Día 209 | Isaías 47 – 49
Hemos mencionado varias veces la profecía de la caída de Babilonia, y hoy volvemos a verla en más detalle en el capítulo 47. Esto iba a suceder en el año 539 a. C., es decir, unos 160 años más tarde. Y podemos ver que todo ocurrió tal y como Isaías lo dijo, a pesar de que él no lo vio.
Esto nos debe llevar a un entendimiento más claro de que Dios va a cumplir todo lo que está escrito en Su palabra, a Su tiempo, y eso incluye la segunda venida de Cristo, así como se cumplió al pie de la letra todo lo dicho por los profetas sobre su primera venida, así también lo será su segunda venida, y no sé ustedes, pero particularmente yo anhelo que mis ojos puedan ver al Rey inmortal, así como Isaías lo vio en el capítulo 6, así quiero verlo venir triunfante …
Hemos mencionado varias veces la profecía de la caída de Babilonia, y hoy volvemos a verla en más detalle en el capítulo 47. Esto iba a suceder en el año 539 a. C., es decir, unos 160 años más tarde. Y podemos ver que todo ocurrió tal y como Isaías lo dijo, a pesar de que él no lo vio.
Esto nos debe llevar a un entendimiento más claro de que Dios va a cumplir todo lo que está escrito en Su palabra, a Su tiempo, y eso incluye la segunda venida de Cristo, así como se cumplió al pie de la letra todo lo dicho por los profetas sobre su primera venida, así también lo será su segunda venida, y no sé ustedes, pero particularmente yo anhelo que mis ojos puedan ver al Rey inmortal, así como Isaías lo vio en el capítulo 6, así quiero verlo venir triunfante y poder ver finalmente la verdadera justicia que solo tendremos en Él.
En medio de todo lo que Dios describe sobre el juicio a Babilonia, hay cosas que podemos concluir y es que esta caída es resultado del juicio divino, si bien es cierto que Dios utilizó a estas naciones como instrumentos para tratar con Su pueblo Israel; no es menos cierto que Dios también le pasó juicio a dichas naciones y en este caso en particular no iba a ser la excepción, Dios iba a pasar juicio a esta nación por su crueldad para con el pueblo de Dios, (los de Judá específicamente, v. 6) y por la arrogancia que exhiben creyéndose que eran invencibles (vv. 7-10).
Así como podemos ver a través de la historia diversos imperios que actuaron de manera similar, creyendo que sería eternos o invencibles, tuvieron un final parecido, lo que le iba a suceder a Babilonia no podía ser evitada ni por su estrategia política o militar, ni por los febriles esfuerzos de sus sabios, magos y astrólogos (vv. 11–13), ni mediante el pago de rescate (v. 11).
Cuando Dios decreta algo, nada puede detener Su mano. Al leer esto pienso en otro profeta, Habacuc, cuando veía las cosas que parecían no tener salida, oraba, pedía ayuda, pudo orar diciendo:
«Aunque la higuera no eche brotes,
Ni haya fruto en las viñas;
Aunque falte el producto del olivo,
Y los campos no produzcan alimento;
Aunque falten las ovejas del redil,
Y no haya vacas en los establos,
Con todo yo me alegraré en el Señor,
Me regocijaré en el Dios de mi salvación.
El Señor Dios es mi fortaleza;
Él ha hecho mis pies como los de las ciervas,
Y por las alturas me hace caminar». – Habacuc 3:17-19
Mi amada hermana, aunque pareciera que no hay salida, Dios cumplirá Su promesa y Él es quien nos libera y quien hace justicia.
Capítulo 48
Aquí vemos ahora a Dios hablando nuevamente a Su pueblo, y es como una invitación a evaluar su pasado, y es que no sé por qué es que justo cuando estamos en medio del sufrimiento somos más propensos a reflexionar en ello, ya sea que te estreses y te lamentes por malas decisiones, pero sin lugar a dudas es un excelente momento para pensar en esos errores y es algo que Dios le puntualiza a su pueblo en este momento, pero más que enfocarse en los errores es en recordar y apreciar la fidelidad de Dios.
Entre las cosas que Dios llama al pueblo a recordar están:
- Dios ha contenido Su ira (v. 9).
- Dios ha purificado al pueblo (v. 10).
- El pueblo es llamado a recordar las obras de Dios (vv. 12–15).
- Dios es primero y último (v. 12).
- Dios ha sido todopoderoso en la creación (v. 13).
- Dios les ama y protege de los enemigos (v. 14).
Algo que he aprendido en mi vida es que por más ansiedad, tristeza y hasta molestia que me causan los errores del pasado, malas decisiones, cosas que me hubiera gustado hacer de manera diferente o mejor aún ¡no haberlas hecho!, el mirar al pasado entendiendo la fidelidad de Dios, debe ayudarnos a obrar mejor en el presente y el futuro. Debe ayudarnos a ver Su mano en medio de todo y más que nada... ver Su amor para con sus hijos.
- ¿Cómo puedes ver la fidelidad de Dios en tu vida en este último mes? Agradece a Dios por Su fidelidad para con tu vida.
Capítulo 49
Me encanta esta manera en la que Dios, a través del profeta, va llevando este hilo de temas hasta llegar aquí y volver a hablar sobre la Salvación, este siervo que vemos aquí no es ni Ciro, ni el profeta, sino el Mesías, en el v. 3 Dios promete mostrar en ese siervo, Su gloria y hacer una gran obra, por eso es que al inicio del capítulo le habla hasta a las islas, pueblos lejanos, para que todo el mundo escuche sobre este Siervo que vendrá a cumplir mi voluntad.
Vemos que vuelve a hablar de este Siervo que Él mismo va a proveer, luego que hace reflexionar al pueblo, les recuerda Su misericordia y también nos recuerda que no es nada que nosotros podamos hacer o hayamos hecho, «Porque por gracia sois salvos, no por obras para que nadie se gloríe» Efesios 2:8-9. Martín Lutero sobre este capítulo y el resto del libro decía: «Desde este capítulo hasta el final, no hay otra cosa sino Cristo». ¡Solo Cristo! No hay otra forma, no hay otro nombre, no hay otro camino para llegar al Padre, sino Cristo, tus obras no te llevarán al Padre, creerte que eres bueno es una ilusión, Pablo fue muy enfático cuando nos dice en Romanos 3:10-11:
«Como está escrito: no hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios».
Nada de lo que hagas podrá llevarte al Padre, no hay méritos, no hay nada, es por los méritos de Cristo que podemos tener libre acceso al trono de la Gracia. Es solo Cristo y nada más.
El capítulo termina con una declaración en la cual te invito a meditar en el día de hoy, porque encierra ese carácter y ese poderío de nuestro Señor:
«Y toda carne sabrá que Yo, el Señor, soy tu Salvador y tu Redentor, el Poderoso de Jacob».
Te invito a escuchar la alabanza «En esto conocemos», de Jonathan y Sara Jerez, y a meditar en ese gran amor de Dios para con nosotras que dio a su Hijo en sacrificio por ti y por mí.
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