Día 75| Deuteronomio 14-16
Muchas personas se preguntan el porqué de tantas regulaciones como las que veremos en los capítulos que estamos estudiando. Tal vez es tu caso, amada, por eso es importante tener en cuenta que Israel era una teocracia, o sea, era una nación donde Dios no solo era su Dios, sino también su rey, y como tal, regía toda su manera de vivir. Y como protección para ellos les daba instrucciones de cómo relacionarse con otros pueblos, pero también entre ellos en la vida diaria.
El dolor es parte de nuestra existencia y lo primero que Dios les dice es que no se hicieran daño en medio del duelo al perder a sus seres queridos. Sabemos lo difícil que es aceptar la pérdida de un ser amado, pero podemos recordar que Dios es compasivo y sabe cómo sufrimos, pero esta no es la manera de llorar a los que perdemos. Esto …
Muchas personas se preguntan el porqué de tantas regulaciones como las que veremos en los capítulos que estamos estudiando. Tal vez es tu caso, amada, por eso es importante tener en cuenta que Israel era una teocracia, o sea, era una nación donde Dios no solo era su Dios, sino también su rey, y como tal, regía toda su manera de vivir. Y como protección para ellos les daba instrucciones de cómo relacionarse con otros pueblos, pero también entre ellos en la vida diaria.
El dolor es parte de nuestra existencia y lo primero que Dios les dice es que no se hicieran daño en medio del duelo al perder a sus seres queridos. Sabemos lo difícil que es aceptar la pérdida de un ser amado, pero podemos recordar que Dios es compasivo y sabe cómo sufrimos, pero esta no es la manera de llorar a los que perdemos. Esto nos da aplicaciones a nosotras de que no hay rituales o sacrificios que podamos hacer en el dolor porque nuestro consuelo viene solo del Señor. Él es un Dios cercano, amada hermana. Jesús es el varón de dolores, que es experimentado en quebrantos, y se compadece de tu sufrimiento. Puedes correr a Él como nos enseña el libro de los Salmos.
Vemos además las regulaciones alimentarias cuidando la salud del pueblo. Dios sabía cuáles enfermedades podían venir de carnes como la del cerdo, y prohíbe su uso. En Egipto, al ser esclavos, ellos no comieron de estos animales; en el desierto fueron sustentados por maná, así que Dios cuida de ellos con estas regulaciones. Estaban llamados a ser santos o apartados para Dios al seguir Sus mandatos. No porque estas carnes en sí fueran dañinas (hoy comemos muchas de ellas), sino para cuidar su salud. Al obedecer, ellos se apartaban para su Dios. Apartarse es santificarse, consagrarse para Dios, y esto es lo que hacemos al rendir nuestras vidas a Él. Ya no con alimentos inmundos, pero sí separándonos de todo lo que contamine nuestra alma. Cuidando lo que vemos, a lo que nos exponemos y huyendo del pecado. Somos una nación santa para nuestro Dios.
Junto a esto viene la enseñanza de dar de lo recibido, diezmar del campo. Nosotras no tenemos un mandato en el Nuevo Testamento de diezmar de la manera que se daba en el Antiguo Testamento, pero como hemos dicho antes, la enseñanza, el espíritu de la ley, permanece.
Todo viene de la mano de Dios, y qué privilegio es dar para Su obra y para Su reino. Esto no es dar dádivas (limosnas) como decía Pablo a los filipenses, sino que (dando con abundancia o generosamente) damos frutos que abunden en nuestra cuenta (Fil. 4:17). ¡Qué privilegio poder sostener Su iglesia, misioneros y Su obra con lo que Dios nos da! Esta es una gran enseñanza para nosotras.
Al igual que la compasión de la que nos habla en Deuteronomio 15:7 de no cerrar nuestra mano con aquel que vemos en necesidad, si Él enriquece tu cuenta hoy, ten por seguro que Su deseo es que compartas con el que tiene necesidad a tu lado, especialmente con el de la familia de la fe. Disfrutar de los bienes recibidos es el deseo de Dios, pero no que los acumules y acapares riquezas viendo la necesidad a tu lado en otros. Él te da para que des, y Jesús nos dijo que más bienaventurado es dar que recibir (Hch. 20:35). Por tanto, mi corazón se siente animado más que nunca a velar, que nada falte a los que hacen Su obra, a mis hermanos, aun dando sacrificialmente, porque es lo que llena de gozo el corazón de mi Dios. Somos administradoras de sus bienes, no las propietarias. En Palabras de Pablo: «Que todo hombre nos considere de esta manera: como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios» (1 Cor. 4:1).
Aunque las leyes no estén vigentes para ti y para mi hoy, nos dejan una enseñanza espiritual para nuestra vida diaria. De esta manera es que aprendemos: meditando e internalizando lo que hemos leído. Puedo decirte que más que nunca he visto este libro tan práctico para mí hoy, observando la instrucción divina desde Génesis a Apocalipsis como un hilo conductor. La adoración al Dios verdadero, la obediencia, la humildad, la compasión y misericordia son temas que se repiten a lo largo de las Escrituras, ¡qué hermoso y entrañable está siendo este caminar junto a Moisés en sus últimos días!
Para meditar:
- ¿Cristo es tu esperanza de consuelo en medio de tu dolor o sufrimiento?
- ¿Has entendido que al ser hija de Dios, eres apartada para Él y Él desea tu santificación?
- ¿Consideras como un privilegio dar para la obra de Dios y Su reino sabiendo que todo viene de Su mano?
«Si hay un menesteroso contigo, uno de tus hermanos, en cualquiera de tus ciudades en la tierra que el Señor tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre». -Deuteronomio 15:7
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