Día 86 | Josué 16 – 18
En nuestra lectura bíblica asignada para el día de hoy, vemos la distribución de la tierra prometida para la tribu de Efraín, Manasés y la división del resto del territorio para las 7 tribus restantes. Es tentador querer hacer una lectura ligera de estos capítulos pensando que el contenido no es relevante para nosotros hoy; sin embargo, hay cosas que podemos aprender, ¡estamos hablando de la Palabra de Dios, así que sin duda podemos sacar mucho provecho!
¡Dios es fiel a pesar de nosotras!
¿Alguna vez deseaste algo tanto tiempo y después de mucho esfuerzo lo recibiste? Si respondes afirmativamente a esta pregunta, probablemente puedes sentirte identificada con los israelitas. A ellos se les prometió una tierra, más bien a Abraham, y él se encargó de pasar esta promesa a sus hijos, y sus hijos a sus nietos, y sus nietos a sus bisnietos, hasta que llegamos a la generación …
En nuestra lectura bíblica asignada para el día de hoy, vemos la distribución de la tierra prometida para la tribu de Efraín, Manasés y la división del resto del territorio para las 7 tribus restantes. Es tentador querer hacer una lectura ligera de estos capítulos pensando que el contenido no es relevante para nosotros hoy; sin embargo, hay cosas que podemos aprender, ¡estamos hablando de la Palabra de Dios, así que sin duda podemos sacar mucho provecho!
¡Dios es fiel a pesar de nosotras!
¿Alguna vez deseaste algo tanto tiempo y después de mucho esfuerzo lo recibiste? Si respondes afirmativamente a esta pregunta, probablemente puedes sentirte identificada con los israelitas. A ellos se les prometió una tierra, más bien a Abraham, y él se encargó de pasar esta promesa a sus hijos, y sus hijos a sus nietos, y sus nietos a sus bisnietos, hasta que llegamos a la generación que cruzó el Jordán para conquistar esta tierra.
Después de muchos años de espera (440 aproximadamente), finalmente leemos pasajes como Josué 16:4: «Recibieron, pues, su heredad los hijos de José, Manasés y Efraín». ¡Lo habían logrado! Estaban finalmente recibiendo heredad de la tierra que Dios les había prometido.
Antes de recibir la Tierra Prometida, Israel fue un pueblo rebelde, un pueblo que había afirmado obedecer, seguir y ser devoto al Dios todopoderoso solamente, más fueron infieles a Sus promesas una y otra vez.
Leímos, por ejemplo, en Éxodo 24:3b, que después de que Moisés dijo al pueblo las palabras del Señor y Sus ordenanzas, ellos respondieron: «Haremos todas las palabras que el Señor nos ha dicho». Moisés, entonces, procedió a leerles el libro de la ley, y después de escuchar las palabras que estaban en él escritas, el pueblo respondió: «Todo lo que el Señor ha dicho haremos y obedeceremos» (Ex. 24:7b). Después de esto, el Señor envió a Moisés al monte Sinaí y después de estar 40 días ahí, aconteció lo que encontramos en Éxodo 32:1:
«Cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, la gente se congregó alrededor de Aarón, y le dijeron: “Levántate, haznos un dios que vaya delante de nosotros. En cuanto a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido”». –Éxodo 32:1
Este es solo un ejemplo de muchos que leímos sobre la infidelidad del pueblo, la necedad e incredulidad que llegaron a tener. Es asombroso pensar que, a pesar de ellos, Dios permaneció fiel a Sus promesas. Él no los abandonó, Él continuó con Su plan de redención, y en la lectura de hoy, vemos Su gran fidelidad a pesar del pueblo.
Seamos intencionales hoy en recordar la fidelidad de Dios. Si somos sinceras y nos analizamos a nosotras mismas, hemos sido como Israel muchas veces. Hemos hecho promesas a Dios que no hemos cumplido, hemos dicho una y otra vez que dejaremos cierto hábito pecaminoso, y después de un tiempo, volvemos. Y a pesar de nosotras Dios ha sido fiel, Su gracia se ha extendido para con nosotras y quienes nos rodean.
Obediencia a medias
En el último versículo de nuestra lectura bíblica de ayer, y en 3 pasajes de nuestra lectura de hoy, encontramos una obediencia a medias de parte del pueblo de Israel, encontramos pasajes como:
«Pero los de Efraín no expulsaron a los cananeos que habitaban en Gezer. Por tanto, los cananeos habitan en medio de Efraín hasta hoy, pero fueron sometidos a trabajos forzados». –Josué 16:10
«Pero los hijos de Manasés no pudieron tomar posesión de estas ciudades, porque los cananeos persistieron en habitar en esa tierra». –Josué 17:12
Incluso los hijos de José, al reclamar por una heredad más grande y Josué ordenarles que poseyeran más tierra, destruyendo a los habitantes que estaban en el bosque para que ahí habitaran, ellos respondieron:
«La región montañosa no es suficiente para nosotros, y todos los cananeos que viven en la tierra del valle tienen carros de hierro, tanto los que están en Bet Seán y sus aldeas, como los que están en el valle de Jezreel». –Josué 17:16
Ellos consideraron que los habitantes de esas tierras eran más fuertes que ellos, y quizá sí lo eran, muy probablemente aquellos habitantes estaban más equipados que los israelitas para pelear. Recordemos que el pueblo de Israel venía de estar 40 años en el desierto, probablemente ellos no tenían las armas de guerra que los habitantes de aquellas tierras tenían, y ante ello, temían pelear contra ellos.
Pero los israelitas tenían algo que ellos no tenían, de su lado estaba «el capitán del ejército del Señor», Jehová de los ejércitos era quien ya de hecho lo venía haciendo y Él era quien daba la victoria. Ellos solo debían ser obedientes a la Palabra del Señor cuando les ordenó que destruyeran a sus habitantes por completo.
Veremos más adelante, a partir del libro de Jueces, las consecuencias que trajo a Israel su «obediencia a medias». Por ahora pensemos, ¿cuántas veces no somos como los israelitas? Hay pecado en nuestros corazones, «territorio sin conquistar», áreas de nuestra vida que sabemos que necesitamos poner a cuentas con el Señor, y aún sabiéndolo, no le cedemos el control de esa área. Queremos luchar en nuestras fuerzas pensando que podremos vencer, pero fallamos una y otra vez.
Para meditar:
¿Cómo puedes hoy ser agradecida con Dios por lo que te ha dado? Toma un tiempo para hacerlo. Dale gracias por Su gran fidelidad.
Si hay algún área de tu vida que el Señor te ha mostrado y con la que claramente estás luchando, si has identificado tu «territorio sin conquistar», no dejes pasar más tiempo. Derrama sinceramente tu corazón delante del Señor, no podemos conquistar por nosotras mismas, nuestra naturaleza pecaminosa nos lo impide, pero hay Uno que pudo vencer, y que hoy puede vencer por ti. ¡Ríndete a Él!
Te animo también a ser intencional en compartir tu lucha con otra creyente madura en la fe, cercana a ti, alguien a quien le puedas rendir cuentas y que pueda orar contigo y por ti. No somos llaneras solitarias, el Señor nos ha dado los unos a los otros.
«En Dios descansan mi salvación y mi gloria; la roca de mi fortaleza, mi refugio, está en Dios. Confíen en Él en todo tiempo, oh pueblo; derramen su corazón delante de Él; Dios es nuestro refugio». –Salmos 62:7–8
«Los hombres fueron y recorrieron la tierra, la describieron por ciudades en siete partes en un libro, y vinieron a Josué en el campamento en Silo. Y Josué les echó suertes en Silo delante del Señor, y allí Josué repartió la tierra a los israelitas conforme a sus divisiones». –Josué 18:9 y 10
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