Día 89 | Jueces 1 - 2
Hoy iniciamos el libro de los Jueces y veremos una nueva etapa en la vida del pueblo de Israel. Dios era su rey, pero ellos eligieron desobedecer y Dios tuvo que levantar jueces para liberarlos. Es increíble cómo somos porque de pronto se nos olvidan los hechos portentosos de Dios e ignoramos Sus recomendaciones y mandamientos. ¿Recuerdas cómo exhortó Josué al pueblo antes de morir? No obstante, poco tiempo después vemos la apostasía de Israel. Tan pronto muere Josué, los hijos de Israel empiezan a actuar de acuerdo a su propia prudencia.
A través de todo el libro de Jueces veremos este ciclo: el pueblo peca olvidándose del Señor; viene el juicio, opresión, servidumbre, ellos claman y viene la liberación a través de instrumentos débiles y falibles. Una y otra vez el Señor muestra paciencia y gracia hacia este pueblo rebelde y desobediente.
Dios les advirtió a través de Josué …
Hoy iniciamos el libro de los Jueces y veremos una nueva etapa en la vida del pueblo de Israel. Dios era su rey, pero ellos eligieron desobedecer y Dios tuvo que levantar jueces para liberarlos. Es increíble cómo somos porque de pronto se nos olvidan los hechos portentosos de Dios e ignoramos Sus recomendaciones y mandamientos. ¿Recuerdas cómo exhortó Josué al pueblo antes de morir? No obstante, poco tiempo después vemos la apostasía de Israel. Tan pronto muere Josué, los hijos de Israel empiezan a actuar de acuerdo a su propia prudencia.
A través de todo el libro de Jueces veremos este ciclo: el pueblo peca olvidándose del Señor; viene el juicio, opresión, servidumbre, ellos claman y viene la liberación a través de instrumentos débiles y falibles. Una y otra vez el Señor muestra paciencia y gracia hacia este pueblo rebelde y desobediente.
Dios les advirtió a través de Josué (Josué 24:19), pero ellos no hicieron lo que Dios les mandó, sino que empezaron a servir dioses extranjeros, transigiendo aquí y allá. Estos pueblos terminaron siendo para ellos lazo y tropiezo y «como azote en sus costados y como espinas en sus ojos», como les profetizó (Josué 23:13).
Dios les había dado órdenes específicas con relación a los pueblos aún no conquistados, pero lejos de obedecer la influencia pagana de estos pueblos, los aleja de Dios. Los enemigos que pensaban que habían hecho tributarios o que habían subyugado, terminan controlándolos a ellos. Israel va camino a un declive espiritual, debían aprender una gran lección: la obediencia prospera su camino y la desobediencia acarrea adversidad.
Pero en medio de su rebeldía, la misericordia de Dios brilla y, aun ante la desobediencia del pueblo (u obediencia parcial) y apostasía, les da nuevas oportunidades y los libra de sus enemigos, permaneciendo fiel a Su pacto. Hasta el mismo Ángel del Señor (otra teofanía de Cristo de las varias que hemos visto hasta aquí) les habla y les recuerda lo que debían hacer. Ellos lloran arrepentidos para más adelante caer en lo mismo.
Esta historia sirve para alertarnos y enseñarnos hoy. El pecado que no confesamos, minimizamos, ignoramos o secretamente acariciamos, igualmente nos acosa y nos impide correr la carrera de la fe. No solo nos destruye a nosotras y nos hace inefectivas para el Reino, sino que destruye familias e iglesias. El autor de Hebreos nos anima:
«Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe». –Hebreos 12:1-2a (NBLA)
Un versículo en particular llamó mi atención en la lectura de hoy, y es: «También toda aquella generación fue reunida a sus padres [la generación de Moisés, Josué, Eleazar, etc.] y se levantó otra generación después de ellos que no conocía al Señor, ni la obra que Él había hecho por Israel». (Jue. 2:10, énfasis añadido).
Esto me lleva a dos observaciones:
#1 No es lo mismo seguir un líder (a Josué o a un juez o libertador que Dios levantara en un momento dado) que seguir a Dios mismo. Los líderes van y vienen, pero Dios vive para siempre.
#2 Es sumamente importante ser intencionales en pasar el legado de la fe de una generación a otra. Hemos visto esto suceder una y otra vez: la primera generación abraza y vive el evangelio, la segunda lo asume, y la tercera lo olvida.
No podemos darnos el lujo de asumir que nuestra fidelidad a Cristo va a continuar en las futuras generaciones. Esto es algo que debe ser muy intencionalmente modelado y enseñado, sin dejar caer el bastón. Cada generación debe conocer a Dios personalmente. Y el pasar la fe comienza en el hogar. Son los padres y las madres los responsables de pasar el legado de la fe a los hijos. Sigamos el ejemplo de Josué:
«Pero yo y mi casa, serviremos al Señor». –Josué 24:15
Para meditar:
- Evalúa tu vida y tus elecciones. ¿En qué áreas estás actuando de acuerdo a tu propio entendimiento y no estás confiando en Dios? «Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento». –Proverbios 3:5
- Evalúa tu fe. ¿A quién sigues? ¿A un pastor? ¿A una iglesia en particular? ¿A una denominación? Tu fe debe estar en Cristo solamente.
- Salmos 145:4 dice: «Una generación alabará Tus obras a otra generación, y anunciará Tus hechos poderosos». ¿Eres intencional en contar las obras maravillosas de Dios a la próxima generación?
«Y se levantó otra generación después de ellos que no conocía al Señor, ni la obra que Él había hecho por Israel». -Jueces 2:10
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