Día 337 | II Corintios 1 – 4
Hoy, iniciamos la segunda epístola a los corintios, escrita por Pablo un poco después de su primera carta. Aparentemente en medio de la iglesia había algunos falsos maestros que estaban contaminando a los creyentes, traficando con la Palabra de Dios con fines de lucro, promoviendo enseñanzas basadas en la ley de Moisés, y levantando quejas contra el ministerio de Pablo.
Hoy leemos cómo Pablo empieza a corregir algunas enseñanzas doctrinales acerca del evangelio y a hablar de su ministerio. Lejos de transmitir fortaleza y seguridad en sí mismo, Pablo escribe de forma muy vulnerable, exponiendo sus luchas y gloriándose de sus debilidades. Esta es una carta que nos deja ver el corazón pastoral de Pablo y las dificultades que tuvo que sufrir para llevar el mensaje del evangelio.
En Cristo el sufrimiento tiene propósito
Pablo empieza compartiendo los sufrimientos que vienen cuando nos proponemos vivir para Cristo. Él explica cómo …
Hoy, iniciamos la segunda epístola a los corintios, escrita por Pablo un poco después de su primera carta. Aparentemente en medio de la iglesia había algunos falsos maestros que estaban contaminando a los creyentes, traficando con la Palabra de Dios con fines de lucro, promoviendo enseñanzas basadas en la ley de Moisés, y levantando quejas contra el ministerio de Pablo.
Hoy leemos cómo Pablo empieza a corregir algunas enseñanzas doctrinales acerca del evangelio y a hablar de su ministerio. Lejos de transmitir fortaleza y seguridad en sí mismo, Pablo escribe de forma muy vulnerable, exponiendo sus luchas y gloriándose de sus debilidades. Esta es una carta que nos deja ver el corazón pastoral de Pablo y las dificultades que tuvo que sufrir para llevar el mensaje del evangelio.
En Cristo el sufrimiento tiene propósito
Pablo empieza compartiendo los sufrimientos que vienen cuando nos proponemos vivir para Cristo. Él explica cómo ellos fueron «abrumados sobremanera», más allá de sus fuerzas para soportar hasta el punto de pensar que perderían la vida. Todo este sufrimiento, dice Pablo que nos sirve para consuelo de otros. Y no solo para consuelo, sino aun para su salvación. Según Pablo el sufrir para que otros sean salvos debe ser un privilegio y una gran consolación. Los sufrimientos de Pablo demostraron sin lugar a dudas la autenticidad de su autoridad y apostolado.
Dios no evita que sus hijos pasen por tribulación. Es parte de la vida en un mundo caído y Dios nos acompaña de manera especial cuando atravesamos por la misma. La aflicción nos ayuda a cultivar la compasión hacia el prójimo y nos equipa para consolar a otros. Pablo no se victimiza por sus sufrimientos, más bien entendió que sus sufrimientos lo equiparon para el servicio.
A través del sufrimiento también aprendemos a no confiar en nosotros mismos, sino en el poder de Dios. Los sufrimientos deben llevarnos a descansar en Dios, en Su consuelo y a encontrar gozo en la esperanza que tenemos en Él (1:3-6). La autocompasión y victimización es lo que no nos permite usar el sufrimiento para consuelo de otros.
«Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo; Tu vara y Tu cayado me infunden aliento». –Salmo 23:4
Nada de lo que suframos por el Evangelio escapa de Sus buenos propósitos.Una vez escuché a alguien decir que las recompensas que recibiremos cuando veamos a Cristo se basarán en nuestras cicatrices más que en nuestras medallas.
¿Ves el sufrimiento de esta manera? ¡Oh, que podamos ver el sufrimiento de manera redentora, hermanas!
Cuando hay resentimientos y falta de perdón Satanás toma ventaja
Pablo comenta acerca de la persona que había sido disciplinada (aparentemente por desacreditar u oponerse a la autoridad Pablo) y que ahora estaba abrumado por la tristeza. Pablo recomienda que se le perdone y consuele para que Satanás no tome ventaja. Cuando las personas están verdaderamente arrepentidas el saberse perdonados evita que se desanimen y que Satanás los condene. Además, la falta de perdón es un veneno para las relaciones.
Pienso que este texto (2:5-7) también nos enseña un poco acerca del principio de la disciplina, aun la que ejercemos con nuestros hijos. Aunque a veces sea necesario el castigo o las consecuencias, siempre debe haber lugar para la gracia, el amor y la restauración.
Pablo les recuerda a los corintios de qué se trata el evangelio y el vivir para Cristo
Las explicaciones que Pablo da a los corintios para corregir los errores de los falsos maestros acerca del nuevo pacto y el evangelio contienen muchas enseñanzas doctrinales para nosotros hoy.
- Dios siempre cumple Sus promesas; ninguna deja de cumplirse. En Cristo Jesús todas sus promesas son «Amén» (auténticas y confiables). Su Espíritu en nosotros es una garantía de que estas promesas se cumplirán (1:20-21).
- Pablo hace una analogía de la parada triunfal que llevaban a cabo los romanos cuando un general victorioso regresaba de la batalla. Los sacerdotes llevaban incienso para simbolizar la vida de los soldados romanos y la muerte de los prisioneros de guerra que traían. Cristo es nuestro Capitán Victorioso y Él ha triunfado. En Él siempre somos triunfantes porque somos Suyos. No somos triunfantes porque todo nos va bien o porque las personas se salven por nuestro ministerio, sino porque somos fieles siervos que llevamos el mensaje sin contaminación y confiamos en un Dios que ha triunfado. Algunos se salvarán y otros se perderán, según sus propósitos eternos (vv. 2:14-17).
«Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de Él». –Colosenses 2:15
- Estos creyentes genuinos de corintios tenían un testimonio que validaba el ministerio de Pablo entre los corintios. De igual forma cada uno de nosotros los que tenemos el Espíritu de Dios somos cartas vivas que otros pueden leer a través de nuestro testimonio cristiano.
- Los frutos del ministerio proceden del Espíritu Santo, no de la suficiencia o preparación de los siervos de Dios. Nadie está lo suficientemente capacitado para ministrar; es todo por el poder de Su Espíritu y por Su gracia (vv. 2:16, 3:5).
- Pablo compara el antiguo pacto de Moisés con el nuevo pacto en Cristo. Cuando Moisés estaba con Dios su rostro brillaba y debía ocultarlo detrás de un velo. Pablo argumenta que si este destello de gloria venía de un pacto de muerte, cuánto más glorioso será el ministerio de vida del Espíritu que tenemos ahora. El destello de gloria se desvanecía del rostro de Moisés poco a poco, pero la gloria que nuestros rostros descubiertos tienen ahora permanece para siempre. Y mientras continuamos contemplando al Señor a través de Su Palabra vamos siendo cada vez más transformados «de gloria en gloria» por el Espíritu Santo (vv. 3:7-16).
Cuando nacemos de nuevo somos salvos, pero modelar la imagen de Cristo en nosotros es un proceso que toma toda la vida, y sucede cuando lo contemplamos a Él a través de Su Palabra.
- Los judíos (y los que no han creído en Cristo) tienen un velo sobre su rostro y no pueden contemplar la gloria de Cristo. Satanás (el dios de este mundo) ha cegado su entendimiento (vv. 3:14-16; 4:3-4). El enemigo ciega a las personas para que no puedan entender el mensaje liberador de la salvación que tenemos en Jesucristo.
«A todo el que oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es aquel en quien se sembró la semilla junto al camino». –Mateo 13:19
- La obra del Espíritu de Dios en nosotros trae libertad de la esclavitud del pecado y la ley (v. 3:17). La ley mata, pero el espíritu da vida. La ley esclaviza, pero el espíritu liberta.
- El mensaje de salvación no se trata de nosotras ni de lo que nosotras podemos lograr; predicamos a Cristo, y el Espíritu Santo es quien ilumina el entendimiento para creer (v. 4:5). Solo Dios puede traer luz en medio de las tinieblas (como lo hizo en la creación).
- Tenemos un tesoro (el evangelio) en vasos de barro (nuestros cuerpos mortales). El poder del evangelio no depende del «vaso», depende del poder de Dios quien usa los instrumentos débiles como a Él le place (v. 4:7). Pablo continuamente apunta a la gracia de Dios que lo capacita para el ministerio. La ilustración del vaso de barro quebrado deja ver que el ingrediente por excelencia del ministerio cristiano es la humildad y el reconocerse débil para que el poder y la gracia de Dios brillen.
- ¿No te asombra el concepto de que Dios pueda vivir en nosotras, pecadoras indignas?
- Los apóstoles vivían constantemente sufriendo por llevar este mensaje. La vida de Jesús se manifestaba en Su debilidad. Llevar el evangelio podía causarles la muerte a ellos para que otros tuvieran vida. Es lo mismo que hizo Jesús, quien murió para darnos vida abundante (vv. 4:10-15). Pablo estaba dispuesto a sufrir con valentía y sin temor a los hombres porque estaba consumido por la gloria de Cristo y no la gloria de sí mismo.
- Esta gloria, esta esperanza, este misterio, hacía a Pablo continuar en el ministerio (¡y a nosotras hoy!); es por esto que no desfallecemos haciendo fielmente la labor que nos ha sido encomendada a cada una, predicando fielmente el mensaje de salvación (v. 4:1-2).
- Mediante la acción de gracias glorificamos a Dios y reconocemos Su poder, bondad y misericordia en nuestras vidas (v. 4:15).
- No desfallecemos aunque nuestros cuerpos decaigan o perdamos la vida. Cualquier aflicción de este lado del cielo es «leve y pasajera» comparada al «eterno peso de gloria» que obtendremos. Y esta fortaleza y perseverancia la logramos solo si ponemos nuestra vista y nuestra esperanza en las cosas eternas, en las que no se ven. Las que se ven (persecución, sufrimiento, pérdida, dolor, injusticias) son temporales. No vivimos para ellas. Palidecen ante tan majestuosa gloria por venir. Vivimos con una esperanza certera y eterna (vv. 4:16-18).
No sé tú, pero yo le temo al sufrimiento; trato de evitarlo, y esto me lleva a huir de las situaciones difíciles y de los conflictos. Pablo nos anima hoy a no considerar nuestra vida como valiosa, sino a estar dispuestas a sufrir si nuestro sufrimiento atrae a otros a Cristo y les trae salvación.
Examina tu vida. ¿En qué área o relación de tu vida debes morir a tus deseos, a tus derechos, a tus anhelos con el propósito de llevar el aroma de Cristo a otros? ¿Quizás a un esposo inconverso? ¿A tus hijos? ¿A tus familiares o amistades cercanas?
¡Dios nos ayude a vivir con la mirada puesta en lo eterno y a vivir y sufrir para Su gloria!
Te invito a alabar a Dios hoy con esta canción. ¡Contemplémosle, hermanas!
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