Día 336 | I Corintios 14 – 16
Hoy concluimos con esta primera epístola a los corintios. Entre otras cosas, Pablo continúa hablando acerca de los dones, del orden que debe haber en las reuniones congregacionales, del evangelio y la certeza de la resurrección. Pablo les continúa exhortando acerca de perseguir el mejor don: el amor.
El don de profecía y el don de lenguas
En su inmadurez, los corintios persiguen y anhelan los dones más llamativos, como el de hablar en lenguas. En el texto Pablo no niega el don de lenguas –él mismo dice tener este don (v. 14:18)– pero les exhorta a procurar más bien el don de profecía, pues con éste se edifica a toda la iglesia. Ambos son importantes y deseables, pero los mejores dones son los que bendicen a los demás.
En la tabla debajo hice un listado de lo que Pablo comenta acerca de estos dones en esta porción de Corintios …
Hoy concluimos con esta primera epístola a los corintios. Entre otras cosas, Pablo continúa hablando acerca de los dones, del orden que debe haber en las reuniones congregacionales, del evangelio y la certeza de la resurrección. Pablo les continúa exhortando acerca de perseguir el mejor don: el amor.
El don de profecía y el don de lenguas
En su inmadurez, los corintios persiguen y anhelan los dones más llamativos, como el de hablar en lenguas. En el texto Pablo no niega el don de lenguas –él mismo dice tener este don (v. 14:18)– pero les exhorta a procurar más bien el don de profecía, pues con éste se edifica a toda la iglesia. Ambos son importantes y deseables, pero los mejores dones son los que bendicen a los demás.
En la tabla debajo hice un listado de lo que Pablo comenta acerca de estos dones en esta porción de Corintios (Capítulo 14):
Don de profecía |
Don de lenguas |
Habla a los hombres. |
Habla directamente a Dios. |
Habla de forma comprensible a los demás; no requiere interpretación. |
Habla «misterios» en el Espíritu que los hombres no pueden entender (ver Romanos 8:26). Requiere interpretación para que otros comprendan. |
Lo que se dice edifica, exhorta y consuela a otros en la iglesia. Por tanto, es de mayor provecho. |
El que habla en lenguas solo se edifica a sí mismo. |
Es más deseable profetizar porque otros son edificados. |
Es deseable hablar en lenguas. No se debe prohibir. |
Es importante que el entendimiento, la mente, esté involucrada en nuestro culto a Dios. Por eso es de más provecho orar de manera inteligible. |
Es una oración en el espíritu, pero ni aun la persona que habla en lenguas entiende lo que dice. Debe orar para poder hacerlo y ser interpretado. |
Debemos orar/cantar con el entendimiento para que otros puedan entender y decir «amén» junto a nosotros. |
Debemos orar/cantar en el Espíritu. |
Pablo prefería hablar palabras entendibles en la iglesia, en medio de la congregación, para instruir a otros. |
Pablo habla en lenguas más que cualquiera de los corintios. |
Las profecías son una señal para los creyentes y revelan los secretos del corazón. |
Las lenguas son una señal para los incrédulos porque ven el poder de Dios haciendo a personas hablar en lenguas desconocidas. |
Cuando alguien profetiza en la iglesia debe hacerlo para edificación y por turno para que todos puedan escuchar, aprender y ser exhortados. |
Cuando se practican las lenguas en la iglesia se debe hacer en orden, y deben tener alguien que interprete. Si no hay intérprete se debe guardar silencio. |
Los espíritus de los profetas están sujetos, no operan desconectados de la voluntad del creyente. |
|
Las mujeres no deben profetizar en la iglesia. En medio de la congregación este oficio está restringido a los hombres. Esta restricción no se basa en su valor como persona, es más bien un asunto de orden. |
El hablar en lenguas está sujeto a nuestra voluntad; no es algo que ocurre descontroladamente. |
«Por tanto, hermanos míos, anhelen el profetizar y no prohíban hablar en lenguas. Pero que todo se haga decentemente y en orden». –vv. 14:39-40
Todo lo que hagamos en la iglesia debe glorificar a Dios y no a los hombres, debe bendecir y edificar a los santos y traer convicción a los pecadores. Para que esto ocurra Cristo debe ser el centro de nuestras vidas y de nuestra iglesia.
Cristo está sobre todo y todos. Todo está sujeto a Cristo y Cristo está sujeto a Dios.
- ¿Qué aprendiste en esta sección acerca de los dones que reta tus ideas preconcebidas?
Siempre debemos recordar el evangelio
En medio de todo lo que estaba ocurriendo en esta iglesia, Pablo les recuerda el evangelio de manera clara y concisa, así como la realidad de la resurrección. La verdad del evangelio es lo que nos mantiene firmes y dando fruto, y al parecer había personas que no tenían conocimiento o doctrina correcta entre ellos, y estaban contaminando a otros (v. 15:33).
Algunos de ellos estaban negando la resurrección de los muertos. ¡Aún esto mostraba incoherencia de su parte, ya que algunos se bautizaban por los muertos! Pablo de ninguna manera avala esta práctica, sino que usa la analogía para mostrar la incoherencia de su doctrina, y argumenta con ellos diciendo que si solo para esta vida hemos esperado en Cristo, como cristianos somos dignos de la lástima. Si no hay resurrección todo lo que hemos creído y todo lo que sufrimos por predicar el evangelio ha sido en vano.
Pero la verdad es que Cristo no solamente resucitó (es un hecho histórico y además verificable en los tiempos en que esta carta se escribió) sino que es la garantía de que nosotros también resucitaremos con Él. El último de nuestros enemigos es la muerte misma, y es un enemigo que Él ya ha derrotado. Gracias a Jesús y Su obra, viviremos eternamente con Él después de la muerte.
En Adán todos morimos (tenemos una inclinación natural hacia el pecado), pero en Cristo todos somos vivificados (nacemos de nuevo a una esperanza viva de vida eterna junto a Él).
«Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía. Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud, y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de Su cruz, por medio de Él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos». –Colosenses 1:18-20
¿Cómo serán nuestros cuerpos después de la muerte?
En medio de esta discusión acerca de la resurrección los corintios se preguntaban, ¿y cómo es que pueden resucitar los muertos? ¿Cómo lucirán los cuerpos? Preguntas como estas las hacemos cuando no creemos totalmente por fe los misterios de Dios y queremos entender cosas que son incomprensibles al entendimiento humano limitado.
Pablo llama a esto «necedad» (v. 15:36), pero pasa a explicarles a través de analogías que hay cuerpos terrenales como celestiales, y estos son diferentes, así como una semilla que siembras no luce como el fruto que recoges en la siega. Nuestros cuerpos corruptibles resucitarán en cuerpos incorruptibles. La vida eterna no es un concepto intangible, es algo real que viviremos en cuerpos glorificados. Nuestros cuerpos espirituales serán gloriosos, sin debilidad alguna. Pablo usa la ilustración de Adán (el primer hombre) para representar el cuerpo terrenal, y a Cristo (el segundo hombre) como el cuerpo espiritual.
La muerte es resultado del pecado y es el final de la existencia física como la conocemos. Pero podemos estar seguros de que tendremos una victoria final sobre la muerte. Mediante el sacrificio de Jesucristo somos librados de las ataduras del pecado y de sus consecuencias. Ya sea que muramos antes o cuando Cristo vuelva, todos seremos transformados; los muertos resucitarán en sus cuerpos incorruptibles y si estamos aún vivos seremos transformados «en un abrir y cerrar de ojos» (ver 1 Tes 4:14-17).
La muerte será vencida por la resurrección y el pecado ya no será más. Esta es nuestra esperanza… No hay lugar para el temor o el desánimo. ¡Trabajamos y servimos porque nuestra obra para el Señor no es en vano!
Viviremos con Él eternamente. ¡Qué gloriosa esperanza!
- ¿Cómo te anima la esperanza de vida eterna en medio de las batallas momentáneas de esta vida terrenal?
Todo lo hacemos por Su gracia
Al recordarles el evangelio, Pablo vuelve a colocarse como el «más insignificante de los apóstoles». Le recuerda a esta iglesia arrogante y jactanciosa que solo por la gracia de Dios él era lo que era, y que todo lo que había laborado y logrado era por la gracia de Dios en él.
Es por esto que no hay lugar para la gloria humana. Dios usa a quien Él quiere como Él quiere y es todo por Su gracia. Cuando negamos su gracia y atribuimos lo que somos a algo bueno en nosotros, le quitamos mérito a la obra de Cristo. ¡Dios nos libre de esto, amadas!
Ofrenda para los cristianos en Jerusalén
Antes de despedirse Pablo pasa al tema de una ofrenda pendiente que sería recogida para ser llevada a los hermanos en Jerusalén. Pablo mismo o Timoteo la recogerían luego de pasar por Macedonia y Éfeso. Cada uno debía dar voluntariamente, «según haya prosperado».
Algo interesante es que la ofrenda debía ser recogida el «primer día de la semana», que era el día en que aparentemente la iglesia se congregaba. Esto es, se congregaban el día domingo en lugar de sábado.
- ¿Ofrendas para las necesidades de tu iglesia «según has prosperado»? Dios no te pide que des lo que no tienes, sino que des con gozo de acuerdo a lo que Dios te da.
Recomendaciones varias
Pablo hace algunas recomendaciones finales antes de cerrar su carta y podríamos hacer algunas aplicaciones:
- No debemos menospreciar a los siervos de Dios que trabajan llevando a cabo la encomienda que Dios les ha dado. ¿Estás orando y apoyando a los líderes?
- Es importante permanecer alertas, firmes en la fe; actuar con valor, estar fortalecidos en el Señor.
- Todo lo que hagamos debe ser motivado por el amor.
- Debemos someternos a los siervos fieles de Dios que trabajan en la obra y tratarlos con honra.
- Debemos animarnos unos a otros a través de la comunión entre los hermanos y la ayuda mutua.
- Las iglesias y los hermanos se apoyan mutuamente. Todos estamos juntos en esta batalla de la fe.
- ¡Maranata! ¡El Señor viene, hermanas! ¡Esa es nuestra esperanza!
Los problemas que Pablo abordó en esta carta no difieren mucho de las luchas y problemas que vemos hoy en medio de nuestras iglesias. Si acatamos las instrucciones del Espíritu Santo a través de Pablo podremos aprender a manejar sabia y bíblicamente los problemas de inmadurez, inmoralidad, conflictos, problemas matrimoniales y problemas litúrgicos y de orden y liturgia en nuestras iglesias.
Oremos que mientras continuamos creciendo en el conocimiento de la Palabra y del Señor Jesucristo, Él nos ayude a amar como Él nos ha amado y a buscar el bien de los demás por encima del bien de nosotras mismas. Oremos para que juntas podamos ser animadas a vivir una vida de unidad, servicio y amor.
¿Qué aprendiste tú de esta epístola?
¡Sigamos adelante, hermanas!
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación