Día 193 | Eclesiastés 5 – 8
El predicador, en el capítulo 5 exhorta a no tomar con ligereza nuestra relación con el Dios de los cielos. ¿Cómo podemos caer en la ligereza?
- Asistiendo a Su casa y orando de forma mecánica o ritualista.
- Siendo apresuradas, sin pensar antes cómo hemos de orar a Dios, y tardas en oír Su voz.
- Haciendo compromisos a favor de Sus intereses y no cumplirlos.
¿Te preparas para ir a Su Casa? ¿Oras, sin primero examinar tus peticiones? ¿Cumples lo que has prometido hacer a favor del Reino?
Al final del capítulo 5 y en el 6 se nos habla de la vanidad de las riquezas. Todo, absolutamente todo lo que Dios nos da, es para promover Su gloria y procurar el bien del prójimo, empezando por nuestra familia y luego la familia de la fe. El amor al dinero es una trampa. Nunca satisface y lleva a desear más y …
El predicador, en el capítulo 5 exhorta a no tomar con ligereza nuestra relación con el Dios de los cielos. ¿Cómo podemos caer en la ligereza?
- Asistiendo a Su casa y orando de forma mecánica o ritualista.
- Siendo apresuradas, sin pensar antes cómo hemos de orar a Dios, y tardas en oír Su voz.
- Haciendo compromisos a favor de Sus intereses y no cumplirlos.
¿Te preparas para ir a Su Casa? ¿Oras, sin primero examinar tus peticiones? ¿Cumples lo que has prometido hacer a favor del Reino?
Al final del capítulo 5 y en el 6 se nos habla de la vanidad de las riquezas. Todo, absolutamente todo lo que Dios nos da, es para promover Su gloria y procurar el bien del prójimo, empezando por nuestra familia y luego la familia de la fe. El amor al dinero es una trampa. Nunca satisface y lleva a desear más y más. Es cierto que Dios nos da las cosas para que las disfrutemos y las compartamos. De la misma manera espera que seamos administradoras sabias. Pero al final de cuentas, lo de verdadero valor es lo que invertimos en la eternidad. ¿Dónde están tus tesoros? ¿Están en los cielos?
En los capítulos 7 y 8 Salomón contrasta la sabiduría y la insensatez. Sabio es quien teme a Dios, ve Su mano en todo acontecimiento, y anda a la luz del conocimiento de Su Voluntad. Aunque vive entre el «ahora, pero todavía no», procura el equilibrio en todo quehacer. Disfruta de la prosperidad, pero recuerda que la adversidad llegará, y ante ella reflexiona.
La sabiduría nos conduce a ser radiantes, pues nuestro descanso está en Él, a respetar la autoridad, a reconocer que Dios tiene un tiempo y modo de actuar porque es Soberano. A reconocer que las ironías e injusticias son parte de la vida, pues «Dios creó al hombre recto, pero él buscó muchas artimañas». A recordar que el pecador no se saldrá con las suyas, y que el justo finalmente gozará del verdadero y eterno bien.
Vivimos en «una creación que gime y está sujeta a vanidad». ¿Procuras vivir con sabiduría?
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