Día 231 | Jeremías 51 – 52
Hoy continuamos viendo el juicio de Dios contra Babilonia. El último capítulo del libro de Jeremías (52) vuelve a recapitular la historia de la caída de Jerusalén a manos de los Babilonios.
Hoy quisiera enfocarme en algunos aspectos del carácter de Dios que se dan a conocer en medio de este relato:
Dios es dueño de las naciones y hace lo que quiere con ellas
Dios cumple Sus planes y propósitos y juzga a las naciones. Coloca una contra otra como instrumento de Su juicio (vv. 51:20-23). Levantó «un destructor» (a los medo-persas) contra Babilonia (v. 51:1) que la haría pedazos; la dejarán desolada (v. 51:37; 43). Nada ni nadie podría salvarlos.
Hoy vemos grandes potencias y pensamos que son indestructibles. Pero nada puede resistirse a Dios y continuar en pie. Grandes reinos del pasado han caído y lo mismo puede ocurrir en nuestros días.
La historia de las naciones …
Hoy continuamos viendo el juicio de Dios contra Babilonia. El último capítulo del libro de Jeremías (52) vuelve a recapitular la historia de la caída de Jerusalén a manos de los Babilonios.
Hoy quisiera enfocarme en algunos aspectos del carácter de Dios que se dan a conocer en medio de este relato:
Dios es dueño de las naciones y hace lo que quiere con ellas
Dios cumple Sus planes y propósitos y juzga a las naciones. Coloca una contra otra como instrumento de Su juicio (vv. 51:20-23). Levantó «un destructor» (a los medo-persas) contra Babilonia (v. 51:1) que la haría pedazos; la dejarán desolada (v. 51:37; 43). Nada ni nadie podría salvarlos.
Hoy vemos grandes potencias y pensamos que son indestructibles. Pero nada puede resistirse a Dios y continuar en pie. Grandes reinos del pasado han caído y lo mismo puede ocurrir en nuestros días.
La historia de las naciones cumple con Sus designios (v. 51:27-29).
Dios hace lo que se propone. Él ejecuta Sus propósitos y planes y nada lo detiene
Jeremías había profetizado lo que acontece con Jerusalén y con Babilonia. Dios había hablado a través de Su siervo. Todo lo que prometió que haría, sucedió: «Porque el Señor ha decidido, y también ejecutará» (v. 51:12).
Nada ni nadie puede detener a Dios.
Dios es misericordioso con Sus hijos y los libra
Dios no abandonó a Israel ni a Judá; los disciplinó bajo el yugo de Nabucodonosor, pero luego los advirtió y les libró de la copa de juicio que Él derramaría sobre Babilonia (vv. 51:5-6).
De la misma forma Dios usa su Palabra para advertirnos del juicio final. El único refugio seguro es Cristo. Mientras los impíos perecen en el castigo, Dios libra Su heredad y defiende su causa (v. 51:19; 36; 45-46).
«El Señor, pues, sabe rescatar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos bajo castigo para el día del juicio». –2 Pedro 2:9
Dios es Creador y dueño de Su creación
Dios creó los cielos y la tierra y es responsable de todo cuanto ocurre en ella. Las estrellas, los cielos, las lluvias, relámpagos, el viento, los límites de las naciones… todo está bajo su control. No hay otros dioses o ídolos que puedan tomar Su lugar; todos ellos son vanidad (vv. 51:15-19).
Todo lo que se exalta será humillado
Esta es una ley natural que vemos a través de las Escrituras. La arrogancia de Babilonia sería humillada (vv.51:53-58), sería despojada de su fortaleza y sus defensas.
«Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales: «Las gruesas murallas de Babilonia serán arrasadas y sus inmensas puertas serán quemadas. ¡Los constructores de muchos países han trabajado en vano porque su obra será destruida por fuego!». (v. 51:58).
Y así terminamos este libro. Consideremos los acontecimientos pasados como enseñanza para nosotros en el presente. Jerusalén cayó porque se alejó de Dios y Su justicia merecía una disciplina. Él es el mismo Dios hoy. Él purifica a Su pueblo escogido a través de la disciplina amorosa, y cuando nos arrepentimos, nos restaura. Él nos libra del mal, nos libra del juicio y nos lleva con seguridad de camino a nuestra Jerusalén celestial.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación