Día 240 | Ezequiel 21 – 23
1. ¡Yo, el Señor he hablado!… «Y sabrás que Yo soy el Señor!»
Dios continúa hablando al pueblo a través de Ezequiel, recordándoles que Él es un Dios justo y santo, por lo tanto el pecado debe ser castigado. Las personas no pueden continuar pecando, idolatrando ídolos abominables, y creyendo que sus actos no tendrían consecuencias o que Dios pasará por alto las ofensas. Dios los iba a esparcir por todas las naciones y los limpiaría de su maldad. Él los purificaría como la plata (vv. 22:17-22).
De igual forma hoy el Señor nos purifica y santifica por medio de sus disciplinas. Como pecadores redimidos aún tendemos a desviarnos y Él tiene que corregirnos como un buen padre.
- ¿Te ha hablado el Señor a través de Su Palabra? ¿Le obedeces?
- ¿De qué forma te ha purificado el Señor?
«“Hijo Mío, no tengas en poco la disciplina del Señor, ni te …
1. ¡Yo, el Señor he hablado!… «Y sabrás que Yo soy el Señor!»
Dios continúa hablando al pueblo a través de Ezequiel, recordándoles que Él es un Dios justo y santo, por lo tanto el pecado debe ser castigado. Las personas no pueden continuar pecando, idolatrando ídolos abominables, y creyendo que sus actos no tendrían consecuencias o que Dios pasará por alto las ofensas. Dios los iba a esparcir por todas las naciones y los limpiaría de su maldad. Él los purificaría como la plata (vv. 22:17-22).
De igual forma hoy el Señor nos purifica y santifica por medio de sus disciplinas. Como pecadores redimidos aún tendemos a desviarnos y Él tiene que corregirnos como un buen padre.
- ¿Te ha hablado el Señor a través de Su Palabra? ¿Le obedeces?
- ¿De qué forma te ha purificado el Señor?
«“Hijo Mío, no tengas en poco la disciplina del Señor, ni te desanimes al ser reprendido por Él. Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo”. Es para su corrección que sufren. Dios los trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline? Pero si están sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces son hijos ilegítimos y no hijos verdaderos. Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos? Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de Su santidad». –Hebreos 12:6-10
2. Nuestra suerte está en manos del Señor (vv. 21:18-22)
La suerte de Jerusalén estaba en manos de Dios. El rey de Babilonia estaba por invadir a Jerusalén o a Raba, pero Dios lo dirige hacia Jerusalén. Él mismo entregaría a Su pueblo en manos del enemigo.
- Nada de lo que ocurre en nuestra vida es casualidad, o responde al azar. Cada cosa que acontece está planificada y orquestada por Dios. La «suerte» no rige tu vida. Tus días y tus circunstancias están en Sus manos y todo lo que te sucede viene perfectamente diseñado para ti y tiene propósito. Nada escapa a Su control.
«La suerte se echa en el regazo, pero del Señor viene toda decisión». –Proverbios 16:33
3. La justicia y la misericordia hacia los vulnerables son importantes para Dios (vv. 22:7-12; 29)
El pueblo había olvidado los mandamientos y el llamado a cuidar de los vulnerables. Aun los sacerdotes desobedecieron. Rendían culto a ídolos, cometían inmoralidades, cometían adulterio, deshonraban a sus padres, cometían incesto, cometían usura, avaricia, oprimían a los pobres, a las viudas, a los inocentes, necesitados y extranjeros.
Si hay algo que debe caracterizar a un hijo o hija de Dios debe ser la misericordia.
«Y cualquiera que como discípulo dé a beber aunque solamente sea un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, en verdad les digo que no perderá su recompensa». –Mateo 10:42
«Porque el juicio será sin misericordia para el que no ha mostrado misericordia». –Santiago 2:13
- ¿Te caracterizas por ayudar a los más vulnerables?
- ¿Te interesas por sus necesidades?
- ¿Muestras a otros la misericordia que has recibido de Dios?
4. ¡Alguien se puso en la brecha! (vv. 22:30-31)
El Señor trataba de conseguir «uno bueno» en medio del pueblo, alguien que pudiera abogar por ellos, pero todos se habían desviado, por tanto su ira recaería sobre ellos.
En la narrativa del Antiguo Testamento vimos algunos hombres que se pusieron en la brecha por el pueblo: Moisés, Josué, Samuel, pero todos ellos apuntaban a Uno mejor.
La Palabra de Dios dice que no hay ni uno bueno, dice que todos se han desviado y no hay quien haga lo bueno. Nadie busca a Dios por motivación propia (ver Romanos 3:12). El hombre está en necesidad de ser reconciliado con Dios y, en Su inmensa bondad, Él envió a Su único hijo, no para juzgar al mundo, sino para que el mundo fuese salvo por medio de Él (ver Juan 3:17).
¡Cristo se colocó en la brecha para salvarnos de la ira de Dios! ¡Alabado sea Su nombre!
«En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados». –1 Juan 4:10
5. Dios abomina el adulterio espiritual (idolatría) (Capítulo 23)
Una y otra vez en las Escrituras vemos que el abandonar a Dios por ir tras ídolos es abominable para Dios, es adulterio contra el Dios que hizo un pacto eterno con nosotros de amor y fidelidad. El capítulo 23 está lleno de ilustraciones sexuales crudas que simbolizan cómo luce el apartarse de la voluntad de Dios para satisfacer la lujuria insaciable por los placeres del mundo.
- ¿Cuáles son esos ídolos que perseguimos hoy y que nos alejan de los caminos de Dios, o que nos alejan de una íntima comunión con Él?
«¡Oh almas adúlteras! ¿No saben ustedes que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O piensan que la Escritura dice en vano: “Dios celosamente anhela el Espíritu que ha hecho morar en nosotros?”». –Santiago 4:4-5
6. Dios abomina la inmoralidad sexual (Capítulo 23)
Aunque esta porción usa ilustraciones sexuales para referirse al adulterio espiritual del pueblo, no es menos cierto que nos da una idea de las consecuencias que tiene la inmoralidad en nuestras vidas.
Hoy en día muchas personas (¡hombres y mujeres!) son adictas a la pornografía, cautivos a satisfacer los apetitos de su carne. La inmoralidad no solo es aceptada, es promovida. Muchas jóvenes, en su búsqueda de satisfacer la sed de ser amadas, codiciadas, aprobadas, inician relaciones sexuales en su adolescencia, entregándose físicamente a hombre tras hombre, sin darse cuenta de que cada una de esas relaciones deja una huella en ellas. Muchas terminan heridas, desechadas, abandonadas, abusadas y cautivas de sus placeres, y aun practicándose abortos.
Quiera Dios abrir los ojos a muchas que se encuentran esclavas de sus lascivias e idolatrías. Somos esclavas de todo lo que nos domina, y la inmoralidad tiene consecuencias funestas en nuestra alma.
Recuerda: Si estás en Cristo el pecado no tiene que tener poder sobre ti. Si estás involucrada en prácticas inmorales, ponte de acuerdo con Dios, arrepiéntete, confiesa tu pecado. Él es fiel y justo para perdonarte y limpiarte de toda maldad. Él puede hacerte blanca como la nieve.
- Bebe del agua viva de Dios, de Su Palabra, deja que Él satisfaga tu alma profundamente, y no volverás a tener sed jamás.
«Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad...». –Galatas 5:19
«Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre ustedes, como corresponde a los santos». –Efesios 5:3
«Porque esta es la voluntad de Dios: su santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual». –1 Tesalonicenses 4:3
«Huye, pues, de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que invocan al Señor con un corazón puro». –2 Timoteo 2:22
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