Día 306 | Juan 6 – 7
Milagros, revelación de la deidad y la incredulidad de la gente
Juan inicia diciendo «después de esto». Pueden haber pasado de seis meses a un año, porque su interés no está en dar un relato cronológico de Jesús, si no de que podamos ver qué Él es Dios.
La multitud permanece junto a Jesús pero lo hace buscando ver manifestaciones divinas, y es movido a compasión al ver que no han comido. Se calcula que debían ser unas veinte mil personas si contaron cinco mil hombres. Jesús prueba la fe de sus discípulos al preguntarles cómo les alimentarán, y luego realiza el milagro supliendo la necesidad y haciendo que sus discípulos recogieran doce canastas de la comida que había quedado. Quizás cada canasta era un testimonio para cada uno de ellos mostrándoles su incredulidad. Este milagro de Jesús fue igualmente una de las razones por las que deseaban hacerlo rey. …
Milagros, revelación de la deidad y la incredulidad de la gente
Juan inicia diciendo «después de esto». Pueden haber pasado de seis meses a un año, porque su interés no está en dar un relato cronológico de Jesús, si no de que podamos ver qué Él es Dios.
La multitud permanece junto a Jesús pero lo hace buscando ver manifestaciones divinas, y es movido a compasión al ver que no han comido. Se calcula que debían ser unas veinte mil personas si contaron cinco mil hombres. Jesús prueba la fe de sus discípulos al preguntarles cómo les alimentarán, y luego realiza el milagro supliendo la necesidad y haciendo que sus discípulos recogieran doce canastas de la comida que había quedado. Quizás cada canasta era un testimonio para cada uno de ellos mostrándoles su incredulidad. Este milagro de Jesús fue igualmente una de las razones por las que deseaban hacerlo rey.
Al seguirlo, la multitud reveló lo que había en su corazón, buscaban que Jesús satisficiera su necesidad física y fuera su libertador de los romanos. Eso hizo que Jesús se retirara para estar solo.
Llegado el atardecer los discípulos subieron a una barca hacia Capernaúm y Jesús no fue con ellos como solía hacerlo. En este lugar las corrientes de aire se levantan ocasionando tormentas. Ellos tenían horas remando en la oscuridad sin haber avanzado por las olas y el viento. Jesús sabía de antemano lo que ellos iban a pasar pero aún y con eso los envía al atardecer y Él se queda.
Entonces cuando el agua se encrespó y la barca parecía perecer, Jesús llegó a ellos caminando sobre el mar. Esto confirmaba su deidad al desafiar las leyes físicas. Los demás evangelios relatan el pánico que sintieron ellos en la barca y al ver a Jesús gritaban aterrados pensando que era un fantasma. Esto nos muestra que en ese momento todavía su fe no era firme, habían visto a Jesús hacer milagros pero era más fácil pensar en un fantasma que en Cristo como su refugio seguro. Nuevamente Jesús mostró su deidad y no solo lo hizo al caminar sino al llevar la barca «de inmediato a la orilla», desafiando los vientos y las olas.
El Pan de vida
Al llegar a la orilla Jesús reveló que Él es el Pan de vida, no uno que perece, sino aquel que da vida eterna. Él es el verdadero pan del cielo (6:35). Y les dijo; «Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que para vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre» (6:27).
Este pan no era como el maná que comieron sus padres y solo quitaba el hambre, Él daba la vida eterna, y esto molestó en gran manera a los israelitas.
Todo el que el Padre le da es el que viene a Él. Esto muestra la soberanía absoluta en la salvación. Pero el que ve al Hijo, cree en Él. Con esto Jesús muestra nuestra responsabilidad en responder su llamado (Lucas 6:40).
Unos siete meses después, cuando se celebraba la fiesta de los tabernáculos, sus hermanos se aparecen buscando ver por ellos mismos las señales que Jesús hacía, o quizás solo para unirse a la multitud que deseaba hacerlo libertador de su pueblo. Pero sea una cosa o la otra ellos no creyeron en Él sino hasta después de su resurrección.
- Ver cómo los hermanos de Jesús no creían en Él aún y aunque habían crecido con Él y habían sido testigos de su vida, me lleva a saber que Jesús igualmente conoce cuando nuestros familiares no entienden la nueva vida que ahora vivimos en Cristo. Cuando somos perseguidos o menospreciados por los nuestros a causa de nuestra fe, Jesús lo sabe, y podemos encontrar nuestro consuelo en Él.
Los corazones de los hombres son incrédulos por naturaleza, sus ojos están cegados para ver la verdad de Dios a no ser que Dios haga una obra en ellos. Jesús confronta la obediencia a la ley y por esto procuraban matarle.
- Debemos saber que no se trata de identificarnos con palabras o decir ¡amén! Jesús predicaba un mensaje en el cual buscaba vidas rendidas a Él en obediencia y eso hacía que algunos de los que lo escuchaban quisieran matarlo.
- ¿Cómo te identificas con Jesús? ¿Vienes a Él secretamente como Nicodemo o en plena necesidad como el ciego del estanque?
- ¿Es tu alabanza solo de labios o vives una vida rendida a Él?
La fiesta de los tabernáculos
El último día de esta fiesta, que sugiere ser el más importante de todos, se realizaba un ritual con el agua y al mismo tiempo los cantores del templo cantaban y decían ¡Aleluya! Jesús aprovechó esta simbología y se levantó diciendo: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva».
Él es la fuente del agua viva y les hablaba del Espíritu Santo, que es la fuente de la vida eterna pero que aún no había venido a los que creían. Estas palabras causaron gran disensión provocando que aun los alguaciles que habían sido enviados a que lo apresaran se sorprendían, pues nadie hablaba con la autoridad con la que Jesús hablaba.
- Una cosa es el poder y otra la autoridad. Los gobernantes tenían poder pero no tenían la autoridad de Jesús. Ellos no mostraban coherencia entre su doctrina y su conducta y Jesús advirtió: «Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo, pero no hagáis conforme a sus obras, porque ellos dicen, y no hacen» (Mt.23:3).
- Toda autoridad le ha sido dada a Jesús y con ella Él nos envía a ser sus testigos, a hacer discípulos y a vivir una vida de obediencia a Él.
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