Día 305 | Juan 4 – 5
La mujer Samaritana. Otra cita o encuentro divino
Jesús sale de Judea por un tiempo y va camino a Galilea. Los judíos evitaban el camino más corto que era por Samaria porque los judíos y los samaritanos no se hablaban entre sí, aparte los judíos entendían que se contaminaban si convivóan o se relacionaban de algúna manera con un samaritano. Por eso este encuentro es en gran manera especial. Jesús sabía que debía ir a ese pozo y encontrarse con esta mujer.
El camino había sido polvoriento, era la hora del mediodía con el sol en su punto más fuerte y Jesús estaba cansado. Los discípulos fueron por comida y Jesús se quedó en el pozo. Entonces entabla una conversación con la mujer.
Los judíos entendían que se contaminaban si estaban con los samaritanos, pero Jesús no evita el encuentro sino que empieza una conversación en la que tiernamente quiere …
La mujer Samaritana. Otra cita o encuentro divino
Jesús sale de Judea por un tiempo y va camino a Galilea. Los judíos evitaban el camino más corto que era por Samaria porque los judíos y los samaritanos no se hablaban entre sí, aparte los judíos entendían que se contaminaban si convivóan o se relacionaban de algúna manera con un samaritano. Por eso este encuentro es en gran manera especial. Jesús sabía que debía ir a ese pozo y encontrarse con esta mujer.
El camino había sido polvoriento, era la hora del mediodía con el sol en su punto más fuerte y Jesús estaba cansado. Los discípulos fueron por comida y Jesús se quedó en el pozo. Entonces entabla una conversación con la mujer.
Los judíos entendían que se contaminaban si estaban con los samaritanos, pero Jesús no evita el encuentro sino que empieza una conversación en la que tiernamente quiere llevar a la mujer samaritana a ver su pecado y reconocerlo para que entonces ella pueda recibir libertad. Y la lleva con ternura a la confesión, porque sin ella no hay perdón. Parece que la mujer desea evadir el tema pero finalmente se dio cuenta de que este hombre frente a ella era mayor que todos los profetas y que su vida estaba desnuda ante Él. Su arrepentimiento y confesión testifican a una ciudad completa que creyó primero por el testimonio de ella.
- Cada vez que deseo esconder mi pecado debo saber que este está abierto a los ojos de Dios, Jesús entonces me llama a venir a Él con la misma ternura con que lo hizo con la mujer samaritana.
- El evangelio puede causar dolor al confrontarme con mi condición, pero esto es para la sanidad de mi alma. Él hace la herida pero Él también la venda (Job 5:18). Por eso, como dice Oseas 6:1; «volvamos al Señor que nos sanará y vendará».
- Sin confesión no hay perdón. ¿Son la confesión y el arrepentimiento un estilo de vida para mí?
- Jesús me enseña que necesito compartir el evangelio con todos sin prejuicio alguno. Dios tiene pueblo en todas partes.
La necesidad de la gente
La fama de Jesús se iba extendiendo y al llegar a Galilea, donde había hecho su primer milagro en una boda, ya se sabía que sus palabras iban acompañadas de milagros y sanidad tanto en este lugar como en Jerusalén. En Capernaum el oficial del rey teniendo su hijo muy enfermo se acercó a Él con súplicas y ruegos constantes mostrando su necesidad, su dependencia y fe. Y creyó él y toda su casa por la palabra de Jesús (v. 51).
- ¿Qué necesitamos nosotras para creer? ¿Qué mueve mi fe? Y, ¿a quién voy primero en momentos de angustia, cuando todo se ve oscuro? ¿Son mis amigas, mis padres, otras personas o es venir al Señor como lo hizo este hombre con ruegos?
- Deuteronomio 4:7 nos anima a venir a nuestro Dios siempre en oración; «Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos?».
La sanación de un paralítico
Después de esto Jesús subió a Jerusalén para la fiesta y se acercó al Estanque de Betesda que en griego es «casa del rebosamiento». Esta era una piscina con aguas rojizas por los diferentes minerales que contenían y eran consideradas medicinales, pero también podían ser subterráneas, ocasionando que a veces se movieran. Jesús vio este paralítico y escogió de manera sobrenatural sanarlo, y Juan nos dice que tenía treinta y ocho años en esa condición. Quizás Juan nos menciona este hecho por la gravedad de su dolor el cual, con una sola palabra de Jesús fue completamente sanado. Jesús el Varón de dolores, se compadece del sufrimiento humano, despreciado y desechado por los hombres podía sentir el dolor de este hombre en su condición (Is. 53:10).
«Vete y no peques más» fueron las palabras de Jesús. Y es que aunque no toda enfermedad es resultado del pecado, si hay ocasiones en que por nuestra manera de actuar acarreamos consecuencias que traen dolor físico (1 Co. 11:29). Por eso Jesús le advirtió esto y quizás el caso en particular de este hombre podría asociarse a pecados en su vida joven. No tenemos certeza pero, sí la advertencia de Cristo.
Este hecho ocurrió en un día de reposo, por lo tanto los judíos cuestionaban a Jesús por no guardar este día. Sin embargo, Jesús no lo violó sino que Él es Señor sobre el día de reposo como dice Mateo 12:8, porque Dios no necesita un día de descanso.
Él vino a dar libertad a los cautivos de sus pecados y de las consecuencias de este y a proclamar el día aceptable del Señor. El problema más bien aquí era el corazón de los religiosos que no podían mostrar gozo y compasión al ver que un hombre era liberado de su dolor en este día.
- Que esto pueda ayudarnos a pedir un corazón como el de Cristo capaz de dolerse con el que sufre. Esta es mi oración, «dame tus ojos para ver, y tus manos para extenderla al que tiene necesidad Señor. Que yo pueda tener tu mente y corazón». Amén.
La autoridad de Cristo
Luego de estas cosas les habló de la resurrección, todas las personas resucitarán en aquel día, pero los que lo reciben y creen en Él, resucitarán para vida eterna y los que no, para condenación eterna. Los que creen en Él ya son vistos como resucitados ante el Padre, aunque aún aguardemos por esa resurrección futura (Ef. 2:1).
Las obras que Jesús hacía hablaban de su deidad pero los religiosos en su hostilidad no querían reconocerlo. Jesús les reprochó que ellos pasaban el tiempo escudriñando las Escrituras, las indagaban, pero fallaban en ver que el cumplimiento de estas, el cual estaba ante ellos y por lo tanto ellos habían fracasado en encontrar el camino verdadero.
- ¿Me conformo con leer la Palabra solamente por cumplir con mi «devocional» del día o busco poder tener intimidad y andar en el camino que Jesús me ha dejado?
- ¿Anhelo esa resurrección que me aguarda y puedo decir: ¡maranatha, ven pronto Señor!?
- ¿Cómo puedo hacer este pasaje personal para mí?
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