Día 259 | Amós 1 – 4
Amós, «el que lleva una carga», era un simple pastor de ovejas y cuidador de higueras silvestres. Como vemos, en Su Sabiduría, Dios usa diferentes tipos de personas para enviar Su mensaje a Su Pueblo. A Él no le impresiona la capacidad, destreza o el mucho conocimiento que se pueda tener. Lo que Dios valora es la fidelidad e integridad de un corazón que transmite Su mensaje tal cual Él lo declara. En este caso vemos que «Jehová rugió como león» contra los pecados que imperaban.
Este profeta declara al Reino del Norte el juicio que vendría a causa de la vana religiosidad, la idolatría, el espíritu autosuficiente, la opresión de los más vulnerables y desprotegidos, y el horroroso acto de que padre e hijo tenían relaciones con una misma mujer.
Además, el pueblo gozaba de una «aparente paz y prosperidad», lo que provocó que el egoísmo y el materialismo …
Amós, «el que lleva una carga», era un simple pastor de ovejas y cuidador de higueras silvestres. Como vemos, en Su Sabiduría, Dios usa diferentes tipos de personas para enviar Su mensaje a Su Pueblo. A Él no le impresiona la capacidad, destreza o el mucho conocimiento que se pueda tener. Lo que Dios valora es la fidelidad e integridad de un corazón que transmite Su mensaje tal cual Él lo declara. En este caso vemos que «Jehová rugió como león» contra los pecados que imperaban.
Este profeta declara al Reino del Norte el juicio que vendría a causa de la vana religiosidad, la idolatría, el espíritu autosuficiente, la opresión de los más vulnerables y desprotegidos, y el horroroso acto de que padre e hijo tenían relaciones con una misma mujer.
Además, el pueblo gozaba de una «aparente paz y prosperidad», lo que provocó que el egoísmo y el materialismo imperaran. Sin embargo, aunque las cosas parecían florecer, muy cerca, pisándole los talones, estaba la aterradora Asiria, instrumento que Dios utilizaría para esclavizar dicho reino, porque habiendo cometido estas cosas «profanaron Su Santo Nombre». Judá también recibiría su juicio por haber menospreciado la Ley de Jehová y no guardar Sus ordenanzas.
En los capítulos 1 y 2 también se profetiza el juicio sobre Damasco, Gaza, Tiro, Edom, Amón y Moab, por sus propios y recurrentes pecados, y el daño hecho al Pueblo de Dios en distintas ocasiones. Cuando leas la frase «por tres pecados… y por el cuarto», su significado es que «pecaban una y otra vez». Dios nunca deja a los malvados impunes ni salirse con la suya. A su tiempo el castigo llega.
Vemos en el capítulo 3 más detalles del castigo que vendría sobre el pueblo que el Dios de los Ejércitos había elegido para sí, el cual no supo apreciar el gran privilegio que se le había concedido.
Llegamos a Amós capítulo 4 y «Jehová el Señor, Quien juró por Su santidad», tiene palabras ahora dirigidas a las mujeres. El fiel Amós las llama «vacas de Basán». Basán era una región muy fértil. Su excelente pasto alimentaba a una clase de ganado que producía vacas lozanas, vigorosas e impecables. La idea que se transmite aquí es bien fuerte. Para que dichas mujeres vivieran y vistieran lujosamente, para que se alimentarán con exquisitos manjares y disfrutaran de sus riquezas... alguien tenía que pagar el precio. Tristemente, este precio recaía sobre los pobres, los cuales eran oprimidos y maltratados.
La historia nos enseña que el nivel moral de una nación se mide por el estilo de vida de sus habitantes; pero sobre todo en las mujeres. John Angell James en su libro «Piedad femenina» dice lo siguiente:
«En cierta medida la mujer es la que conserva el bienestar de la nación. Su virtud, si es firme e incorruptible, permanecerá como un centinela sobre el imperio».
¿Qué pasó con esas mujeres? Se corrompieron. Las cosas de este mundo ahogaron la virtud, y al hacerlo se volvieron engreídas, vanidosas, egoístas, y abusivas. Exigían que sus maridos, sin importar los medios a usar, les proveyeran todo aquello que les mantenía su estatus.
No hay nada malo en las riquezas y con las cosas que por medio de ellas podemos obtener; pero si el Señor nos ha abundado con bienes, tengamos cuidado de cómo los usamos. Guardemonos de ese espejismo de superioridad que sutil o abiertamente producen las riquezas. Guardemonos del materialismo que ha arropado nuestra cultura. Guardemonos del egoísmo. De igual modo, tengamos cuidado con nuestro trato a los menos favorecidos. Cultivemos la disposición habitual que hubo en Cristo Jesús de hacer el bien, de andar en humildad y vivir con mesura.
Los versos del 6-13, aunque a simple vista no lo parezca, estos describen las innumerables «advertencias llenas de misericordia» que Dios les había hecho. A través de hambre, sequía, plagas, langostas y guerra, los había trastornado porque anhelaba que Su pueblo se volviera a Él. Cinco veces les reprocha el hecho de que «no os volvisteis a Mí». Por hacer caso omiso, ahora debían «prepararse para venir al encuentro de Su Dios».
Ese Dios, Jehová de los Ejércitos, que formó los montes y crea el viento, que anuncia al hombre su pensamiento porque es el Omnisciente, que torna las tinieblas en mañanas y pasa sobre las alturas de la tierra, es al Dios ante quien se presentarían para dar cuentas de todas sus iniquidades e indiferencia. Menospreciaron el día de la visitación y por tanto les esperaba un amargo cautiverio.
Y nosotras…
- ¿Albergamos en nuestro corazón algunas de las actitudes de Israel?
- ¿Sentimos gratitud por ser parte de su pueblo?
- ¿Fomentamos la virtud para conservar el bienestar de nuestro entorno?
- ¿Cómo usamos nuestros bienes?
- ¿Cómo tratamos a los más vulnerables y frágiles?
- ¿Ha tenido Dios que «trastornarte misericordiosamente» para que te acerques a Él?
- ¿Cómo has reaccionado a estas, Sus advertencias?
De seguro que algún día nos encontraremos con nuestro Dios, pero no para juicio, sino para regocijo, pues en Cristo hemos sido justificadas. ¿Cómo te estás preparando para ese día?
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