Día 310 | Juan 14 – 16
Los capítulos 14 al 17 de Juan son mis favoritos de todos los evangelios. En estos podemos conocer el corazón de Jesús y los propósitos del Padre de una forma muy particular. También nos da luz acerca de lo que debemos ser y cómo debemos vivir como Sus hijas mientras estamos de este lado del cielo, y mientras anticipamos llegar a la morada eterna que Él está preparando para nosotras.
Jesús es el camino la verdad y la vida
Con tantas ofertas, opciones y caminos que se nos presentan hoy, qué importante es recordar que Él ES EL ÚNICO CAMINO.
El Padre, Jesús, y el Espíritu Santo, trabajando juntos nos salva, nos enseña y dirige a toda verdad, nos guía, consuela, y nos anima a no dejarnos turbar ante ninguna circunstancia, llenándonos de Su paz cuando descansamos al depositar toda nuestra confianza en Dios.
Solamente es este el camino a …
Los capítulos 14 al 17 de Juan son mis favoritos de todos los evangelios. En estos podemos conocer el corazón de Jesús y los propósitos del Padre de una forma muy particular. También nos da luz acerca de lo que debemos ser y cómo debemos vivir como Sus hijas mientras estamos de este lado del cielo, y mientras anticipamos llegar a la morada eterna que Él está preparando para nosotras.
Jesús es el camino la verdad y la vida
Con tantas ofertas, opciones y caminos que se nos presentan hoy, qué importante es recordar que Él ES EL ÚNICO CAMINO.
El Padre, Jesús, y el Espíritu Santo, trabajando juntos nos salva, nos enseña y dirige a toda verdad, nos guía, consuela, y nos anima a no dejarnos turbar ante ninguna circunstancia, llenándonos de Su paz cuando descansamos al depositar toda nuestra confianza en Dios.
Solamente es este el camino a la paz que tanto anhela nuestra alma. Todo otro camino nos defraudará y traerá muerte en lugar de vida.
«Hay camino que al hombre le parece derecho, Pero al final, es camino de muerte». –Proverbios 14:12
La importancia de conocer a Jesús
Jesús le hace una pregunta a Felipe que pudiera hacernos a nosotras hoy: «¿Tanto tiempo he estado con ustedes y todavía no me conoces, ____?» (14:9).
Esto me hace pensar que pudiéramos estar «en los caminos de Dios» por años y aún no conocer realmente a nuestro Salvador, o al menos aún no conocer toda la sabiduría escondida en Él (Col 2:3). Oremos que Dios nos dé un hambre insaciable por conocerlo a través de Su Palabra y que no simplemente sea un conocimiento académico, sino también un conocimiento «experiencial» al verlo obrar en nuestra vida mientras caminamos junto a Él.
- ¿Lo conoces verdadera e íntimamente? ¿Estás cultivando una relación profunda con Él?
El Espíritu Santo: consolador, maestro y ayudador
El Padre y Jesús son uno solo (14:5-11), y junto con el Espíritu Santo conforman la trinidad. Cuando Jesús vuelve al Padre luego de su muerte sacrificial, no nos dejó solos o huérfanos. Sus hijos hemos sido adoptados en Su familia, y Él mandó al Consolador, el Espíritu de Dios, quien nos «enseña y recuerda todas las cosas»; nos recuerda Su Palabra y Sus promesas. Poco a poco nos va llevando a toda verdad.
Este Espíritu Santo sería aún mejor que tener a Jesús físicamente a nuestro lado, ya que ahora Él moraría dentro de nosotros y estaría siempre con nosotros. Cuando estamos atemorizadas, nos recuerda Sus promesas; cuando estamos confundidas, nos enseña, cuando estamos tristes, nos consuela, cuando estamos en pecado, nos redarguye.
Si eres una hija de Dios no estás sola nunca. Las tres personas de la trinidad, El Padre, Jesús y el Espíritu Santo siempre están con el creyente que sigue, ama, cree y obedece a Jesús. El Espíritu Santo solamente habita en los hijos de Dios, por eso el mundo no le conoce, ni puede llegar a conocer la Verdad, ya que la Verdad solo es conocida por aquellos donde habita el Espíritu Santo. Solo el nuevo nacimiento puede hacer que una persona sea convencida de pecado.
Esto me hace pensar que muchas veces yo quiero convencer con mis argumentos a personas que no han nacido de nuevo. Pero el mundo no puede recibir esta verdad porque ni ve ni conoce al Espíritu (14:16-17). Solo una obra salvífica del Espíritu puede abrir sus ojos a la Verdad.
No debe sorprendernos que el mundo nos odie, o que piense totalmente diferente a lo que las Escrituras enseñan. Si lo persiguieron a Él, a nuestro Salvador, también nos perseguirán a nosotras. No somos mayores que nuestro Señor. (15:18-20)
La importancia de permanecer en Jesús
No solamente se trata de conocer sobre Jesús, es necesario permanecer en Jesús, en Su Palabra; tener comunión con Él. El plan de Dios es que Sus hijos den mucho fruto para Su gloria, pero al igual que las ramas de un árbol no pueden mantenerse sanas y dar hojas y frutos si están desconectadas del tronco, igual nosotros no podremos crecer ni fructificar si estamos desconectadas de la Vid que es Jesús.
- El verdadero discipulado se comprueba con el fruto, y éste viene como producto de permanecer aferradas a la Vid.
Para resumir:
Los hijos de Dios …
- Somos escogidos por Dios y designados a dar fruto que permanezca.
- Tenemos el Espíritu Santo habitando en nosotros, y Él nos lleva a toda verdad.
- Creemos y amamos a Jesús y creemos que Él es Hijo de Dios y que fue enviado por el Padre.
- Permanecemos en Él y lo amamos; guardamos Sus mandamientos y permanecemos en Su amor
- Nos amamos unos a otros.
- Permanecemos en Su Palabra y Su Palabra es atesorada y obedecida. La obediencia es la evidencia de nuestro amor por Jesús.
- Más que siervos, somos amigos de Dios y Él nos da a conocer Su voluntad.
- Somos odiados por el mundo.
- Tenemos corazones llenos de paz cuando aprendemos a confiar en Él completamente; y no nos turbamos en medio de las tribulaciones.
- Tenemos un lugar preparado en el cielo y Jesús nos muestra el camino hacia la morada eterna.
- Podemos hacer grandes obras para Dios porque tenemos a Jesús como intercesor ante el Padre. Traemos gloria a Dios cuando damos mucho fruto.
- El Espíritu Santo nos da poder para hacer las obras que Dios ha planeado para nosotros.
- Podemos pedir al Padre lo que necesitemos para hacer las obras que Él nos llama a hacer, y Él escucha y suple.
- Si permanecemos conectados a Jesús llevaremos mucho fruto y seremos útiles instrumentos en sus manos.
- Somos amados por el Padre.
- No podemos hacer nada separados de Dios.
- Porque Jesús vive, nosotros también viviremos.
- Volveremos a ver a Jesús y nuestro corazón se alegrará y nada podrá quitar nuestro gozo. Ese día ya no tendremos más preguntas porque lo veremos cara a cara (16:22-23).
Dios quiere que le pidamos
No deja de asombrarme cuando Jesús nos invita a pedir y promete oír y concedernos la petición.
En la porción que leímos hoy, en cinco ocasiones Jesús nos anima a pedir al Padre en Su nombre:
- 14:12-14
- 15:7
- 15:16-17
- 16:23-24
- 16:26
Jesús asegura que el que cree en Él hará mayores obras que Él. También dice que el Padre nos escogió para que diéramos fruto, y que ese fruto le traería gloria. Es en ese contexto que Él nos anima a pedir en Su nombre. Él ha prometido interceder por nosotros ante el Padre para que hagamos obras que permanezcan y que le glorifiquen.
Su deseo es que demos mucho fruto probando así que somos sus discípulos. Él no nos envía sin darnos Su ayuda y esa ayuda la pedimos en oración. Cuando dependemos de Su poder, damos fruto que permanece.
Yo me pregunto, ¿qué obras Él ha puesto en mi corazón o en el tuyo para hacer o qué nos ha designado para hacer y no nos hemos lanzado a hacerlas por temor, falta de provisión o por sentirnos incapaces?
¡Pidamos Su ayuda, hermanas! ¡Él ha prometido suplir lo que necesitamos!
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