Día 103 | 1 Reyes 10 – 12
El capítulo 10 del primer libro de Reyes comienza con el cumplimiento de Dios a la promesa que había hecho a Salomón de darle sabiduría, fama y riqueza (3:12-13). Salomón era el hombre más sabio sobre la tierra y su gloria era incomparable. Sin embargo, un capítulo más tarde, vemos la caída espiritual de Salomón cuando abre la puerta de su corazón no solo a mujeres extranjeras, sino también a los dioses de estas mujeres. Esto lo lleva a una decadencia espiritual. Al final, Dios levanta adversarios contra Salomón y el reino de Israel se divide. Profundiza conmigo en algunos detalles de esta historia:
- Así como la reina de Sabá oyó de la fama de Salomón, por causa del nombre del Señor, y vino a Salomón, así Dios nos tiene aquí en la tierra para ser reflejo de su luz; por eso, las habilidades y el don que Dios te …
El capítulo 10 del primer libro de Reyes comienza con el cumplimiento de Dios a la promesa que había hecho a Salomón de darle sabiduría, fama y riqueza (3:12-13). Salomón era el hombre más sabio sobre la tierra y su gloria era incomparable. Sin embargo, un capítulo más tarde, vemos la caída espiritual de Salomón cuando abre la puerta de su corazón no solo a mujeres extranjeras, sino también a los dioses de estas mujeres. Esto lo lleva a una decadencia espiritual. Al final, Dios levanta adversarios contra Salomón y el reino de Israel se divide. Profundiza conmigo en algunos detalles de esta historia:
- Así como la reina de Sabá oyó de la fama de Salomón, por causa del nombre del Señor, y vino a Salomón, así Dios nos tiene aquí en la tierra para ser reflejo de su luz; por eso, las habilidades y el don que Dios te ha dado es con el propósito de dar a conocer Su nombre y Su Palabra. «Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa» (Mt. 5:15).
- Aunque tengamos muchas posesiones como la reina de Sabá, si no tenemos a Dios, estamos vacíos. Solo Dios puede llenar nuestro corazón y dar sentido a nuestras vidas.
- Pidamos como Salomón el ser bendecidos con sabiduría, seamos intencionales buscando y meditando en las Escrituras, para que con todas las riquezas materiales y espirituales que Él nos ha provisto, vivamos acorde a su voluntad. Que podamos reflejar a Cristo en todo lo que hacemos y decimos.
- Por sobre todas las cosas, guardemos nuestros corazones en la Palabra de Dios. Que la abundancia de las riquezas materiales no nos desenfoquen, ni dirijan nuestra toma de decisiones. Nosotras servimos a Dios, no a las riquezas.
- Todo lo que tenemos y todo lo que somos Dios nos lo ha dado con el propósito de darle gloria a Él, cuando no glorificamos a Dios, Él puede quitar aquello a lo que nos aferramos, así como Dios arrancó el reino de la mano de Salomón.
- Si como Salomón has hecho de tus riquezas y posesiones un ídolo, Dios te disciplinará por amor de su nombre y amor a ti, llevando a cabo situaciones donde esos ídolos serán expuestos y tú tendrás que derribarlos.
- Al final del capítulo 11 leemos: «Y durmió Salomón con sus padres». Esto nos recuerda que nuestras vidas tienen un inicio y un final aquí en la tierra, procuremos vivir sabiamente para Dios, cumpliendo sus propósitos como sus hijas, como ayuda idónea y como madres.
- El rey Roboam respondió con dureza al pueblo menospreciando el consejo que los ancianos le habían dado. No despreciemos los consejos de nuestros pastores, ancianos y líderes; ya que el Señor los puso para nuestra guía y protección.
- Cuando nuestros empleados, hijos o cualquier otra persona bajo nuestro mando o cuidado nos haga la petición de aligerar su carga o responsabilidades, seamos sabias. Busquemos el consejo de Dios en su Palabra y tratemos a los demás como nosotras queremos ser tratadas.
- Cuando Roboam llegó a Jerusalén y reunió a la casa de Judá y de Benjamín para pelear contra la casa de Israel y restituir el reino a Roboam, el Señor les dijo: «No subirán ni pelearán contra sus hermanos los israelitas. Vuelva cada uno a su casa, porque de Mí ha venido esto». Muchas veces creemos que una cancelación en el trabajo o alguna injusticia que hayamos vivido no es orquestada por Dios, pero sí lo es, por eso debemos orar, escuchar su voz y no apresurarnos a tomar decisiones.
- Cuando Jeroboam pensó que el reino volvería a la casa de David, tomó consejo e hizo dos becerros de oro para que el pueblo adorara estas imágenes. No seamos sabias en nuestra propia opinión, todo lo que tenemos es porque Dios nos lo ha dado, nada podremos retener, es de Él la decisión, no nuestra.
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