Día 67 | Números 31-32
Capítulo 31
Venganza sobre Madián
Este capítulo inicia con la dirección de Dios dada a Moisés para que el pueblo se alistara para pelear contra Madián. Dios mandó a Israel a que se vengara de este pueblo, porque habían sido los responsables de corromper al pueblo de Israel en Peor con diversos pecados como la fornicación y la idolatría. Esto lo vimos en Números 25. Mil de cada tribu de todas las tribus de los hijos de Israel fueron a la guerra. Mataron a todo varón, a los reyes de Madián y a Balaam, el falso profeta que estudiamos capítulos atrás, que quiso maldecir al pueblo de Israel y el responsable de la idea de tentar al pueblo de Israel y llevarlos a toda clase de pecado.
Este hombre tuvo consecuencias por su pecado y lo vemos en este capítulo; solo quedaron con vida las mujeres vírgenes, en el versículo …
Capítulo 31
Venganza sobre Madián
Este capítulo inicia con la dirección de Dios dada a Moisés para que el pueblo se alistara para pelear contra Madián. Dios mandó a Israel a que se vengara de este pueblo, porque habían sido los responsables de corromper al pueblo de Israel en Peor con diversos pecados como la fornicación y la idolatría. Esto lo vimos en Números 25. Mil de cada tribu de todas las tribus de los hijos de Israel fueron a la guerra. Mataron a todo varón, a los reyes de Madián y a Balaam, el falso profeta que estudiamos capítulos atrás, que quiso maldecir al pueblo de Israel y el responsable de la idea de tentar al pueblo de Israel y llevarlos a toda clase de pecado.
Este hombre tuvo consecuencias por su pecado y lo vemos en este capítulo; solo quedaron con vida las mujeres vírgenes, en el versículo 35 vemos que eran 32,000 mujeres en total. Al final vemos la victoria dada por Dios a los israelitas ganando la batalla y terminando con un proceso de purificación y repartición del botín.
Al meditar en este capítulo y la venganza de los israelitas contra Madián, podemos recordar que, en medio de injusticias, Dios es el vengador. Mira lo que dice Romanos 12:19:
«Amados, nunca tomen venganza ustedes mismos, sino den lugar a la ira de Dios, porque escrito está: “Mía es la venganza, Yo pagaré», dice el Señor”».
La venganza es del Señor. De igual manera somos llamadas a perdonar la ofensa. Recuerda Colosenses 3:13:
«Soportándose unos a otros y perdonándose unos a otros, si alguien tiene queja contra otro. Como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes».
Las Escrituras nos muestran de muchas maneras que podemos perdonar a nuestros enemigos, podemos orar por ellos para que Dios los traiga a Sus caminos y al verdadero arrepentimiento. Puedes confiar en que Dios se encargará del resto, Él es quien vengará y juzgará todo acto hecho por cualquier ser humano; nuestro trabajo es imitarlo a Él, bendecir, orar y perdonar a nuestro prójimo, así como Él nos perdonó y nos cubrió de gracia.
Capítulo 32
Rubén y Gad se establecen en Galaad
Este capítulo nos habla de las tribus de Rubén y Gad los cuales expresaron a Moisés su deseo de vivir en la tierra de Jazer y de Galaad. Ellos tenían mucho ganado y pensaban que sería un buen lugar para establecerse; no querían pasar el Jordán, no querían ir a la Tierra Prometida. Esta actitud no le pareció correcta a Moisés, quien les responde hablándoles acerca de sus hermanos que irían a la guerra y de cómo estarían desanimando a los israelitas para que no cruzaran a la tierra que Jehová les había prometido. Incluso, les recuerda lo que pasó con sus padres que también desalentaron al pueblo y la ira de Dios vino sobre ellos y se le negó la entrada a la Tierra Prometida, excepto a Caleb y Josué que fueron fieles a Dios. Les advirtió que podía pasar nuevamente lo mismo con ellos y con el pueblo.
Rubén y Gad se comprometieron a acompañar a Israel en la guerra y luego volverían a establecerse en Galaad. Este acuerdo le pareció apropiado a Moisés, aunque por todo lo que les comentó antes vemos que eso no significa que él estuviera de acuerdo con esa actitud. Tras la conclusión del acuerdo, ellos dejaron en la ciudad de Galaad a sus niños, mujeres y ganado para luego, al conquistar la tierra junto a Israel, volver con ellos. Más adelante vemos que media tribu de Manasés también decidió quedarse fuera de Canaán y se asentó en la región del norte de Galaad.
Este relato me parece uno de los más tristes de todo el libro por el hecho de ver que estas tribus rechazaron la promesa hermosa de Dios luego de tantos años caminando juntos y viendo Su poder en Sus vidas y Sus obras portentosas para hacerlos llegar hasta allí. Pero no la valoraron, no apreciaron ni entendieron la bendición que es estar dentro de la promesa de Dios.
Así mismo, hoy en día muchos rechazan las promesas de Dios, rechazan a Cristo el Salvador. Quiero animarte al final de esta lectura a recordar que las promesas de Dios son mejores que cualquier cosa que puedan ver nuestros ojos, nosotras tenemos una esperanza mayor, esperamos nuevos cielos y nueva tierra. Dios está preparando un lugar para nosotras, una morada en los cielos, mucho más perfecta que la tierra de Canaán, un lugar donde no hay llanto ni pecado, donde reina la paz y el amor de Dios de manera perfecta. No te rindas. Espera con paciencia. No vuelvas atrás como hicieron estas tribus de Israel. La tierra que nos espera es mucho mejor.
Concluyo con este versículo de gran aliento y esperanza en 2 Pedro 3:13:
«Pero, según Su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia».
Para meditar:
- ¿Alguna vez has querido vengarte de alguien que te ha lastimado o ha lastimado a tu familia o amigos?
- ¿Cómo te anima saber que las promesas de Dios siempre son mejores que cualquier cosa que puedan ver nuestros ojos de este lado de la gloria?
«Por tanto, hemos traído al Señor, como ofrenda, lo que cada hombre ha hallado: objetos de oro, pulseras, brazaletes, anillos, pendientes y collares, para hacer expiación por nosotros ante el Señor». -Números 31:50
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