Día 141 | Esdras 8 – 10
El capítulo 8 comienza con una lista de parte del grupo que regresó con Esdras. Junto con las mujeres y los niños eran unas siete mil u ocho mil personas. Muchos judíos se quedaron en Babilonia y no regresaron porque después de 70 años se habían acomodado a la vida allá.
No nos acomodemos a este mundo
Que Dios nos libre de vivir tanto tiempo entre las costumbres y prácticas de nuestra cultura que nos amoldemos a este mundo y no sigamos renovando nuestra mente con la Palabra para comprobar cuál es la voluntad de Dios buena, agradable y perfecta. Él nos manda a ser un pueblo apartado, diferente.
«Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto». –Rom 12: 2
Dios es nuestro Ayudador
Me amonesta …
El capítulo 8 comienza con una lista de parte del grupo que regresó con Esdras. Junto con las mujeres y los niños eran unas siete mil u ocho mil personas. Muchos judíos se quedaron en Babilonia y no regresaron porque después de 70 años se habían acomodado a la vida allá.
No nos acomodemos a este mundo
Que Dios nos libre de vivir tanto tiempo entre las costumbres y prácticas de nuestra cultura que nos amoldemos a este mundo y no sigamos renovando nuestra mente con la Palabra para comprobar cuál es la voluntad de Dios buena, agradable y perfecta. Él nos manda a ser un pueblo apartado, diferente.
«Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto». –Rom 12: 2
Dios es nuestro Ayudador
Me amonesta y a la vez me encanta como Esdras a punto de emprender el viaje que era peligroso, decide que todos juntos clamen a Dios en ayuno y oración por protección. Hubiera sido fácil pedir ayuda al rey, pero si tenemos al Ayudador con A mayúscula, ¿porque muchas veces acudimos a la ayuda del hombre? Esto no solo evidencia falta de fe; sino lo que dice Esdras:
«Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropas y hombres de a caballo para protegernos del enemigo en el camino, pues habíamos dicho al rey: “La mano de nuestro Dios es propicia para con todos los que lo buscan, pero Su poder y Su ira contra todos los que lo abandonan”». –Esdras 8: 22
La Escritura nos recuerda que, si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Es vana la ayuda del hombre.
«Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios acerca de esto, y Él escuchó nuestra súplica… y la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libró de mano del enemigo y de las emboscadas en el camino». –Esdras 8:23
- ¿Pides ayuda a los hombres, o a los que crees que están en posiciones de influencia y autoridad?
- ¿De dónde viene tu ayuda?
«Mi ayuda viene del Señor,
Que hizo los cielos y la tierra.
No permitirá que tu pie resbale;
No se adormecerá el que te guarda.
Jamás se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.
El Señor es tu guardador;
El Señor es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te herirá de día,
Ni la luna de noche.
El Señor te protegerá de todo mal;
Él guardará tu alma.
El Señor guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre». –Salmos 121
¿Alguna vez has pensado que te acuestas y duermes y despiertas porque el que te guarda no duerme? Es maravilloso descansar en un Dios así, por eso somos dichosas porque nuestro Ayudador es el Señor.
¡Ojo! Nuestros corazones tienden a desviarse
Los capítulos 9 y 10 de Esdras son una nota de advertencia. Este pueblo que había experimentado tantas consecuencias por su desobediencia, ya había comenzado a caminar por las mismas sendas que los habían llevado a 70 años de cautiverio mas todas las consecuencias devastadoras.
¿Y no es esa la tendencia de nuestros corazones? Estas cosas se escribieron para nosotras como ejemplo. Cuántas veces ignoramos la disciplina de Dios y una vez Él retira Su mano volvemos a nuestros caminos.
Pero Esdras se angustia y se duele con el reporte del pecado del pueblo:
«Cuando oí de este asunto, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté atónito… Pero a la hora de la ofrenda de la tarde, me levanté de mi humillación con mi vestido y mi manto rasgados, y caí de rodillas y extendí mis manos al Señor mi Dios». –Esdras 9:3
Y no solo se angustió, sino que mostró visiblemente su dolor y preocupación, y se arrodilló en humillación delante de Dios. Él no había pecado como el pueblo lo había hecho, pero su alma se afligía. El pecado de algunos era el pecado de todos y contra la majestad y la santidad de Dios. Quizás venía a su memoria el pecado de Acán en Josué 7 con todas sus consecuencias.
Convocaron a todo el pueblo y en Su misericordia Dios les dio convicción:
«Mientras Esdras oraba y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, una gran asamblea de Israel, hombres, mujeres y niños se juntó a él; y el pueblo lloraba amargamente». –Esdras 10:1
El pecado tiene consecuencias y en este caso fue tan serio que tomó tres meses dilucidar cada caso. El proceso para limpiar al pueblo y restaurar la santidad no se hizo a la ligera. Esto implicaba matrimonios y familias con los pueblos que Dios había prohibido que se juntaran y las consecuencias iban a ser muy dolorosas. El pecado destruye nuestras vidas y no debemos tomarlo a la ligera.
Aunque nuestra salvación está asegurada no debemos menospreciar la gracia de Dios que se nos ha extendido en la sangre del Hijo de Dios.
«¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde?¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?». –Romanos 6: 1-2
Debemos pedirle a Dios que nos de corazones sensibles a su voz para dolernos por el pecado y anhelar vivir vidas obedientes a Dios y Su Palabra; no para obrar salvación sino para andar en esas buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas y que evidencian que tenemos un nuevo corazón.
«El que encubre sus pecados no prosperará, Pero el que los confiesa y los abandona hallará misericordia». –Proverbios 28:13
En Dios tenemos perdón, Él perdona todos nuestros pecados: pasados, presentes y futuros pero cuando le damos la espalda y nos apartamos mostramos que nuestra confesión procede de un corazón verdaderamente arrepentido.
Como Dios sabe que vamos a pecar, Él nos provee un abogado:
«Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no pequen. Y si alguien peca, tenemos Abogadopara con el Padre, a Jesucristo el Justo». –1 Juan 2
Gracias a Dios por Jesucristo, quien nos extiende una invitación a confesar nuestros pecados sabiendo que en Su Trono hay gracia y misericordia. En Él hay abundante redención. Él está ahora sentado a la diestra de Dios intercediendo por nosotros, y no solo se compadece como nuestro Sumo Sacerdote sino que toda su justicia está puesta a nuestra cuenta. Podemos regocijarnos en nuestra redención y en la verdad de que no hay condenación para los que están en Cristo.
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