Día 221 | Jeremías 20 – 22
Por más de cuarenta años el Señor le encargó a Jeremías convertirse en «oprobio y escarnio» para un pueblo que rehusaba escuchar a Dios.
A veces los llamados de Dios no son fáciles, pero Él da gracia
Por momentos Jeremías era débil y deseaba no haber nacido. Su confianza en Dios no minimizaba o negaba lo difícil de la encomienda. Pero Jeremías estaba determinado a obedecer. El Señor lo había persuadido para hablar en Su nombre, al punto que Su palabra era como fuego en sus huesos.
Sus amigos lo despreciaban y ansiaban verlo caer, y aunque se lamentaba con Dios (¡como hijos de Dios hay lugar para el lamento!), él estaba convencido de que el Señor le ayudaría a prevalecer. Jeremías había encomendado su causa a Él.
Su mensaje no era popular, pero Jeremías se mantuvo fiel a Dios. Los que lo escucharon quedaron con vida, los que lo …
Por más de cuarenta años el Señor le encargó a Jeremías convertirse en «oprobio y escarnio» para un pueblo que rehusaba escuchar a Dios.
A veces los llamados de Dios no son fáciles, pero Él da gracia
Por momentos Jeremías era débil y deseaba no haber nacido. Su confianza en Dios no minimizaba o negaba lo difícil de la encomienda. Pero Jeremías estaba determinado a obedecer. El Señor lo había persuadido para hablar en Su nombre, al punto que Su palabra era como fuego en sus huesos.
Sus amigos lo despreciaban y ansiaban verlo caer, y aunque se lamentaba con Dios (¡como hijos de Dios hay lugar para el lamento!), él estaba convencido de que el Señor le ayudaría a prevalecer. Jeremías había encomendado su causa a Él.
Su mensaje no era popular, pero Jeremías se mantuvo fiel a Dios. Los que lo escucharon quedaron con vida, los que lo ignoraron, perecieron.
- A veces Dios nos manda a servirle en medio de gran oposición. ¿Te ha llamado Dios a un lugar, circunstancia o llamado difícil? ¿Qué te mantiene perseverando?
Proclamar la verdad en medio de un mundo que rechaza a Dios es como ir cuesta arriba. Dios nunca prometió que el llamado sería fácil, pero prometió estar con nosotros hasta el fin.
«… nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza». –Romanos 5:3-4
«Prosigamos juntas hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús». –Filipenses 3:14 (pf)
Muchas veces queremos que Dios nos salve de las consecuencias de nuestro desvío, pero sin arrepentimiento
Sedequías envió a Pasur y Sofonías a Jeremías para interceder por el pueblo. Le piden que consulte con el Señor para ver si «hace sus maravillas» para que el enemigo se retire (vv. 21:1-2).
Jeremías vuelve a darle la profecía de la destrucción de Jerusalén en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia. Ellos debían elegir entre el camino de muerte o de vida, y esto implicaba que debían rendirse a Dios, algo que ellos no estaban dispuestos a hacer.
Dios ya había decretado el destino de esta nación: «Yo mismo pelearé contra ustedes con mano extendida y brazo poderoso, aun con ira, furor y gran enojo» (v. 21:5).
Cuando olvidamos el obrar de Dios y las lecciones del pasado, o cuando nos rehusamos a escuchar a Dios en el presente, cosecharemos consecuencias en el futuro.
- ¿Cómo se asemeja este pueblo al pueblo de Dios hoy?
- ¿En algún momento has deseado disfrutar las bendiciones de Dios sin someterte a sus condiciones?
- ¿Alguna vez se te ha acercado alguien a pedirte que ores por él o ella porque creen que «Dios te escucha» pero sabes que si ellos no se arrepienten habrá consecuencias para sus actos? ¿Le respondes lo que Dios dice (cómo hizo Jeremías) o simplemente oras por ellos sin confrontarlos con su pecado?
¡Dios nos ayude a hablar con compasión, gracia y verdad, y a temer a Dios más que a los hombres!
Conocer a Dios y temerle implica amor en acción, cuidar de los más vulnerables y mostrar compasión
¿Te imaginas lo que es tener a Dios en tu contra? ¿Tenerlo como tu enemigo? Pero ni aun eso hizo que este pueblo se arrepintiera. Sus obras eran malas, no practicaban el derecho ni la justicia, maltrataban a las viudas, a los huérfanos y al extranjero, abusaban de los trabajadores y vivían para sí mismos:
«Pero tus ojos y tu corazón solo están para tu propia ganancia, para derramar sangre inocente, y para practicar la opresión y la violencia». –v. 22:17
Recuerda: «La religión pura y sin mancha delante de nuestro Dios y Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo». –Santiago 1:27
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