón.
- Pablo le recuerda a Filemón su fe en el Señor Jesús, su amor por los hermanos y como todos sabían de su bondad y cómo él alentaba el corazón de los hermanos (v.7), como diciéndole, «te estoy enviando uno que necesita ser alentado, consolado». Era necesario recordar esto a Filemón porque muchas veces podemos ver con claridad una situación ajena a nosotras y ver cómo se aplican las verdades bíblicas, pero cuando nos toca a nosotras de manera personal se nos hace muy difícil hacer lo que recomendaríamos a otro que hiciera.
- Aunque Pablo era apóstol, le ruega, le suplica, no le ordena. Si tú tienes algún tipo de autoridad usa tu autoridad para servir a los demás, para humillarte y ser siervo de todos, para hacer bien.
- En el v. 10 Pablo menciona su petición. «Te ruego por mi hijo Onésimo». Onésimo significa «útil»: «Mira Filemón, tú y yo sabemos que Onésimo ha sido un inútil, pero ahora ha llegado a Cristo, es nuestro hermano, y ahora por primera vez nos es útil. Recíbele como a mí mismo, yo te lo he vuelto a enviar en persona. Con Onésimo va mi propio corazón».
- Pablo le dice, «yo quiero hacer las cosas con tu consentimiento, pudiera imponer mi deseo, y quedarme con Onésimo, porque se convirtió aquí en Roma», pero él quiere que el corazón perdonador de Dios se revele a todos. Dios desea perdonar y Él siempre toma la iniciativa. Pablo no quiere un perdón forzado ni coaccionado, él quiere que de la manera que Cristo nos perdonó así también perdonemos nosotros: «compara lo que Cristo hizo por ti y haz tú lo mismo». Pablo quiere darle la oportunidad a Filemón de mostrar el perdón divino, de corazón.
- Cuando se trata del perdón, pensamos que el que ofende es el que pide perdón, pero en la Biblia no es así. Si traes tu ofrenda al altar y te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja la ofrenda y anda, reconcíliate con tu hermano. Cuando alguien nos lastima queremos hacerle la vida difícil, pensamos que si los perdonamos ellos volverán a hacernos daño. Pero no debemos pensar así porque Dios no lo hace así. El evangelio no es ganarse el perdón. Dios regala su perdón gratuitamente sin que el hombre tenga que ganarlo o merecerlo.
- Recíbelo como a mí mismo (v. 17). ¿Cómo recibiría Filemón a Pablo? ¿Qué hospitalidad le mostraría? Filemón, el que te robó, el que te lastimó, recíbelo como me recibirías a mí, porque él es tu hermano que Cristo lavó con su sangre y así Cristo te perdonó a ti. Pablo está pidiendo que Filemón vaya una milla extra y que conforte a Onésimo. Este tenía que llegar y confesar y pedir perdón. Él sabía que debía someterse a su amo aunque lo maltratara. Pablo anima a Filemón a mostrar el perdón divino. «Ámalo, abrázalo, líbralo de la vergüenza». Mientras más grande la ofensa más grande la oportunidad de mostrar el perdón divino. Dios es un Dios perdonador que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado.
Evaluémonos:
Es importante reflexionar acerca de cómo Dios nos ha perdonado, pero no podemos dejarlo allí. Cuando alguien nos ofende ¿qué decimos? ¿Pensamos o decimos: «tú tienes que buscarme a mí, debes sufrir por todo el mal que me hiciste» o nos acercamos buscando la reconciliación y restauración de la relación?
¿Perdonamos de corazón y perseguimos la restauración de las relaciones?
Si Dios nos ha hecho libres, si no hay ninguna condenación para los que estamos en Cristo y si todos nuestros pecados fueron clavados en la cruz, no hay ofensa demasiado grande. Cristo sabe que vamos a caer y repetir los mismos pecados y aun así nos perdonó y nos perdona.
El perdón bíblico es activo. Entre hermanos debemos hacer todo lo posible para amar de manera extravagante y extender el perdón fácilmente, amorosamente y de corazón.
Cuando vemos a hermanos que no se han reconciliado, ¿nos ponemos en la brecha o tan solo observamos desde lejos el conflicto sin involucrarnos?
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