Día 76| Deuteronomio 17-20
Entramos en la mitad del libro de Deuteronomio y hemos visto a Moisés preparar al pueblo para tomar la tierra sabiendo que va a partir pronto. Hemos visto lo enfático que ha sido con la adoración al Dios verdadero, a no desviarse de Su camino, y continuará haciéndolo porque conocía el corazón del pueblo. Pero nosotras sabemos que no solo el corazón de Israel tendía a irse detrás de otros deleites que ocupan el lugar del Dios verdadero, sino el de cada una de nosotras. Por tanto, estas advertencias hoy también son para nosotras, aunque no sean una ley como era para ellos.
Es vital tener esto en mente para ser ministradas por Su Palabra y no ser solo lectoras de un libro del pasado. Dios lo dejó para nosotras en el Nuevo Testamento también a través del apóstol Pablo: «Porque todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para …
Entramos en la mitad del libro de Deuteronomio y hemos visto a Moisés preparar al pueblo para tomar la tierra sabiendo que va a partir pronto. Hemos visto lo enfático que ha sido con la adoración al Dios verdadero, a no desviarse de Su camino, y continuará haciéndolo porque conocía el corazón del pueblo. Pero nosotras sabemos que no solo el corazón de Israel tendía a irse detrás de otros deleites que ocupan el lugar del Dios verdadero, sino el de cada una de nosotras. Por tanto, estas advertencias hoy también son para nosotras, aunque no sean una ley como era para ellos.
Es vital tener esto en mente para ser ministradas por Su Palabra y no ser solo lectoras de un libro del pasado. Dios lo dejó para nosotras en el Nuevo Testamento también a través del apóstol Pablo: «Porque todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza» (Ro. 15:4).
Así pues, el pueblo iba a cruzar el Jordán para ya tomar la tierra tan esperada, pero Moisés no deja de advertirles que la idolatría iba a ser una tentación para ellos. De igual manera les instruye a mantener un espíritu dependiente del Señor en todo, aun cuando eligieran un rey sobre ellos. Este debería leer la ley cada día, obedecer a Dios y tendría su bendición.
Moisés no solo se ocupa de dar instrucciones sobre el rey, sino sobre su ejército; aunque fueran numerosos, quien pelearía por ellos siempre sería el Señor. Esto requería humildad y dependencia. Esas naciones les eran entregadas como castigo a su maldad e idolatría, mostrándoles que Dios juzgaba el pecado.
A veces solo pensamos en un Dios de amor y lo es, pero Dios castigaba la maldad de estos pueblos. Nosotras no somos diferentes, Dios es paciente con nosotras en medio de nuestra maldad y rebeldía contra Él; nos ha mostrado Su gracia, ese amor inmerecido y nos ha hecho Sus hijas si hemos puesto nuestra fe en Cristo. Todos nuestros pecados han sido cubiertos con la sangre de Jesús, y nos promete una eternidad a Su lado. Esto solo nos debe llevar a una gratitud inmensa, a la adoración real al Dios que se ha dado a Sí mismo por nosotras.
Al leer estos pasajes sobre cómo debía ser tratada la persona que adoraba cosas celestiales, me llevó a meditar en las cosas que a veces hice en mi juventud e ignorancia de conocer a Dios: leí horóscopos y busqué personas que leían tazas o manos como un juego, pero con gran curiosidad por mi futuro; hasta recuerdo amigas que me invitaban a participar de la Ouija. Gracias a Dios me libró de esto, pero puedo ver Su gracia, porque estos no eran pecados diferentes a los que se advierte a Israel de consultar el sol, la luna, los astros, y Dios dice que esto era y es abominable. De hecho, lo repite en Levítico 19:31 y 20:27.
Pero Dios es más enfático todavía al advertir de no pasar a los hijos por fuego en sacrificio a dioses extraños, una horrenda costumbre de estos pueblos que Israel copió más adelante. Dios es el dueño de la vida, ella es santa a sus ojos y los hijos son regalo de Él (Sal. 127). Hoy los hijos son sacrificados, no a Moloc, sino que se dispone de su vida desde el vientre; pueden verse como estorbo o solo un producto que se puede desechar, ¡y muchas mujeres han creído esta mentira!
Amada, si has estado como en mi caso, buscando agoreros o disponiendo de la vida que Dios da, recuerda que en Cristo hay perdón para TODOS nuestros pecados. Su cruz y brazos extendidos no dejan ninguno de nuestros pecados fuera, él es fiel y justo para perdonar toda nuestra maldad cuando confesamos arrepentidas nuestros pecados (1 Jn. 1:9). Y al hacerlo, nos da Su paz, la que viene de haber dejado nuestros pecados a Sus pies. Él los borra, ¡nos viste con Su pureza! Es un intercambio glorioso el que Dios hace en la cruz. Después de conocerlo, nunca más me sentí atraída a estas cosas, sé quién lleva mis días y quién es mi Dios y mi Rey. Él me ha dado esta hermosa promesa y te la da por igual al venir a Él: «“Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes”, declara el Señor, “planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza”» (Jer. 29:11).
Hay muchas voces hoy día que buscan desviar nuestros caminos del Señor, pero Él es el camino, la verdad y la vida. Escucha solo Su voz para que vivas y puedas tener la plenitud que da ser Su hija, limpia por la sangre del Cordero y esperando el encuentro con Él. Busca la verdad en Su Palabra y no dejes que te atraigan las corrientes de esta cultura. ¡Mi oración es que juntas podamos ser halladas perseverando, con nuestras lámparas encendidas esperando a nuestro Rey!
Para meditar:
- ¿Has escuchado voces que te desvían del Señor y de poner tu confianza por completo en Él?
- ¿Cómo te anima saber que el Señor pelea tus batallas?
«Porque el Señor su Dios es el que va con ustedes, para pelear por ustedes contra sus enemigos, para salvarlos». -Deuteronomio 20:4
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