Día 79| Deuteronomio 28-29
No es un secreto que nuestro corazón es olvidadizo. Aun las cosas más importantes, las grandes victorias que tenemos, el trato de Dios con nosotras como hijas, solemos olvidarlo fácilmente. Dios lo sabe y por eso había ordenado antes hacer memoriales, para que Su pueblo pudiera volver a recordar Su bondad.
Ahora no es diferente y Dios quiere que Israel recuerde Su fidelidad pasada y presente. El capítulo 28 es un llamado a caminar en obediencia al Señor, lo que traerá bendición a las vidas de Sus hijos. «El Señor te hará abundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu ganado y en el producto de tu suelo, en la tierra que el Señor juró a tus padres que te daría. El Señor abrirá para ti Su buen tesoro, los cielos, para dar lluvia a tu tierra, a su tiempo y para bendecir toda …
No es un secreto que nuestro corazón es olvidadizo. Aun las cosas más importantes, las grandes victorias que tenemos, el trato de Dios con nosotras como hijas, solemos olvidarlo fácilmente. Dios lo sabe y por eso había ordenado antes hacer memoriales, para que Su pueblo pudiera volver a recordar Su bondad.
Ahora no es diferente y Dios quiere que Israel recuerde Su fidelidad pasada y presente. El capítulo 28 es un llamado a caminar en obediencia al Señor, lo que traerá bendición a las vidas de Sus hijos. «El Señor te hará abundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu ganado y en el producto de tu suelo, en la tierra que el Señor juró a tus padres que te daría. El Señor abrirá para ti Su buen tesoro, los cielos, para dar lluvia a tu tierra, a su tiempo y para bendecir toda la obra de tu mano…»; pero, en cambio, si el camino escogido era la desobediencia, Dios les enlistaba las consecuencias de rechazarlo: «…si no obedeces al Señor tu Dios, y no guardas todos Sus mandamientos y estatutos que hoy te ordeno, vendrán sobre ti todas estas maldiciones y te alcanzarán…» (vv. 11-12, 15).
Esto nos debe llevar a meditar en nuestro propio caminar con Dios, cuando nos desviamos, cuando decidimos andar en nuestras propias sendas y hemos cosechado el resultado del dolor de desobedecer. Guardo escritos al margen de mi Biblia donde me gusta dejar constancia de cuando Dios me habla con un pasaje, cuando marco un evento que es como ese memorial en mi vida para recordar y luego pasar a mis hijos y nietos, para poder atesorar la bondad de Dios conmigo y recordar Su perdón cuando mi fe o mi obediencia han podido faltar a su voz. Pero siempre recordando Su gracia, Su amor y perdón disponibles para mí cuando me arrepiento y vengo a Él.
1 Juan 1:9 siempre me anima a volver a Cristo: «Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad». ¡Bendita gracia la que nos ha alcanzado!
Como Pablo decía, la ley es una nodriza que nos ha traído a Cristo, es quien ha mostrado que para nuestro corazón es imposible cumplir Su ley, y nos hizo correr a Cristo para alcanzar perdón y que Su justicia cubriera nuestra maldad.
Para Israel, entonces, y para mi hoy, el llamado de poner en práctica todas las palabras de Dios temiendo Su nombre glorioso y temible, es una gran verdad (v.58).
¿De qué manera recuerdas tú la bondad de Dios y sus tratos contigo? Debemos ser muy intencionales en no dejar de recordar estas cosas porque forman parte de nuestra historia con Dios. ¿Es la obediencia a Dios algo que tu corazón anhela? En palabras del Salmo 19:9-11 (énfasis añadido), esta es la bendición de la obediencia:
«Los juicios del Señor son verdaderos, todos ellos justos;
Deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino,
Más dulces que la miel y que el destilar del panal.
Además, Tu siervo es amonestado por ellos;
En guardarlos hay gran recompensa.”
En el capítulo 29 vemos cómo Moisés continúa recordando los hechos poderosos de Dios para con Israel, cómo los sacó de Egipto, cómo los guardó, los libró de reyes enemigos y proveyó en el desierto, de forma que no les faltó nada. Él les había conducido hasta ahora por el desierto, pero su fin estaba cerca. Por eso necesita repetir la fidelidad de Dios una y otra vez buscando marcar con ella el corazón de Su pueblo. Por tanto confirma el pacto de Dios para con Israel (12-15).
Moisés les recuerda nuevamente del peligro de la idolatría y cómo esta los apartaría de Dios (17-18). Este es un pecado arraigado en el corazón humano, no solo en Israel que iba tras los dioses de piedra de las naciones cercanas, sino en el nuestro, que va detrás de personas, posesiones y posiciones que ocupan el lugar de Dios en lo principal de nuestros afectos.
Al final, las palabras de Moisés disipan las dudas que podamos tener sobre lo que no conocemos, y que Dios no nos ha revelado. El énfasis está siempre en que podamos obedecer Sus mandatos porque Él sabe cuál es el bien para Sus hijos:
«Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, pero las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos todas las palabras de esta ley». -Deuteronomio 29:29
Para meditar:
- ¿Has pensado qué cosas son las que te llevan a apartarte de Dios y mantienen tu mente pensando en ellas? Aun sean cosas buenas, si ellas ocupan el lugar de Dios se convierten en ídolos de nuestros corazones.
- Los ídolos nos apartan del Dios verdadero, hacen que nuestras vidas se vuelvan miserables porque solo en Dios hay gozo y salvación.
- Siempre el camino de regreso está abierto para nosotras cuando venimos en arrepentimiento y fe delante del Señor. Él ya lo sabe, pero quiere que tú reconozcas que algo más ha ocupado Su lugar y puedas venir de regreso a Él.
«Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, pero las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos todas las palabras de esta ley». -Deuteronomio 29:29
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación