Día 59 | Números 11-13
El libro de Números ha sido un libro lleno de enseñanzas, y continuamos aprendiendo juntas en los capítulos 11 al 13. En estos 3 capítulos aparecen contrastes interesantes que nos hacen meditar cómo luce un creyente cuando su mente está puesta en las cosas terrenales y cómo luce cuando su mente está puesta en las cosas eternas. El pueblo de Israel constantemente se quejaba por querer regresar a Egipto olvidando las promesas de Dios; muchos dudaban y estaban llenos de incredulidad. Por otro lado, otros pocos permanecían llenos de fe y esperanza, confiaban en que Dios los llevaría a la Tierra Prometida. Veamos de cerca lo que estaba sucediendo en el pueblo en los siguientes capítulos.
Capítulo 11: La queja en lugar de contentamiento
Este capítulo muestra cómo el pueblo de Israel comienza a quejarse de la adversidad a oídos del Señor, y vemos cómo esto encendió Su ira de …
El libro de Números ha sido un libro lleno de enseñanzas, y continuamos aprendiendo juntas en los capítulos 11 al 13. En estos 3 capítulos aparecen contrastes interesantes que nos hacen meditar cómo luce un creyente cuando su mente está puesta en las cosas terrenales y cómo luce cuando su mente está puesta en las cosas eternas. El pueblo de Israel constantemente se quejaba por querer regresar a Egipto olvidando las promesas de Dios; muchos dudaban y estaban llenos de incredulidad. Por otro lado, otros pocos permanecían llenos de fe y esperanza, confiaban en que Dios los llevaría a la Tierra Prometida. Veamos de cerca lo que estaba sucediendo en el pueblo en los siguientes capítulos.
Capítulo 11: La queja en lugar de contentamiento
Este capítulo muestra cómo el pueblo de Israel comienza a quejarse de la adversidad a oídos del Señor, y vemos cómo esto encendió Su ira de tal manera que consumió un extremo del campamento. Más adelante, el pueblo comienza a quejarse nuevamente; empezaron a recordar el pasado, pero no recordaban que vivían en esclavitud y sufrimiento, sino que empiezan a recordar los pescados, pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos, olvidando así la mano del Señor que los había liberado de manos de faraón, y que era Él quien los alimentaba y sustentaba cada día.
Moisés, en medio de todo este desorden oró al Señor en desesperación, sentía una carga tan grande en sus hombros al lidiar con un pueblo tan difícil. Dios extendió gracia ante Moisés y le guió en una solución, le dió ayuda en medio de todo esto. Le mandó a reunir a setenta hombres los cuales llevarían la carga con él (v .17). Dios le dice a Moisés que les daría a Israel la carne que pedían en medio de quejas. Moisés se pregunta cómo iba a ser posible algo así y Dios le responde de una manera extraordinaria, Él dice:
«¿Está limitado el poder del Señor? Ahora verás si Mi palabra se te cumple o no» (v. 23).
Vemos más adelante como salió de parte del Señor un viento que trajo codornices desde el mar y las dejó caer junto al campamento. Cuán grande es el poder de nuestro Dios. Pero esta provisión no fue dada porque el pueblo había sido agradecido, no era una muestra de bendición por su buena actitud; mira lo que dicen los versículos 33 y 34:
«Pero mientras la carne estaba aún entre sus dientes, antes que la masticaran, la ira del Señor se encendió contra el pueblo, y el Señor hirió al pueblo con una plaga muy mala. Por eso llamaron a aquel lugar Kibrot Hataava, porque allí sepultaron a los que habían sido codiciosos».
¿Y tú? ¿Te quejas constantemente por las cosas que no tienes olvidando la providencia perfecta del Señor? Si es así, ora en arrepentimiento y pide a Dios que ponga en ti un corazón agradecido y lleno de contentamiento.
Capítulo 12
Este capítulo, a diferencia del capítulo anterior que estaba centrado en quejas, nos lleva a otro pecado similar: la murmuración. Vemos a Miriam y Aarón, hermanos de Moisés, murmurando contra Moisés. Por otro lado, Moisés no responde con la misma actitud que ellos, por el contrario, él mantiene un espíritu humilde. Mira cómo este capítulo lo describe: «Moisés era un hombre muy humilde, más que cualquier otro hombre sobre la superficie de la tierra» (v. 3).
En esta escena fue Dios quién los castigó por su murmuración, no Moisés. Vemos que Miriam queda leprosa a causa de su pecado. Aarón, entonces, reconoce que habían pecado y ruega a Moisés por ella. Así que Moisés clamó al Señor por su hermana. Su corazón se ve tan claramente expuesto; en lugar de alegrarse de que Miriam tuviera las consecuencias por haber murmurado contra él, lo que hace es interceder y orar por ella. Dios respondió su oración, ella fue apartada por siete días y luego podía ser admitida entre el pueblo de nuevo.
Medita un minuto en las siguientes preguntas:
¿Cómo reaccionas ante la murmuración de otros? ¿Con ira o con humildad?
¿Oras por aquellos que hablan mal contra ti o murmuras contra ellos de igual manera?
Seamos de espíritu humilde y sereno, colocando estas circunstancias delante de Dios para que su sabiduría y discernimiento nos lleve a glorificarle en todo.
Recordemos Filipenses 2:14, que dice: «Hagan todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones».
Capítulo 13
Finalizamos este día con el capítulo 13. Aquí vemos que doce espías fueron enviados a la tierra de Canaán para examinar el lugar; ellos subieron y reconocieron la tierra. Después de cuarenta días se presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la congregación de los israelitas.
Pero un grupo en particular no dio buenas noticias, se enfocaron en lo fuerte que era el pueblo que habitaba allí y no recordaron la fuerza del Señor que es más grande que todo; anunciaron la fortaleza de las ciudades, olvidando al más poderoso sobre todo que es Dios. El pueblo claramente se alarmó, pero uno de los espías, Caleb, calmó al pueblo y dio buenas nuevas, con un corazón confiado en Dios y en sus promesas, él dijo:
«Debemos ciertamente subir y tomar posesión de ella, porque sin duda la conquistaremos». (v. 30)
Para meditar:
Al meditar en ese momento de informes buenos y malos, ¿con cuál te identificas? En medio de la dificultad y la adversidad, ¿confías en las promesas de Dios?
Recordemos que no importa lo que vean nuestros ojos, la victoria está en las manos de nuestro Dios. Seamos como Caleb, sin dudar. Que nuestra fe sea mayor que aquello que vemos. Recuerda Hebreos 11:1: «Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve».
«¿Está limitado el poder del Señor? Ahora verás si Mi palabra se te cumple o no». -Números 11:23
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