Día 93 | Jueces 10 - 12
«Pero los israelitas volvieron a hacer lo malo ante los ojos del Señor. Sirvieron a los Baales, a Astarot, a los dioses de Aram, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los amonitas y a los dioses de los filisteos. Abandonaron, pues, al Señor y no le sirvieron». -Jueces 10:6
Una vez más se repite la historia: el pueblo peca, viene la opresión, claman a Dios, Dios levanta un libertador… y de nuevo caen en lo mismo. Y de nuevo, Dios se conmueve y les muestra misericordia.
A la luz de este texto de Jueces 10:6, vemos que los hijos de Israel adoraban toda clase de dioses de las culturas a su alrededor. Practicaban un sincretismo e hicieron caso omiso a las advertencias del Señor. Esta idolatría los alejaba del Dios que les había liberado y guiado.
El pueblo de Dios de hoy …
«Pero los israelitas volvieron a hacer lo malo ante los ojos del Señor. Sirvieron a los Baales, a Astarot, a los dioses de Aram, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los amonitas y a los dioses de los filisteos. Abandonaron, pues, al Señor y no le sirvieron». -Jueces 10:6
Una vez más se repite la historia: el pueblo peca, viene la opresión, claman a Dios, Dios levanta un libertador… y de nuevo caen en lo mismo. Y de nuevo, Dios se conmueve y les muestra misericordia.
A la luz de este texto de Jueces 10:6, vemos que los hijos de Israel adoraban toda clase de dioses de las culturas a su alrededor. Practicaban un sincretismo e hicieron caso omiso a las advertencias del Señor. Esta idolatría los alejaba del Dios que les había liberado y guiado.
El pueblo de Dios de hoy no está muy distante al pueblo de Israel. Hoy adoramos dioses culturales; se han infiltrado en nuestras conciencias colectivas, ideologías y filosofías que nos han desviado de la Palabra de Dios y de la verdadera adoración: el dios del «yo», del individualismo, de la renuencia a sujetarse a la autoridad, del deseo de ser nuestros propios dioses, de vivir para nosotras mismos… todas estas son las semillas que han contaminado nuestra mente y corazón y que nos separan de una verdadera adoración a Dios.
En la lectura de hoy vemos varios jueces más levantarse en diferentes períodos, pero la lectura se enfoca en Jefté. Este inició su vida en una posición bastante desventajosa, aun su propia familia lo desechó y actuó injustamente hacia él. Sin embargo, el versículo 11:1 lo califica como «un guerrero valiente» (NBLA) o un hombre «esforzado y valeroso» (RV60).
Es asombroso el poder de Dios para llamar, capacitar y usar a cualquier persona, independientemente de su pasado o sus orígenes; aun personas que provienen de un hogar o familia disfuncional, o alguien que fue abusado en el pasado. Tu pasado o el mío, nuestros inicios desventajosos, traumas o experiencias negativas en la vida no son obstáculo para que los planes de Dios se cumplan en nuestras vidas.
El ejemplo de Jefté me alienta. Su vida me recuerda a Jesús, quien fue rechazado aun por sus hermanos, pero el Padre lo exaltó. El desechado y menospreciado se transformó en caudillo y jefe.
Jefté mostró ser un hombre razonable cuando antes de enfrascarse en una guerra, trata de razonar con los amonitas, y solo se prepara para la guerra cuando ellos no entran en razón. Sin embargo, antes de ir a la batalla, Jefté hace una promesa o voto de manera apresurada e impulsiva.
Los comentaristas se debaten acerca de lo que realmente sucedió allí, si realmente Jefté llegó a matar a su hija o si simplemente la entregó al Señor para ser una virgen a Su servicio para toda la vida, y por eso las doncellas celebraban cada año para conmemorar. Independientemente de lo que haya realmente ocurrido, como padres y madres debemos aprender de este ejemplo a no actuar precipitadamente, ya que nuestros hijos cosecharán las consecuencias de nuestras malas decisiones.
Al parecer, los hijos de Efraín eran un poco conflictivos. Luego que los amonitas ya habían sido derrotados, al igual que hicieron con Gedeón (ver 8:1-3), se quejaron de que Jefté no los hubiera incluido en la batalla. A diferencia de Gedeón, y a diferencia de la forma como razonó con los madianitas al principio, Jefté no mostró mucha paciencia en esta ocasión, y este conflicto provocó una guerra que ocasionó la muerte a 42,000 personas.
Bien nos advierte Proverbios 17:14: «El comienzo del pleito es como el soltar de las aguas; deja, pues, la riña antes de que empiece».
Como vimos en este relato, Jefté no era un hombre perfecto. Todos los hombres que Dios usó eran hombres fallidos que demostraron una gran fe. Su nombre también aparece en el salón de la fe de Hebreos 11:32 como un ejemplo a imitar.
Para meditar:
- Hemos visto un ciclo tras otro en la vida de los israelitas. ¿Has identificado ciclos parecidos en tu propia vida? ¿Qué es lo que causa que te alejes del Señor?
- Lee 2 Corintios 7:8-11. A la luz de este texto y de la historia que hemos estado viendo sobre los israelitas, ¿crees que ellos se arrepintieron genuinamente o solo querían ser librados de la opresión del momento?
- ¿Cuál es la diferencia entre remordimiento y arrepentimiento? ¿Cuál crees que fue el caso aquí?
- ¿Hay en tu pasado alguna experiencia que de alguna manera estés usando de excusa para no dejarte usar por el Señor? ¿Cómo te animó la historia de Jefté?
«He dado mi palabra al Señor, y no me puedo retractar». -Jueces 11:35
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