Día 204 | Isaías 29 – 32
Mientras que en el capítulo anterior vimos a Dios proclamando juicio sobre Efraín, también conocido como Samaria o el reino del norte, hoy el capítulo 29 es un juicio contra Jerusalén, también conocida como la ciudad de David. El nombre Ariel salta a la vista, este significa «altar para el holocausto», también pudiera significar «la ciudad donde acampó David».
Si leemos la historia de este reino dividido podemos notar que:
- Jeroboam hizo dos becerros de oro uno en Dan y otro en Betel para evitar que el pueblo fuera a adorar a Jerusalén. Puso sacerdotes que no eran de los hijos de Leví (1 Reyes 12:25-33).
- Mientras que en el sur estaba el centro de adoración, el templo y los sacerdotes levitas. Para el reino del sur ser la ciudad de David era motivo de orgullo.
- En el reino del norte todos los reyes hicieron lo malo delante del Señor. …
Mientras que en el capítulo anterior vimos a Dios proclamando juicio sobre Efraín, también conocido como Samaria o el reino del norte, hoy el capítulo 29 es un juicio contra Jerusalén, también conocida como la ciudad de David. El nombre Ariel salta a la vista, este significa «altar para el holocausto», también pudiera significar «la ciudad donde acampó David».
Si leemos la historia de este reino dividido podemos notar que:
- Jeroboam hizo dos becerros de oro uno en Dan y otro en Betel para evitar que el pueblo fuera a adorar a Jerusalén. Puso sacerdotes que no eran de los hijos de Leví (1 Reyes 12:25-33).
- Mientras que en el sur estaba el centro de adoración, el templo y los sacerdotes levitas. Para el reino del sur ser la ciudad de David era motivo de orgullo.
- En el reino del norte todos los reyes hicieron lo malo delante del Señor.
- En Judá hubo reyes que hicieron lo recto delante de Dios.
Aparentemente el reino del sur pudiera parecer más justo, pero no. Aunque algunos de sus reyes removieron la adoración pagana en lo externo, su corazón estaba apartado de Dios. Ellos no cumplieron la ley del Señor cuando les mandó a no adorar a otro Dios fuera de Yahweh, así que, no escaparían del juicio de Dios. Pero vemos una promesa de ayuda de parte de Dios, en Isaías 30:17:
«Por tanto, el Señor espera para tener piedad de vosotros, y por eso se levantará para tener compasión de vosotros. Porque el Señor es un Dios de justicia; ¡cuán bienaventurados son todos los que en Él esperan!».
Probablemente ya has notado el patrón:
- Así como vemos juicio, vemos redención.
- Así como vemos castigo, vemos bendición.
Dios no puede dejar a Su pueblo sin castigo y disciplina, pero Él es misericordioso como leemos en Lamentaciones 3:31:
«Porque el Señor no desecha para siempre; antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias».
¡Señor, Gloria a Dios porque tienes piedad de nosotros, eres un Dios de justicia, tus misericordias no terminan y podemos esperar en ti!
En el capítulo 29:15 y 30:1, hay dos ayes directamente acerca de cómo los hombres arman sus propios planes y buscan consejo y esperanza lejos del Señor. Pero Dios revela que aunque queramos esconder nuestras intenciones Dios nos ve y conoce cada uno de nuestros pensamientos. Somos barro y Él el alfarero (29:16).
Entre los planes que tramaban, era buscar una alianza con Egipto para refugiarse. Tanto en el capítulo 30 como en el 31 vemos este deseo de refugiarse en Egipto. Buscaban abrigo a la sombra de Faraón (30:2) pero al pueblo se le olvidaba quién debía ser su Sombra, quien era su Guardador, bajo quien debían buscar abrigo y protección.
Pueblo de Dios, he aquí tu sombra, tu abrigo y tu refugio:
«El que habita al abrigo del altísimo morará bajo la sombra del omnipotente». –Salmo 91:1
«El Señor es tu guardador; el Señor es tu sombra a tu mano derecha». –Salmo 121:5
Egipto no era un buen refugio para ellos, su Protector, su Ayudador era Dios. En los versos 3 y 5 del capítulo 30 leemos que:
- Abrigarse a la sombra de Egipto sería su humillación.
- El amparo de Faraón su vergüenza.
- No les sirve de ayuda ni de utilidad, sino de oprobio.
- La ayuda de Egipto es vana y vacía.
Es impresionante ver cómo después de tantos años, el pueblo sigue mencionando a Egipto. Esta vez no recordando la carne y las cebollas como sus antepasados, sino que querían amparo político. Los asirios vendrían a destruirlos, pero ellos querían ampararse en Egipto y no clamar y arrepentirse y pedir ayuda a su Ayudador. Qué prestos fueron para olvidar que su amparo era el Señor.
Todo esto me invita a preguntarme y te pregunto a ti, ¿en qué lugar buscas refugio? ¿En tus posesiones? ¿En tu trabajo, en el dinero? ¿En tu esposo o tus hijos?
Quizás ni tú ni yo seamos tentadas a entrar a una mezquita o un templo budista a adorar a otros dioses. Pero nuestros ídolos, nuestro «Egipto» muchas veces son todo lo externo que ocupa el lugar de Dios en nuestros corazones. Identifica estos placeres mundanos y confiesa que el Omnipotente es tu Guardador y el único digno de tu rendición.
El capítulo 32 es un mensaje hermoso, que espero que te haya recordado el evangelio. Hermana: «Ciertamente, un rey reinará con justicia» y habrá paz, justicia y tranquilidad. Será derramado sobre nosotros el Espíritu desde lo alto. Gózate en las promesas del Señor.
Jesucristo, nuestro príncipe de paz, reina y su reino no tendrá fin. ¡Gloria a Dios!
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