Día 195 | Cantar de los Cantares 1 – 4
Recuerdo la primera vez que estuve expuesta a las enseñanzas del Cantar de los Cantares, fue en un retiro de parejas. No salía de mi asombro al leer y entender la belleza y los detalles que Dios dejó plasmados en Su Palabra para hablar del amor romántico en el matrimonio. ¡Fue impresionante para mí!
Este libro, escrito por Salomón e inspirado por el Espíritu Santo, es un canto de amor. Dios le dio a Salomón la sabiduría para darnos un vistazo del amor entre esposos, como Él lo instituyó en el huerto del Edén. Es un cuadro del matrimonio ideal.
Dice el primer libro de reyes que él, Salomón, compuso cinco mil cantares, cinco mil canciones. Hoy tenemos en nuestras Biblias los que Dios quiso dejar como inspirados. Este libro es un poema lírico y al leerlo tienes que tener en cuenta que no sigue necesariamente un orden cronológico. Muchas …
Recuerdo la primera vez que estuve expuesta a las enseñanzas del Cantar de los Cantares, fue en un retiro de parejas. No salía de mi asombro al leer y entender la belleza y los detalles que Dios dejó plasmados en Su Palabra para hablar del amor romántico en el matrimonio. ¡Fue impresionante para mí!
Este libro, escrito por Salomón e inspirado por el Espíritu Santo, es un canto de amor. Dios le dio a Salomón la sabiduría para darnos un vistazo del amor entre esposos, como Él lo instituyó en el huerto del Edén. Es un cuadro del matrimonio ideal.
Dice el primer libro de reyes que él, Salomón, compuso cinco mil cantares, cinco mil canciones. Hoy tenemos en nuestras Biblias los que Dios quiso dejar como inspirados. Este libro es un poema lírico y al leerlo tienes que tener en cuenta que no sigue necesariamente un orden cronológico. Muchas escenas son como en una película que deja ver escenas en retrospectivas.
Una historia de amor conyugal
Este libro es la historia de una muchacha del campo, la Sulamita, y Salomón, el rey de Israel. A través de metáforas y símbolos del lenguaje es un cuadro detallado de su relación, desde el cortejo, descripciones del novio y la novia, el deseo de uno por el otro, la boda, la noche de bodas, los conflictos que se superan y el amor maduro. Presenta ese amor como uno hermoso, placentero y una gloriosa experiencia.
Una historia del amor de Cristo por Su iglesia
Hay otros significados que se han atribuido al libro, como el amor de Cristo por su iglesia o el amor de Dios por Israel, pero quiero resaltar en este caso la relación de Cristo y el creyente*. Estos enfoques no son incompatibles con el significado primario de la realidad del matrimonio terrenal, porque esa intimidad entre esposo y esposa nos apunta a un anhelo de mayor intimidad que sólo alcanza su plena satisfacción con nuestro precioso Señor Jesucristo.
Para esto necesitamos tener una relación personal con Él y necesitamos crecer en nuestra intimidad con Él.
No hay amor como el de Cristo
No hay unión matrimonial que refleje semejante amor de este lado del cielo como el amor que Cristo tiene por los suyos. Él nos ha amado con amor eterno. Por mejor que sea el amor entre una pareja, no se puede comparar con el amor con el que nos ama nuestro Salvador; con la extensión de ese amor que lo llevó a la muerte en la cruz. Nuestros aniversarios matrimoniales pueden superar como mucho los cincuenta o sesenta años, cuando Dios nos bendice con larga vida y un largo matrimonio; pero afirmamos como dice el salmo 16, que sólo en Su presencia hay delicias para siempre y plenitud de gozo.
Sally Lloyd Jones lo dice así en su Biblia para niños: «Dios nos ama con un amor que nunca se acaba, nunca se da por vencido, nunca se rompe y es para siempre».
Él es nuestro Novio
Y aunque el énfasis está en la relación de pareja, podemos ver como Dios valora el amor romántico y la unión sexual, la belleza de este amor y la intención de Dios. Quiero enfocarme brevemente en Cristo a través de dos frases que encontramos en estos primeros capítulos.
Su Nombre
1:3 «…tu nombre es como ungüento derramado». Otra versión dice: «tu Nombre es como el aroma que se esparce de aceites perfumados». Ese nombre es precioso para nosotras. Como dice ese antiguo himno, «Jesús, Sagrado Nombre»:
«Deleite siento el Nombre al oír de quien me vino a redimir, tristezas huyen al decir el exaltado Nombre; Nombre sin comparación, fuente de gran bendición, tema de feliz canción, Jesús, sagrado nombre».
Nosotras sabemos que hay un solo Nombre que es sobre todo nombre; ante quien se doblará toda rodilla y toda lengua confesará que Jesús es el Señor. Además, no hay otro Nombre dado a los hombres en el cual podamos ser salvos. Él es Emanuel, Dios con nosotros; Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados, Él es el Cristo, el Mesías, ungido, el lirio de los valles, la rosa de Sarón, así podríamos seguir enumerando tantos nombres hermosos de nuestro dulce salvador, ese a quien ama mi alma (v. 7). Pero uno de sus nombres es el Novio, Él es nuestro novio y nuestro esposo. Cuánta ternura en el Nombre de nuestro amado.
Su Voz
v.2:8 «…¡La voz de mi amado!» Oh que nuestros corazones ardan y anhelen escuchar Su voz, como esos discípulos cuando iban camino a Emaús y se preguntaban: ¿no ardía nuestro corazón mientras Él nos hablaba, al escuchar Su voz? (Lucas 24:13-35). Que como María nuestro mejor momento sea sentarnos a los pies de Cristo para escuchar Su voz, como lo más importante y prioritario, y donde nos deleitemos de amor cerca de Aquel a quien nuestras almas aman. Que tengamos siempre listos nuestros oídos para escuchar la voz de nuestro Pastor y estemos prestas para obedecerlo y seguirlo. Que no nos dejemos seducir por otras voces, que vienen como zorras para dañar nuestra viña, y que podamos decir con el salmista de la voz del Amado: «Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca». –Salmo 119:103
Para deleitarnos en Cristo, como nuestro novio celestial, debemos pasar tiempo con Él, conocerlo, contemplarlo y así nuestro corazón arderá de amor y nuestra relación con Él crecerá cada día más, hasta ese día en que le veamos cara a cara. Te animo y me animo a mí misma con estas palabras; no perdamos cada oportunidad de deleitarnos en Su presencia. Él ha prometido que estará con nosotras todos los días hasta el fin del mundo. (Mateo 28:20)
Quiero animarte a orar «Señor, mientras leo Cantar de los cantares, ¿me mostrarías Tu amor? Ayúdame a creer en él, a recibirlo, a experimentarlo. Muéstrame Tu amor. Y Señor, también ¿podrías profundizar mi amor por Ti? Déjame amarte a Ti, como Tú eres digno de ser amado». Y si estás casada o tienes la esperanza de algún día estar casada, ora: «Señor, que Tu amor se vea en y a través de mi matrimonio».
Señor, que nos muestres Tu amor, y que lo podamos recibir, y que tengamos la gracia de amarte más de lo que lo hacemos hoy. Entonces, que Tu amor se canalice y fluya a través de nosotras. Oro especialmente por aquellas que estamos casadas, o aquellas que lo estarán, por esa que quizás nos escucha el día de hoy y se estará casando pronto. Señor, te pido por su matrimonio, y por todos los matrimonios representados, que haya un desbordamiento de Tu amor en los matrimonios, para que vivan en intimidad, y den mucho fruto para Tu gloria. Oramos en el nombre de Jesús, amén.
*(Recomiendo la serie de ANC: «Cómo enamorarnos y permanecer enamoradas de Jesús»).
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