Día 83 | Josué 5 – 8
El capítulo 5 de Josué inicia relatando la condición en la que los amorreos y todos los reyes cananeos se encontraban. Ellos habían oído las maravillas que el Señor hizo en el Jordán y a causa de ello «sus corazones se acobardaron, y ya no había ánimo en ellos a causa de los israelitas» (5:1, mismas palabras que Rahab usó en 2:9, 24). Por estar los enemigos de Israel en esta posición, derrotados sin ni siquiera haber luchado, pensaríamos que es el momento perfecto para que Israel ataque, pero Dios… Dios tenía otros planes. La estrategia de batalla que Dios le da a Josué para ir contra los cananeos comienza con una orden de circuncidar a los varones.
Es importante recordar que la circuncisión es la señal del pacto que Dios hizo con Abraham. Génesis 17:8–10 dice:
«“Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la …
El capítulo 5 de Josué inicia relatando la condición en la que los amorreos y todos los reyes cananeos se encontraban. Ellos habían oído las maravillas que el Señor hizo en el Jordán y a causa de ello «sus corazones se acobardaron, y ya no había ánimo en ellos a causa de los israelitas» (5:1, mismas palabras que Rahab usó en 2:9, 24). Por estar los enemigos de Israel en esta posición, derrotados sin ni siquiera haber luchado, pensaríamos que es el momento perfecto para que Israel ataque, pero Dios… Dios tenía otros planes. La estrategia de batalla que Dios le da a Josué para ir contra los cananeos comienza con una orden de circuncidar a los varones.
Es importante recordar que la circuncisión es la señal del pacto que Dios hizo con Abraham. Génesis 17:8–10 dice:
«“Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán como posesión perpetua. Y Yo seré su Dios”. Dijo además Dios a Abraham: “Tú, pues, guardarás Mi pacto, tú y tu descendencia después de ti, por sus generaciones. Este es Mi pacto con ustedes y tu descendencia después de ti y que ustedes guardarán: Todo varón de entre ustedes será circuncidado”».
Continuando con Josué 5:4, 7 leemos:
«Esta es la razón por la cual Josué los circuncidó: todos los del pueblo que salieron de Egipto que eran varones, todos los hombres de guerra, murieron en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto… Y a los hijos de ellos, que Él levantó en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no los habían circuncidado en el camino».
Dios había hecho un pacto con Su pueblo de darles la Tierra Prometida, y como señal de ese pacto, tenían la circuncisión. Sin embargo, toda la generación que murió en el desierto no había obedecido al Señor, no había creído en Él, ni en Sus promesas, Josué 5:6 dice que «no escucharon la voz del Señor. A ellos el Señor les juró que no les permitiría ver la tierra que el Señor había jurado a sus padres que nos daría, una tierra que mana leche y miel».
Por el pacto que Dios había hecho con Abraham, tenía sentido que el pueblo que venía del desierto se circuncidara antes de ir a conquistar la Tierra Prometida. Dios quería que esta nueva generación confiara en Aquel que había hecho un pacto con ellos, y como resultado de su confianza, ellos debían obedecer al circuncidarse.
Aunque hacerse débiles a través de la circuncisión no parece una buena estrategia de batalla delante de nuestros ojos, esa era la manera de Dios. Como resultado de su obediencia, el capítulo 6 nos narra la maravillosa victoria que el pueblo obtuvo cuando pelearon ante los de Jericó.
Capítulo 7 y 8 – Consecuencias de la desobediencia a Dios
En el capítulo 7 se relata la derrota de Israel contra los de Hai. Esto sucedió porque los israelitas desobedecieron a Dios. Josué 7:10-12 nos relata que Acán tomó del anatema de Jericó que estaba prohibido, causando no solo su muerte, sino también la de su familia (Jos. 7:24-25).
Encontrarnos con este relato después de haber visto los primeros 6 capítulos de Josué resulta triste. Recordemos que el pueblo había afirmado, por voluntad propia, que iban a hacer y obedecer todo lo que Josué les mandara si Jehová estaba con él como estuvo con Moisés (Jos. 1:16-17). Claramente Acán no cumplió su palabra, pues tomó del anatema, pecando así contra Dios.
Su desobediencia trajo como consecuencia la derrota de todo el pueblo al enfrentarse en batalla contra los de Hai. Y su pecado no solo causó su muerte, veamos que dice Josué 7:24–25:
«Entonces Josué, y todo Israel con él, tomaron a Acán, hijo de Zera, y la plata, el manto, la barra de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo lo que le pertenecía, y los llevaron al valle de Acor. Y Josué dijo: “¿Por qué nos has turbado? El Señor te turbará hoy”. Todo Israel los apedreó y los quemaron después de haberlos apedreado».
Hermana, nuestro pecado no solo trae consecuencias personales, también afecta a quienes nos rodean.
En estas circunstancias es que comenzamos el capítulo 8. Y las primeras palabras del versículo 1 me resultan muy alentadoras ante la derrota que habían tenido:
«Entonces el Señor dijo a Josué: “No temas ni te acobardes…”». —Josué 8:1
¿Recuerdas dónde habíamos leído estas palabras antes? Josué 1:9 dice:
«¿No te lo he ordenado Yo? ¡Sé fuerte y valiente! No temas ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas».
La Biblia nos dice que ante la desobediencia de Acán y derrota contra los de Hai, el pueblo estaba turbado. Y ante esa tribulación, también leemos las palabras que Jehová le dijo a Josué, estas son las mismas palabras que le dijo cuando lo estaba delegando como líder del pueblo para la conquista de la Tierra Prometida. ¡Qué reconfortante debió haber sido para Josué tener este recordatorio de parte del Señor en ese preciso momento!
Después de que el pueblo se santificó, ganaron la batalla contra Hai. ¿Por qué? Josué 8:1b y 8:7b nos da la respuesta: «Mira, he entregado en tu mano al rey de Hai, su pueblo, su ciudad y su tierra», «... porque el Señor su Dios la entregará en sus manos».
Israel ganó la batalla porque el Señor ya les había dado la victoria. Y vemos esta misma dinámica en otras porciones como 6:2, 6:16; 10:8, 10:19. ¿No es maravilloso? Gracias sean dadas a Dios por Su misericordia en medio de nuestros pecados y fallas.
Josué siempre proclamaba que su victoria provenía de Jehová. Por esto le honraba al reconocer ante el pueblo que Jehová les había dado la victoria, y también glorificaba a Dios con hechos, pues construyó un altar y ofreció ofrendas en honor a Jehová.
El capítulo 8 cierra mostrándonos cómo Josué honraba la Palabra de Dios. Él meditaba en ella y se ocupó de instruir al pueblo en Su ley. No se daba crédito por hacer las cosas bien ni tener buenas estrategias, siempre dio gloria a Dios por ello.
Para meditar:
- Cuando pasamos por pruebas y dificultades somos prontas en buscar a Dios y pedir Su ayuda; pero ¿recuerdas cuando Él ha perdonado tu pecado y te ha dado la victoria ante alguna situación?
- ¿Meditas en la Palabra de Dios como Josué lo hacía? ¿Su Palabra está escrita en tu corazón y no te apartas de ella?
- ¿Los que te rodean en casa, tus hijos o hermanos pueden ver que la Palabra de Dios está en ti?
«El Señor estaba con Josué, y su fama se extendió por toda la tierra». –Josué 6:27
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