Día 285 | Marcos 4 – 5
Capítulo 4
La vida de Jesús consistía en constantes enseñanzas sobre el reino de Dios, y aunque estaba en este mundo, el reino de Dios era Su vida misma; y al igual nosotras, aunque estamos en el mundo no somos del mundo, y como tal, nuestras vidas, nuestros pensamientos y nuestro diario vivir deben reflejar nuestra verdadera ciudadanía.
Ya sea que estemos manejando, almorzando, en el trabajo o haciendo las tareas con nuestros hijos… pensemos y hablemos como ciudadanos del reino de Dios. Que Su palabra sea el centro de nuestras conversaciones, que en verdad sea nuestro deleite y nuestro respirar, como lo era para Jesús.
Al leer estas parábolas quiero animarte a que por más confusos que puedan lucir algunos pasajes, esto no sea un obstáculo para profundizar en tu relación con Cristo, sino una oportunidad para ir más allá de un simple leer u oír. Quiero animarte a …
Capítulo 4
La vida de Jesús consistía en constantes enseñanzas sobre el reino de Dios, y aunque estaba en este mundo, el reino de Dios era Su vida misma; y al igual nosotras, aunque estamos en el mundo no somos del mundo, y como tal, nuestras vidas, nuestros pensamientos y nuestro diario vivir deben reflejar nuestra verdadera ciudadanía.
Ya sea que estemos manejando, almorzando, en el trabajo o haciendo las tareas con nuestros hijos… pensemos y hablemos como ciudadanos del reino de Dios. Que Su palabra sea el centro de nuestras conversaciones, que en verdad sea nuestro deleite y nuestro respirar, como lo era para Jesús.
Al leer estas parábolas quiero animarte a que por más confusos que puedan lucir algunos pasajes, esto no sea un obstáculo para profundizar en tu relación con Cristo, sino una oportunidad para ir más allá de un simple leer u oír. Quiero animarte a que mediante la meditación y oración puedas sumergirte en las profundidades de Su palabra y permanecer en paciente atención y expectación a la voz de tu Señor. Es nuestra responsabilidad cultivar el terreno de nuestros corazones y cuidar de la semilla sembrada.
Este pasaje de «Jesús calma la tempestad» me recuerda que nuestro Dios es: soberano, omnisciente, omnipresente y todopoderoso. Tiene el control de cada detalle (nada lo toma por sorpresa), lo conoce absolutamente todo, está presente en todo lugar y tiene todo el poder; por lo que podemos descansar confiadamente en cada situación o etapa de nuestra vida bajo Su fiel cuidado. Él ha diseñado de una manera soberana y sabia, la oración, como parte de Su obrar en nuestras vidas, lo que nos motiva a «despertarlo» y clamar a Él, y esto con el objetivo de que podamos conocer y ver Sus atributos en acción.
Muchas quisiéramos tener a Jesús físicamente a nuestro lado, pero recordemos que tenemos Su presencia por medio del Espíritu Santo, el cual nos guía y habla en todo momento, y está con nosotras todos los días hasta el fin del mundo.
Capítulo 5
Jesús es el Señor de señores, todo, absolutamente todo, se debe postrar delante de Él, ¡todo obedece al sonido de su voz!
«Cuando vio a Jesús de lejos, corrió y se postró delante de Él… Y los demonios le rogaron, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. Y Él les dio permiso». (énfasis añadido)
«Y tomando a la niña por la mano, le dijo*: Talita cumi (que traducido significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!). Al instante la niña se levantó y comenzó a caminar, pues tenía doce años». (énfasis añadido)
- ¿Obedecemos nosotras al sonido de su voz? ¿Reconocemos su señorío y poder en nuestras vidas?
Me llama la atención como Jesús no le permitió al gadareno irse con Él, sino que le dijo «Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y cómo tuvo misericordia de ti» y es que nuestro primer campo de misión debe ser nuestro hogar, nuestra familia, como también está en Lucas 24:47 «y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.»
- ¿Has compartido el evangelio y las grandes obras de Dios en tu vida con tu familia?
Nuestra fe juega un rol importante en nuestra relación con Dios, pues con ella es como si le abriéramos la puerta de nuestro corazón. La mujer que padecía del flujo de sangre no solamente quería ser sanada, sino que creyendo que Jesús la podía sanar, penetró a través de la multitud y actuó tocando la ropa de Jesús.
- ¿Verdaderamente creemos en el poder de Dios?
- Nuestras palabras, nuestras oraciones y nuestras acciones... ¿lo reflejan?
Muchas veces Dios no permite que encontremos alivio de nuestras enfermedades en la medicina, con el fin de que recurramos y dependamos más de Él. Si la mujer hubiese encontrado su solución en los médicos no habría tenido ese encuentro personal con Jesús.
- ¿Estás confiando en Su soberanía? ¿Dónde están puestos tus ojos?
Dios no es ajeno ni ignora ninguna de tus pruebas y situaciones, acércate a Él con un corazón sincero, rendido y confiado, y verás como Él literalmente voltea su rostro, te mira, te escucha y te responde.
Recordemos que para nuestro Dios nunca es tarde.
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