Día 219 | Jeremías 13 – 15
De nuevo vemos a Jeremías lamentándose por el pueblo, sufriendo al ver la apostasía y la disciplina inminente.
Como Su profeta, Dios le da a Jeremías instrucciones para ilustrar al pueblo lo que ocurriría con ellos. Jeremías era fiel en seguir las instrucciones, aun sin entender el propósito. Con el cinturón de lino, por ejemplo, Dios le dice de comprarlo y ponérselo, pero no mojarlo. Luego le dice que se vaya al Éufrates y lo esconda en una peña. Supongo que Jeremías no tenía idea de lo que Dios estaba haciendo pero él obedecía fielmente. Jeremías era un profeta fiel del Señor.
- Dios da imperativos claros en Su Palabra. ¿Eres fiel en obedecerlos aunque no los entiendas o no los encuentres razonables en tu circunstancia en particular?
Las acusaciones de Dios continuaban: el pueblo había sido terco, no prestaban atención a Dios, eran altaneros, idólatras. El pueblo solo prestaba oídos …
De nuevo vemos a Jeremías lamentándose por el pueblo, sufriendo al ver la apostasía y la disciplina inminente.
Como Su profeta, Dios le da a Jeremías instrucciones para ilustrar al pueblo lo que ocurriría con ellos. Jeremías era fiel en seguir las instrucciones, aun sin entender el propósito. Con el cinturón de lino, por ejemplo, Dios le dice de comprarlo y ponérselo, pero no mojarlo. Luego le dice que se vaya al Éufrates y lo esconda en una peña. Supongo que Jeremías no tenía idea de lo que Dios estaba haciendo pero él obedecía fielmente. Jeremías era un profeta fiel del Señor.
- Dios da imperativos claros en Su Palabra. ¿Eres fiel en obedecerlos aunque no los entiendas o no los encuentres razonables en tu circunstancia en particular?
Las acusaciones de Dios continuaban: el pueblo había sido terco, no prestaban atención a Dios, eran altaneros, idólatras. El pueblo solo prestaba oídos a profetas engañosos que hablaban sin haber sido enviados por Dios. Lejos de arrepentirse, el pueblo retrocedía cada vez más y más.
Al igual que Abraham, Moisés y Samuel en el pasado, Jeremías se lamentaba continuamente por la condición del pueblo. Jeremías no se regocijaba del castigo de Dios que vendría. Al igual que Jesús cuando lloró por la condición de Jerusalén (Lucas 19:41–44), Jeremías era un hombre quebrantado que tenía compasión por el pueblo.
- ¿Qué haces cuando ves el pecado a tu alrededor? ¿Juzgas con orgullo y auto-justicia o intercedes con compasión por ellos?
Dios prohíbe a Jeremías interceder; «No ruegues por el bienestar de este pueblo» (v. 14:11). El Señor no quiere sacrificios ni ayunos (v. 14:12). Sus actividades religiosas no los salvarían; sus corazones estaban lejos de Dios. Era urgente que se arrepintieran o la disciplina sería inevitable. Ellos sufrirían las consecuencias de su desobediencia, y eso se vería reflejado en sequías, hambrunas, espada, muertes, infertilidad, viudez, destierro, cautiverio, etc.
Mientras el pueblo había olvidado a Dios, Jeremías relata cuán deleitosa era la Palabra del Señor para él. Jeremías encontraba ánimo en ella; sentía gozo y deleite en su corazón al recibir la Palabra de Dios (v. 15:16).
- ¿Qué tan deleitosa es la Palabra de Dios para ti? ¿Tienes hambre de ella? ¿La amas? ¿La obedeces?
Jeremías había sido obediente a Dios y su obediencia hizo que el fuera rechazado por su propio pueblo. Como humano al fin, él resiente haber nacido para ser instrumento de discordia y contienda, (¡¿quién quiere tener ese trabajo?!). Se lamentaba de ver al pueblo sufrir las consecuencias de su desvío, y también de las consecuencias negativas en sus propias relaciones al cumplir el llamado del Señor. Pero Dios promete vindicarlo. Jeremías aceptó su encomienda, alentado por la Palabra de Dios, y a pesar del desaliento continuó siendo su fiel vocero.
- Cuando sientes persecución por parte de tu familia o amigos, ¿cómo reaccionas? El agrado de quien persigues, ¿el de Dios o el de los hombres?
Dios es nuestro dueño y Él determina cuales son Sus propósitos para nuestra vida. Él tiene cuidado de Sus siervos.
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