Día 88 | Josué 22 – 24
Hoy llegamos al último día del libro de Josué en nuestro plan de lectura bíblica cronológica. ¡Gloria sea dada a nuestro buen Padre y a Su Espíritu Santo por todo lo que nos ha concedido aprender hasta hoy!
Nuestra lectura comienza en el capítulo 22. Aquí encontramos que las 2 tribus y media que tenían posesión en Galaad del otro lado del Jordán estaban siendo enviadas por Josué de regreso con sus familias. Josué al enviarlos les dice:
«…guarden cuidadosamente el mandamiento y la ley que Moisés, siervo del Señor, les mandó, de amar al Señor su Dios, andar en todos Sus caminos, guardar Sus mandamientos y de allegarse a Él y servirle con todo su corazón y con toda su alma». –Josué 22:5
¿Lo que Josué les dijo te suena familiar? Estas palabras él las había usado en el capítulo 1 mientras los llamó a la batalla. Ahora …
Hoy llegamos al último día del libro de Josué en nuestro plan de lectura bíblica cronológica. ¡Gloria sea dada a nuestro buen Padre y a Su Espíritu Santo por todo lo que nos ha concedido aprender hasta hoy!
Nuestra lectura comienza en el capítulo 22. Aquí encontramos que las 2 tribus y media que tenían posesión en Galaad del otro lado del Jordán estaban siendo enviadas por Josué de regreso con sus familias. Josué al enviarlos les dice:
«…guarden cuidadosamente el mandamiento y la ley que Moisés, siervo del Señor, les mandó, de amar al Señor su Dios, andar en todos Sus caminos, guardar Sus mandamientos y de allegarse a Él y servirle con todo su corazón y con toda su alma». –Josué 22:5
¿Lo que Josué les dijo te suena familiar? Estas palabras él las había usado en el capítulo 1 mientras los llamó a la batalla. Ahora que estaban volviendo a sus familias con grandes riquezas (22:9), Josué les repite lo mismo. Los israelitas estaban siendo recordados de que obedecer a Dios no fue algo que hicieron solo como estrategia para conquistar la tierra, sino que en su vida, por el resto de sus días, ellos debían ser intencionales en seguir guardando la ley del Señor, debían amar al Señor, andar en Sus caminos y servirle de todo corazón.
Amada hermana, este llamado también es para nosotras hoy. No solo busquemos fervientemente y con devoción al Señor en momentos de necesidad, cuando tenemos una «tierra» por conquistar y necesitamos de Su intervención. Seamos diligentes en conocer a nuestro Salvador y deseemos obedecerle cada día de nuestra vida por lo que Él ya ha hecho a nuestro favor.
Para obedecer al Señor es necesario primero conocerle. Invertir tiempo en conocer al Señor requiere fuerza, intencionalidad, perseverancia, compromiso, vulnerabilidad. Y conseguir una relación íntima con Él no sucede de un momento para otro, requerirá tiempo invertido, y el tiempo que le dediques sin duda valdrá el esfuerzo.
En el capítulo 23 encontramos que Josué era muy anciano, él estaba por fallecer, por lo tanto, tenía que decir algo importante al pueblo. Encontramos en este capítulo que aunque los israelitas habían tomado posesión de toda la tierra que el Señor les prometió, aún había moradores de aquellas tierras que necesitaban expulsar.
Josué le recuerda al pueblo que el Señor era quien había peleado por ellos y que Él seguiría peleando por ellos (23:3, 10). Ellos debían amar al Señor y obedecer al no mezclarse con el resto de los habitantes que quedaban de aquellas tierras, pues si lo hacían, serían de tropiezo para ellos. Veremos más adelante en nuestro plan de lectura la consecuencia que trajo al pueblo desobedecer estas palabras, pues ciertamente se mezclaron con ellos y esto acarreó consecuencias. No desconectes el libro de Josué de los demás libros que seguirás leyendo, la Biblia es una sola historia, continúa leyendo para ver cómo terminó.
Y llegamos al último capítulo del libro de Josué. En este encontramos un discurso que él le dio al pueblo delante de Dios y podríamos decir que es un discurso sobre la obediencia. Podemos encontrar 2 puntos a resaltar en las palabras de Josué:
- La motivación de la obediencia.
- El dilema de la obediencia.
La motivación de la obediencia
En los versículos 2 al 13 encontramos que Josué le recuerda al pueblo, por parte del Señor, todo lo que Dios había hecho por ellos. En estos versículos encontré al menos 10 ocasiones en las que el Señor les recordaba: «yo los saqué», «yo lo hice», «yo los traje», «los liberé», «les di».
Israel necesitaba recordar que llegaron donde estaban «no por su espada ni su arco» (v. 12), sino porque era Dios quien iba delante de ellos. Dios había cumplido cada una de Sus promesas y había sido fiel a Su pueblo. Él les había dado «una tierra en que no habían trabajado, y ciudades que no habían edificado… viñas y olivares que no plantaron» (v. 13) y de los cuales comían. Esta era la motivación para ellos obedecer y caminar en él.
La motivación de la obediencia presente del creyente se basa en las bondades del Señor en el pasado. Nuestra fidelidad como hijas de Dios debe ser grandemente influenciada por el sacrificio de Cristo a nuestro favor. El amor de Dios que nos redime y nos salva es el mismo que motiva nuestra obediencia.
El dilema de la obediencia
Después de Josué terminar de decirle al pueblo las palabras del Señor, encontramos estas palabras:
«Ahora pues, teman al Señor y sírvanle con integridad y con fidelidad. Quiten los dioses que sus padres sirvieron al otro lado del río y en Egipto, y sirvan al Señor. Y si no les parece bien servir al Señor, escojan hoy a quién han de servir: si a los dioses que sirvieron sus padres, que estaban al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitan. Pero yo y mi casa, serviremos al Señor». –Josué 24:14–15
Josué está mostrando cómo el pueblo ciertamente será tentado a seguir a los dioses de sus padres y a los dioses de las naciones que seguían entre ellos. No está llamándolos a que lo hagan, pero ciertamente serían tentados a hacerlo, pues esos dioses seguían entre ellos. Los israelitas debían elegir entre esos dioses y el Señor.
El pueblo ante esto afirmó: «Dios es el que nos sacó de Egipto… hizo grandes señales… echó de delante de nosotros a todos los pueblos… serviremos al Señor porque Él es nuestro Dios» (vv. 16–18 parafraseado). Y ante esto, Josué respondió, «Ustedes no podrán servir al Señor, porque Él es Dios santo» (v. 19).
Servir al Señor no es tan fácil como creemos, de hecho es imposible. Y esta es la teología de toda la Biblia. Recordemos las palabras del Salmo 14 (las mismas que Pablo cita en Romanos 3:10–12):
«El necio ha dicho en su corazón: “No hay Dios”. Todos se han corrompido, han cometido hechos abominables; no hay quien haga el bien. El Señor ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres para ver si hay alguien que entienda, alguien que busque a Dios. Pero todos se han desviado, a una se han corrompido; no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno». –Salmos 14:1–3
Esta es la realidad, Israel no obedece, nosotras no obedecemos. Quizá no tenemos dioses físicos como Israel los tenía, pero nos entregamos a toda clase de dioses. Cuando decidimos seguir al Señor como nuestro Dios, la absoluta obediencia es requerida y la realidad es que no obedecemos en absoluto o totalmente.
Pero espera, no todas son malas noticias. El libro de Josué, aunque ciertamente es un llamado de atención a actuar en obediencia, también es un libro que nos llama a descansar en Aquel que hace todas las cosas por el poder de Su fuerza.
Es la bondad de Dios que nos guía al arrepentimiento, hacer, hacer y hacer cosas para Dios no es lo que nos salva. Es importante primero entender que Él ya lo ha hecho todo, todo lo ha dado por mí, a mi favor. ¿Entonces debería vivir como quiero sin ninguna expectativa? No, más vale amar al Señor nuestro Dios, andar en todos Sus caminos, guardar Sus mandamientos y servirle con todo corazón y con toda nuestra alma, no por lo que creemos que podemos «hacer por Él», sino por lo que Él ya ha hecho a nuestro favor.
La piedra que puso Josué como testigo de las palabras que los israelitas prometieron, de servir solamente a Dios, seguramente era fastidiosa dos generaciones después, ya que ellos no vivieron para el Señor. Por otro lado, nosotras tenemos una Roca. ¡Gloria a Dios por el sacrificio de Cristo a nuestro favor!
¡Tetelestai!
Para meditar:
¿Te caracteriza el «activismo» en tu vida cristiana o has entendido la obra de Cristo a tu favor y ahora actúas en obediencia a la gracia que te ha sido dada? Toma un tiempo para pensar en esto. No tienes que ir muy lejos, puedes comenzar con el servicio que das a los de tu casa o tu iglesia local.
«… al Señor, el Dios de ustedes, se mantendrán unidos, como lo han hecho hasta hoy. Tengan sumo cuidado, por la vida de ustedes, de amar al Señor su Dios». –Josué 23:8, 11
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