Día 8 | Job capítulos 17-20
Hoy nos encontramos a Job describiendo de una manera gráfica su dolor, y al leerlo, no pude sino pensar en el dolor que sintió nuestro Señor Jesucristo en la cruz. Ciertamente Job sufrió sin saber exactamente la razón, a él no le preguntaron si estaba dispuesto a sufrir y pasar por todo lo que le pasó… pero nuestro Salvador sí, ¿has reflexionado en eso? ¿Qué te hace sentir que Jesús sabía exactamente lo que le vendría y aun así lo hizo? ¡Por amor a ti y a mí! ¿No es maravilloso?
Al final del capítulo 17 Job dice que no sabe dónde está su esperanza, que no sabe si se irá al Seol con él. Pudiéramos decir que vemos a un hombre resignado a la muerte, pero sin esperanza, pudiéramos decir que empezamos a ver a Job menguar en su ánimo por sus palabras, pero si algo nos enseña este …
Hoy nos encontramos a Job describiendo de una manera gráfica su dolor, y al leerlo, no pude sino pensar en el dolor que sintió nuestro Señor Jesucristo en la cruz. Ciertamente Job sufrió sin saber exactamente la razón, a él no le preguntaron si estaba dispuesto a sufrir y pasar por todo lo que le pasó… pero nuestro Salvador sí, ¿has reflexionado en eso? ¿Qué te hace sentir que Jesús sabía exactamente lo que le vendría y aun así lo hizo? ¡Por amor a ti y a mí! ¿No es maravilloso?
Al final del capítulo 17 Job dice que no sabe dónde está su esperanza, que no sabe si se irá al Seol con él. Pudiéramos decir que vemos a un hombre resignado a la muerte, pero sin esperanza, pudiéramos decir que empezamos a ver a Job menguar en su ánimo por sus palabras, pero si algo nos enseña este libro es que, por más profundo que el pozo parecía, Job siempre supo dónde poner sus ojos. Cuando hago el paralelo con lo que Cristo tuvo que sufrir por nosotros y veo las palabras de Job, viene a mi mente el pasaje de Isaías 53:5
«Pero Él fue herido por nuestras transgresiones,
Molido por nuestras iniquidades.
El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él,
Y por Sus heridas hemos sido sanados».
Mi corazón se llena de esperanza porque sé que mi Redentor vive y sé dónde está mi esperanza. El saber estas verdades me hace ver las pruebas de una manera diferente. Job no conocía estas verdades, él no sabía quién sería el Salvador, pero tú y yo hoy sí sabemos quién es, Su nombre es Cristo.
En el capítulo 18, Bildad, en su segunda ronda de discursos, reacciona ante lo dicho por Job y afirma que él padece el castigo justo para los malvados, y hace una descripción de quién es un impío. Aunque es cierto lo descrito allí, él no aplicó sabiduría, sino simplemente se guió por lo que él entendía que era obvio. Nunca se detuvo para preguntarse qué quería Dios hacer en todo este proceso. Bildad estaba simplemente reaccionando ante lo que su limitada visión podía percibir, y atacaba a su amigo sin compasión y sin tomar en cuenta lo que él acababa de decir.
Mientras Job descargaba su corazón delante de ellos, él solo estaba pensando en qué era lo que iba a responder sin detenerse siquiera a reflexionar. ¿Cuántas veces hemos sido Bildad en la vida de otra persona? ¿Cuántas veces preferimos ganar un argumento aunque signifique destruir el corazón de tu amigo? Que Dios nos ayude a ser más prontas para escuchar y menos prontas para hablar cuando estamos ante el sufrimiento de una persona.
Job responde en el capítulo 19 diciendo que en un mundo sin justicia ni amigos, el justo, lo único que puede hacer, es esperar la acción de nuestro Salvador. Me causó tristeza profunda este capítulo. Él se siente aplastado, angustiado, contó las veces que lo han insultado y lo peor es que les pregunta si no sienten vergüenza del daño que le han hecho.
«Tengan piedad, tengan piedad de mí, ustedes mis amigos,
Porque la mano de Dios me ha herido.
¿Por qué me persiguen como Dios lo hace,
Y no dejan ya de saciarse de mi carne?»
- Job 19:21-22
Luego de decir todo lo que siente, viene una de las porciones que trajo aliento a mi corazón, una verdad que debo repetirme aun me insulten, no me entiendan, no me comprendan o sea criticada: ¡hay esperanza! ¡Mi Redentor vive!
«Yo sé que mi Redentor vive,
Y al final se levantará sobre el polvo.
Y después de deshecha mi piel,
Aun en mi carne veré a Dios;
Al cual yo mismo contemplaré,
Y a quien mis ojos verán y no los de otro».
- Job 19:25-27
Oh cuánto anhelo ese día en el que mis ojos vean a mi Redentor.
Y luego de este hermoso cuadro de esperanza y consolación llegamos al capítulo 20, y al empezar a leerlo, ya me estoy sintiendo como Job. ¡Qué amigos tan intensos e insensatos! Zofar prácticamente vuelve al mismo tema y en su descripción del impío dice que su prosperidad es breve. Es como si le estuviera hablando al aire, como si no oyeran nada de lo que está diciendo, ¡qué frustrante debió ser ese momento para Job!
Zofar se siente atacado e insultado (vv. 2, 3), se sintió herido, y en su discurso incluye a Job en este grupo de impíos que acaba de describir aquí. Ciertamente los malvados sufrirán gran dolor y angustia y todo se volverá contra ellos. Admiro la entereza de Job porque yo ya hubiera dejado la amistad hasta ahí. Pero es bueno que Dios nos deje estos recuentos con tan vívidos detalles para que podamos aprender y vivir una vida que glorifique a Dios.
Mañana continuaremos viendo qué responde Job y entraremos en una tercera ronda de conversaciones.
Para meditar:
- ¿Dónde está puesta tu esperanza el día de hoy?
- ¿Esperas tú también con ansias el día en que verás al Señor?
«Yo sé que mi Redentor vive, y al final se levantará sobre el polvo. Y después de deshecha mi piel, Aun en mi carne veré a Dios». - Job 19:25-26
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