Día 132 | 2 Crónicas 15 – 18
Reflexionado sobre este primer capítulo, pienso que a veces damos por sentado la bendición que es tener la presencia y la enseñanza de Dios en nuestras vidas. ¿Qué sería de nuestras vidas sin su presencia? Como dice las letras de una canción sería como un pájaro herido que muere en el suelo, sería como un ciervo que brama por agua en un desierto.
Veamos qué pasaba en aquellos días cuando el pueblo de Israel estaba sin Dios y sin sacerdote que enseñara su Ley:
- Ausencia de paz: Los habitantes de la tierra experimentaron muchas tribulaciones, no había paz para el que entraba ni para el que salía.
- Destrucción: Y era destruida nación por nación, y ciudad por ciudad eran destruidas, porque Dios los afligió con toda clase de adversidades.
Imagínate pasar por una prueba o aflicción sin su Palabra, sin su consuelo y fortaleza, donde nada obra para bien ya …
Reflexionado sobre este primer capítulo, pienso que a veces damos por sentado la bendición que es tener la presencia y la enseñanza de Dios en nuestras vidas. ¿Qué sería de nuestras vidas sin su presencia? Como dice las letras de una canción sería como un pájaro herido que muere en el suelo, sería como un ciervo que brama por agua en un desierto.
Veamos qué pasaba en aquellos días cuando el pueblo de Israel estaba sin Dios y sin sacerdote que enseñara su Ley:
- Ausencia de paz: Los habitantes de la tierra experimentaron muchas tribulaciones, no había paz para el que entraba ni para el que salía.
- Destrucción: Y era destruida nación por nación, y ciudad por ciudad eran destruidas, porque Dios los afligió con toda clase de adversidades.
Imagínate pasar por una prueba o aflicción sin su Palabra, sin su consuelo y fortaleza, donde nada obra para bien ya que su presencia y promesas están ausentes.
Hermanas, valoremos, atesoremos y no descuidemos la presencia de Dios y la enseñanza de su Palabra en nuestras vidas.
Recordemos que nuestros pastores, líderes, médicos, consejeros son sólo instrumentos, cuidemos nuestros corazones de pensar que nuestra ayuda viene de ellos, pues nuestro socorro viene del Señor que hizo los cielos y la tierra. Es ante su trono que debemos de venir primeramente en oración.
- En ese tiempo, Hananí el vidente fue a ver al rey Asa y le dijo: «Por cuanto pusiste tu confianza en el rey de Aram en lugar de confiar en el Señor tu Dios, perdiste la oportunidad de destruir al ejército del rey de Aram».
- ¿No recuerdas lo que les pasó a los etíopes, a los libios y a su enorme ejército, junto con todos sus carros de guerra y los conductores? En ese tiempo, confiaste en el Señor, y él los entregó en tus manos.
- Los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a los que tienen el corazón totalmente comprometido con él. ¡Qué necio has sido! ¡De ahora en adelante estarás en guerra!
- En el año treinta y nueve de su reinado, Asa contrajo una enfermedad grave en los pies. A pesar de lo grave que era, no buscó la ayuda del Señor, sino que recurrió exclusivamente a sus médicos.
No seamos necias y confiemos con todo nuestro corazón en Dios, nuestro único y verdadero ayudador.
Aunque nuestros países e instituciones se manejen de forma injusta y con falta de integridad, con nuestras acciones debemos reflejar al Dios al cual servimos.
- Buscó al Dios de su padre y obedeció sus mandatos en lugar de seguir las prácticas malvadas del reino de Israel.
Seamos intencionales y proactivas en ofrecer nuestro servicio al Señor en nuestras iglesias. No esperemos a que nos soliciten, identifiquemos necesidades y ayudemos a cubrir dichas necesidades.
- Le seguía Amasías, hijo de Zicri, que se había ofrecido para el servicio del Señor, con doscientos mil soldados bajo su mando.
Aunque nuestros amigos y familiares nos hagan buenas propuestas ya sean de negocios o de alguna actividad u obra, antes de dar el sí consultemos al Señor, procuremos saber su voluntad. No porque algo suene bien implica que está aprobado por el Señor.
- ¿Irás conmigo contra Ramot de Galaad? —preguntó el rey Acab de Israel al rey Josafat de Judá. —¡Por supuesto! —contestó Josafat—. Tú y yo somos como uno solo, entonces agregó: Pero primero averigüemos qué dice el Señor.
Cuidémonos, nuestro corazón es engañoso y muchas veces quiere escuchar aquello que satisface sus deseos y no la verdad, que es la palabra que sale del corazón de Dios. No nos auto engañemos, Dios no puede ser burlado.
- Mira, todos los profetas le prometen victoria al rey. Ponte tú también de acuerdo con ellos y asegúrale que saldrá vencedor. Pero Micaías respondió: Tan cierto como que el Señor vive, solo diré lo que mi Dios diga.
- —¿No te dije? —exclamó el rey de Israel a Josafat—. Nunca me profetiza otra cosa que desgracias.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación