Día 238 | Ezequiel 16 – 17
La lectura de hoy es bastante cruda. Dios compara a Jerusalén con una niña desamparada con la que contrajo matrimonio. Pero luego ella se llena de orgullo por su hermosura y corre hacia ídolos, convirtiéndose en una prostituta. Cae tan y tan bajo que ya no cobra por sus servicios, sino que, ¡paga para que la usen! (v. 16:33).
Al igual que pasó con Su pueblo, Dios nos encontró a ti y a mí cuando estábamos sucias y desamparadas; muertas en nuestros delitos y pecados. Nos lavó, nos limpió y nos vistió con la justicia inmaculada de Su hijo. Él nos compró con Su sangre preciosa y le pertenecemos.
Decía Juan Calvino que «nuestro corazón es una fábrica de ídolos». Pero Jesús es el nuevo renuevo que se anuncia en los versículos 17:22-24:
«Yo también tomaré un renuevo de lo más alto de la copa del cedro y lo plantaré; …
La lectura de hoy es bastante cruda. Dios compara a Jerusalén con una niña desamparada con la que contrajo matrimonio. Pero luego ella se llena de orgullo por su hermosura y corre hacia ídolos, convirtiéndose en una prostituta. Cae tan y tan bajo que ya no cobra por sus servicios, sino que, ¡paga para que la usen! (v. 16:33).
Al igual que pasó con Su pueblo, Dios nos encontró a ti y a mí cuando estábamos sucias y desamparadas; muertas en nuestros delitos y pecados. Nos lavó, nos limpió y nos vistió con la justicia inmaculada de Su hijo. Él nos compró con Su sangre preciosa y le pertenecemos.
Decía Juan Calvino que «nuestro corazón es una fábrica de ídolos». Pero Jesús es el nuevo renuevo que se anuncia en los versículos 17:22-24:
«Yo también tomaré un renuevo de lo más alto de la copa del cedro y lo plantaré; arrancaré de la punta de sus renuevos uno tierno y lo plantaré en un monte alto y eminente. En el alto monte de Israel lo plantaré; extenderá ramas y dará fruto, y llegará a ser un cedro majestuoso. Debajo de él anidarán toda clase de aves, a la sombra de sus ramas anidarán. Y todos los árboles del campo sabrán que Yo soy el Señor; humillo al árbol elevado y elevo al árbol humilde; seco al árbol verde y hago reverdecer al árbol seco. Yo, el Señor, he hablado y lo haré».
Él es nuestra esperanza. Bajo Su sombra encontramos redención y restauración.
Antes de que Cristo inundara nuestra vida con Su gracia éramos idólatras; pero ya no tiene que ser así.
«¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; más ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios». –1 Corintios 6:9-11 (énfasis añadido)
No nos pertenecemos. Tenemos un dueño. En Él está nuestra nueva identidad. Ya no tenemos que pervertir las dádivas de Dios, usándolas como sustitutos de Él. No tenemos que ser seducidas por ídolos y caer en adulterio espiritual. No tenemos que correr al mundo para adorar las cosas creadas, ¡ni siquiera los regalos que en Su amor nos concede nuestro Padre! Él nos ha dado todas las cosas para que las disfrutemos con corazones agradecidos, dando gloria a Su nombre, reconociendo que únicamente Él es la fuente de todo bien, de toda satisfacción y que solamente Él es nuestro Salvador.
¡Tenemos un tesoro demasiado grande!
Él ha hecho un pacto eterno con nosotros a través de Cristo. Él es nuestro mayor y más preciado Tesoro.
¿Y tú?
- ¿Has entregado tu corazón a otro?
- ¿Has menospreciado tu identidad como hija amada de Dios?
- ¿Has menospreciado la gracia de Dios y te has dejado seducir por el mundo y sus ofertas? Si aún luchas con abandonar los ídolos de tu corazón necesitas arrepentirte.
Necesitas a Jesús.
«Hijos, aléjense de los ídolos». –1 Juan 5:21
«Porque celoso estoy de ustedes con celo de Dios; pues los desposé a un esposo para presentarlos como virgen pura a Cristo. Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, las mentes de ustedes sean desviadas de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo». –2 Corintios 11:2-3
Vuélvete a Cristo en arrepentimiento y fe para que tiempos de refrigerio vengan a tu vida.
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