Día 339 | II Corintios 10 – 13
Hoy concluimos esta segunda epístola a los corintios. Como leímos antes, algunos maestros falsos habían atacado el ministerio de Pablo, y él responde a los ataques exponiendo la veracidad de su llamamiento y apostolado. Promete visitarlos una tercera vez cuando espera que ellos se hayan arrepentido.
En la primera epístola a los corintios vimos que estos hermanos estaban comparando a los maestros del momento («yo soy de Apolos, yo de Pablo», etc.). Por otro lado, estaban tolerando entre ellos falsos maestros que los persuaden a creer un evangelio diferente, y además, en su inmadurez, estaban siendo tentados a poner sus ojos en las apariencias en lugar del obrar y poder de Dios.
Al ver los argumentos de Pablo en su defensa podemos concluir que lo acusaban de:
- Andar según la carne.
- Ser torpe de habla, comparado a otros maestros con más oratoria.
- Tener una apariencia poco impresionante. Pablo no se …
Hoy concluimos esta segunda epístola a los corintios. Como leímos antes, algunos maestros falsos habían atacado el ministerio de Pablo, y él responde a los ataques exponiendo la veracidad de su llamamiento y apostolado. Promete visitarlos una tercera vez cuando espera que ellos se hayan arrepentido.
En la primera epístola a los corintios vimos que estos hermanos estaban comparando a los maestros del momento («yo soy de Apolos, yo de Pablo», etc.). Por otro lado, estaban tolerando entre ellos falsos maestros que los persuaden a creer un evangelio diferente, y además, en su inmadurez, estaban siendo tentados a poner sus ojos en las apariencias en lugar del obrar y poder de Dios.
Al ver los argumentos de Pablo en su defensa podemos concluir que lo acusaban de:
- Andar según la carne.
- Ser torpe de habla, comparado a otros maestros con más oratoria.
- Tener una apariencia poco impresionante. Pablo no se exaltaba a sí mismo como hacían los maestros falsos. Esto hacía lucir a Pablo insignificante ante sus ojos.
- No cobraba por sus predicaciones lo que quizás los llevó a no valorar su ministerio. Pablo trabajaba para no ser carga para los corintios, pero ellos lo menospreciaban por ello, mientras que admiraban a otros que se promocionan como grandes eminencias.
Pablo se defiende y al hacerlo se tilda de «insensato», ya que por un momento se gloriaría como lo hacían estos otros falsos maestros. Se sintió obligado a hacerlo para la edificación de los corintios, pero no hubiera sido su deseo. Pero a diferencia de aquellos hermanos, Pablo se gloría de su debilidad:
«Y Él me ha dicho: «Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad». Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí. Por eso me complazco en las debilidades, en insulto, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte». –2 Corintios 12:9-10
Cuando estamos en Cristo y tenemos una comunión íntima con Él a través de Su Palabra y vamos siendo expuestos a ella, lejos de sentirnos más fuertes, cada día nos damos más y más cuenta lo pecadores, indignos y débiles que somos. Cuando estás delante de una persona que se considera buena, moral, sabia, autosuficiente, estás delante de una persona que no ha entendido su verdadera condición y está cegado por su orgullo y su amor por sí mismo. El evangelio aún no le ha resplandecido. Esto estaba sucediendo con estos falsos maestros.
Veamos algunos de los comentarios que Pablo hace en su defensa y lo que podemos aprender de estos:
- Pablo seguía el modelo de Cristo y se comportaba con mansedumbre y benignidad entre los corintios. Sin embargo, esta mansedumbre y humildad no le impedían decir la verdad que ellos necesitaban escuchar para madurar. El temor a Dios erradica el temor al hombre y nos da valentía para hablar (vv. 10:1-2).
- Todo cristiano está en medio de una batalla entre la luz y las tinieblas, y estamos llamados a luchar con armas espirituales, no carnales (ver Efesios 6:10-20). Todo el tiempo el cristiano debe luchar contra fuerzas, filosofías y las inclinaciones naturales del pecado. Esta es una lucha diaria y el campo de batalla es la mente. Vivimos en cuerpos débiles, pero tenemos recursos divinos que superan todo poder o limitación humana. Las armas de Dios son poderosas para vencer las fortalezas espirituales que se levantan contra el conocimiento de Él. Todo pensamiento, razonamiento y emociones pecaminosas deben ser traídas a Cristo y sometidas al escrutinio de la Palabra de Dios (vv. 10:3-6).
- ¿Qué filosofías o argumentos humanos has abrazado que debes dejar atrás en obediencia a Cristo?
- No debemos llevarnos de las apariencias al juzgar a los demás. Solo Dios conoce los corazones y todas las cosas. Pablo era torpe al hablar. Humanamente quizás no era digno de admiración por su apariencia. Pero Pablo tenía mucho conocimiento y había recibido grandes revelaciones por parte de Dios (vv. 11:6, 12:1-4).
«Por tanto, no juzguen antes de tiempo, sino esperen hasta que el Señor venga, el cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto los designios de los corazones. Entonces cada uno recibirá de parte de Dios la alabanza que le corresponda». –1 Corintios 4:5
- No debemos compararnos con los demás ni medirnos en relación con los demás. Al compararnos podemos quedar por debajo o por encima y esto no es sabio. Debemos evaluarnos con sobriedad. Nadie llena el estándar de Dios, y este es nuestro único y fidedigno estándar de comparación (vv. 10:12-13). Todas quedamos muy cortas ante ese estándar perfecto.
- Nadie debe considerarse mejor que otros ni alabarse a sí mismo. Debemos esperar tan solo la alabanza de Dios que es la única que importa (vv. 10:15-17). Pablo no hacía énfasis en sus atributos sino que descansaba en la autoridad que Dios mismo le había concedido.
«Pero si alguien se gloría, gloríese de esto: De que me entiende y me conoce, Pues Yo soy el Señor que hago misericordia, Derecho y justicia en la tierra». –Jeremías 9:24
- Al igual que ocurrió en el huerto del Edén aún podemos ser engañados siendo creyentes porque Satanás es astuto. Nuestra arrogancia y sabiduría humana puede llevarnos a ser desviados de la sencillez del evangelio y la devoción a Cristo (v. 11:2-4). Continuamente debemos reconocer nuestra facilidad de caer y recordar y meditar en el evangelio, que es «necedad para los que se pierden, pero para nosotros los salvos es poder de Dios» (1 Co 1:18).
- Debemos cuidarnos de los falsos obreros que se promocionan a sí mismos. Con todo y su «sabiduría» de la que se jactaban, los corintios toleraban a estos obreros fraudulentos y habían sido persuadidos por ellos. Estos maestros se exaltaban a sí mismos y los corintios toleraban ser esclavizados y devorados por ellos. Pero dice Pablo que eran siervos de Satanás y se disfrazan como «ángeles de luz». Por esto es tan importante estar en la Palabra de Dios y ejercitar el discernimiento, aprendiendo a distinguir entre la verdad del error (v.11:13-15).
«Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anunciara otro evangelio contrario al que les hemos anunciado, sea anatema». –Gálatas 1:8
- Lejos de jactarse de su fortaleza, de su conocimiento y de sus grandes revelaciones, de nuevo Pablo se gloría en sus debilidades: sus luchas, trabajos, cárceles, azotes, apedreamientos, naufragios, hambrunas y peligros. Estas eran las credenciales de un verdadero apóstol. Él no estaba buscando ganancias personales, solamente estaba interesado en la salvación de los perdidos a través del mensaje simple del evangelio.
En un tiempo de tanta exposición y de promoción personal este es un principio importante para nosotras. Somos propensas a dejarnos impresionar por las «personalidades famosas»; por las apariencias. Sin embargo, es importante recordar que ni los dones, los talentos, las personalidades carismáticas, las habilidades, el conocimiento teológico y bíblico, el éxito ministerial ni la popularidad implican madurez espiritual. La madurez espiritual conduce a la humildad.
- Dios conoce nuestra debilidad y nuestra propensión a auto-exaltarnos. En Su gracia, Él le dio a Pablo una «espina en la carne, un mensajero de Satanás» que lo abofeteara y le recordara su debilidad. No sabemos con certeza cuál era ese «aguijón». Se dice que pudiera ser ceguera, torpeza para hablar, entre otras cosas, pero esto no es lo importante.
Muchas veces Dios permite debilidades porque sabe que estamos tentadas a confiar en nosotras mismas. Él permite que luchemos con estas cosas para que descansemos en Su gracia y en Su fortaleza. Cuando aceptamos y abrazamos esta debilidad, podemos descansar en la gracia de Dios, pero cuando luchamos contra ella queriendo superarla en nuestras fuerzas estas se convierten en cargas pesadas para nosotras.
- ¿Cuál sería esa «espina en la carne» en tu propia vida? ¡Dale gracias a Dios por ella!
- ¿Estás dispuesta a lucir tonta o débil para que el poder de Dios descanse en ti e impacte a los que te rodean?
- Pablo volvería a visitar a los corintios y esperaba encontrar que ellos se hubieran arrepentido de su impureza e inmoralidad. Amenazó con ser duro con ellos esta vez, y les exhortó a «examinarse a sí mismos» para ver si realmente estaban en la fe (v. 13:5).
Este es un buen consejo para nosotras también. Aunque el evangelio nos libra de la condenación y de una continua introspección malsana, cuando estamos frías o cuando somos inconstantes o no estamos dando fruto es importante que nos examinemos. No hay nada más importante que tener la certeza de que somos salvas y de que tenemos una eternidad asegurada a su lado.
Gracias, Señor, por enseñarnos tanto a través de Tu Palabra. Ayúdanos a ser transformadas mientras te contemplamos en ella. Ayúdanos a alcanzar la madurez, a vivir como nuevas criaturas y como tus embajadoras, y que esto sea manifiesto a todos los que nos rodean. Ayúdanos a llevar Tu fragancia por donde quiera que vayamos, a ser generosas con tus dádivas y a estar dispuestas a sufrir para llevar el mensaje de Tu evangelio. Danos una perspectiva eterna y ayúdanos a no desanimarnos por nuestras circunstancias temporales a la luz del futuro glorioso que tendremos a tu lado por siempre.
En el nombre de Jesús oro, ¡Amén!
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