Día 56 | Números 5 y 6
El capítulo 5 inicia con una realidad en el día a día de los israelitas: no podían habitar junto al pecado, ya que afectaba su relación entre ellos y Dios. Nada inmundo ni contaminado debía estar dentro del campamento. Una y otra vez estas leyes nos llevan a dar gracias a Dios por Cristo, puesto que hoy por medio de Su sacrificio y Su Espíritu en nosotras tenemos libre entrada al campamento, libre acceso a la presencia de Dios, y podemos habitar allí sin temor. Algo aún más glorioso es que un día habitaremos eternamente junto a Él en Su reino; toda tribu, lengua y nación estarán vestidos con ropas blancas de santidad y pureza, no habrá ninguna contaminación, impureza o pecado en nosotras.
En los versículos del 5 al 10 me llama la atención de manera particular cómo el pueblo es llamado a confesar sus pecados y restituir cualquier …
El capítulo 5 inicia con una realidad en el día a día de los israelitas: no podían habitar junto al pecado, ya que afectaba su relación entre ellos y Dios. Nada inmundo ni contaminado debía estar dentro del campamento. Una y otra vez estas leyes nos llevan a dar gracias a Dios por Cristo, puesto que hoy por medio de Su sacrificio y Su Espíritu en nosotras tenemos libre entrada al campamento, libre acceso a la presencia de Dios, y podemos habitar allí sin temor. Algo aún más glorioso es que un día habitaremos eternamente junto a Él en Su reino; toda tribu, lengua y nación estarán vestidos con ropas blancas de santidad y pureza, no habrá ninguna contaminación, impureza o pecado en nosotras.
En los versículos del 5 al 10 me llama la atención de manera particular cómo el pueblo es llamado a confesar sus pecados y restituir cualquier daño causado a otra persona. Esto me recuerda al Nuevo Testamento, cómo somos llamados de igual manera a confesar nuestros pecados delante del Señor: «Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad». -1 Juan 1:9
También nos llama a confesarlo delante de otros: «Por tanto, confiésense sus pecados unos a otros, y oren unos por otros para que sean sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho». -Santiago 5:16
En ese proceso de confesión del pueblo de Israel también había una serie de pasos para la expiación del pecado, sacrificando, por ejemplo, carneros. ¡Pero la gloriosa noticia es saber que Cristo fue el sacrificio perfecto por nuestros pecados! Él pagó el precio de nuestra maldad y Él está presto a escucharnos y perdonarnos al venir delante de Él.
La parte final del capítulo 5 tiene tantas cosas en las que podemos detenernos, pero quisiera enfocarme en cómo nos recuerda que no podemos huir o escondernos del pecado, y que Dios conoce todo lo oculto y es un Dios justo. Aquí se habla de la mujer y cómo recibía un tipo de evaluación espiritual de parte del sacerdote por medio de la cual podían saber si era culpable o no de adulterio cuando su esposo sentía celos hacia ella.
Esto nos puede llevar a reflexionar en la siguiente pregunta: ¿hay pecados ocultos en mi vida? Cuando no confesamos nuestros pecados, aunque nadie los conozca, esto va a traer algo parecido a lo que vemos en estos versículos; traerá amargura y una carga imposible de llevar, el peso del pecado.
Por otro lado, confesar nuestros pecados nos trae libertad, plenitud y gozo. En Cristo puedes encontrar perdón y libertad de cualquier pecado oculto, no importa con lo que estés luchando, Dios puede limpiarte y darte un nuevo camino, una nueva dirección lejos del pecado.
Recuerda esta gran verdad:
«Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres». -Juan 8:36
Números 6
¿Quién es la primera persona en la Escritura en la que piensas cuando lees el capítulo seis sobre el voto nazareo? Sansón, ¿verdad?
«Entonces el ángel del Señor se le apareció a la mujer, y le dijo: «Tú eres estéril y no has tenido hijos, pero vas a concebir y a dar a luz un hijo. Ahora pues, cuídate de no beber vino ni licor, y de no comer ninguna cosa inmunda. Porque vas a concebir y a dar a luz un hijo. Él no pasará navaja sobre su cabeza, porque el niño será nazareo para Dios desde el seno materno. Y él comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos». -Jueces 13:4-5
Vemos el voto nazareo en dos formas en la Escritura,
- Un voto para toda la vida (Sansón, Samuel, Juan el Bautista);
- Aquellos que hicieron un voto por un cierto período de tiempo (este fue el uso general del voto).
Cualquier hombre o mujer podría hacer este voto. El voto sería un deber voluntario especial para el Señor que lo apartaba. Habría ciertas restricciones, como no comer ni beber nada de la vid, no acercarse a un cadáver, no cortarse el pelo. Cuando terminara el voto, debía haber una ofrenda de sacrificio.
Si hoy hacemos un voto al Señor, no es necesario que cumplamos con las leyes del nazareato. Pero hay un principio aquí que podemos aprender: diferenciarnos de los demás y practicar la disciplina de negar la carne y cultivar una mente espiritual.
Este capítulo contiene una de las oraciones más hermosas que he visto en la Biblia, es una bendición dada por Dios para bendecir a Israel. Leamos los últimos 5 versículos de este capítulo 6 juntas:
«Entonces el Señor dijo a Moisés:“Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: ‘Así bendecirán a los israelitas. Les dirán: El Señor te bendiga y te guarde; El Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; el Señor alce sobre ti Su rostro, Y te dé paz’”. Así invocarán Mi nombre sobre los israelitas, y Yo los bendeciré».
Esta oración me hace dar gracias por el regalo que tenemos de orar unos por otros. Cuando oremos, no olvidemos bendecir a aquellos que nos rodean. Orar por salvación por aquellos que no conocen a Jesús, orar por la misericordia y la paz de Dios en sus corazones, para que Dios los bendiga y los guarde.
¿Estás orando de esta manera? Toma unos minutos para orar por otros, incluso orar con otros que te acompañen; ora por tu familia, amigos, compañeros de trabajo, hermanos en la fe, por tus pastores, entre otros. Puedes orar y pedir a Dios que los bendiga. Así como oraban los sacerdotes por el pueblo de Israel, te animo a hacer esto hoy.
«El Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; el Señor alce sobre ti Su rostro, y te dé paz». -Números 6:24-26
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